El domingo comenzó a correr la noticia por las redes sociales de músicos, periodistas y fans de la música rosarina: Tras padecer una larga enfermedad, a los 47 años, murió Tato Fernández. Si bien su nombre era José Francisco, era conocido también como “Garabato”, pseudónimo que adoptó al dedicarse a la investigación y experimentación de los sonidos jugando a inventar instrumentos y a invitar a cantar a sus alumnos y espectadores.
Desde su ciudad, Cañada de Gómez, Tato formó parte del grupo Punto G, dándole un color particular a las canciones de la época de “Cae lenta”, donde el sonido de su saxo era una característica de la banda. Junto a Coki, Carlos, Juan y Rubén llegó a Rosario cuando terminaban los ochenta, pero siempre volvió a su ciudad, donde fue docente, luthier y músico.
Tato tenía un gran talento para la experimentación musical. Su instrumento insignia era el saxo, donde podía probar distintos matices y maquillajes. Con los años de docencia, fue despertando en él una gran capacidad para relacionarse con los niños e invitarlos a jugar con la música, desde la educación inicial, donde les proponía expresarse con el canto, las melodías y la improvisación.
En Rosario, Tato compartió proyectos con Sandra Corizzo en espectáculos infantiles, ya como el personaje Tato Garabato. En paralelo, junto a los teclados de Ricardo Vilaseca, armaron el interesante proyecto “Diapasónico”, que sorprendía e invitaba a jugar con la música, una premisa que para Tato, era fundamental en todo momento.