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La danza como apuesta cultural

Federico Fernández, primer bailarín del Colón, habla de la apuesta de ese primer coliseo y de la presentación en Rosario del Buenos Aires Ballet. La gala tendrá lugar el domingo, a las 20, en El Círculo.

El domingo, el teatro El Círculo de Rosario se vestirá de gala una vez más para recibir al prestigioso Buenos Aires Ballet comandado por el primer bailarín del Teatro Colón Federico Fernández, quien junto a la primera bailarina Nadia Muzica y acompañados por varias figuras solistas también pertenecientes al elenco estable del emblemático teatro porteño mostrarán nada más y nada menos que una selección de ocho de los mejores pas de deux (danza en pareja) clásicos y referenciales del repertorio del ballet de todos los tiempos. La velada comenzará a las 20 en la histórica sala de Laprida y Mendoza, y las entradas se encuentran a la venta en la boletería.

Una de las particularidades de esta presentación, según puntualizó Fernández a El Ciudadano, es el programa elegido, ese que visitará fragmentos de piezas coreográficas como El Talismán, Llamas de París, Carnaval de Venecia, Laurencia, Carmen, Coppelia, El Corsario y La Esmeralda, elegidas por gusto personal de Fernández. “Son grandes clásicos, piezas muy diferentes entre sí, donde hay distintos saltos o piruetas y un gran compromiso artístico para representar el personaje correspondiente en cada fragmento. Es una manera, dentro del repertorio clásico, de poder mostrar diferentes estilos”.

Pero la representación de un amplio abanico estilístico no es la búsqueda principal de la gala sino la representación de un repertorio clásico, ese que los artistas del Colón no suelen mostrar por fuera de Buenos Aires. “Con el Colón venimos con cosas más neoclásicas o contemporáneas; se ve poco «chaqueta y tutú de ballet»”, aseguró entre risas.

Este hecho es, para quien se inició en la danza a los 12 años y comenzó a formar parte de la compañía de Julio Bocca a los 14, una decisión política y de militancia: “Mi vida, además de la danza, esta muy comprometida socialmente; fui criado así y va más allá del área política a la que pertenezca o donde decida militar.

Me toca estar del lado de la Cultura y desde el Teatro Colón que es municipal. Mas allá de que hoy esté (Mauricio) Macri o el año que viene empiece (Horacio Rodríguez) Larreta, yo estuve con (Jorge) Telerman y con (Aníbal) Ibarra. Voy a seguir estando siempre en el Colón, soy planta permanente, me voy a jubilar y ninguno de ellos va a estar. Lo que va a servir es mi política cultural y la debo hacer, es mi compromiso social. Lo que la gente ve arriba del escenario tiene que ser parejo con lo que hago debajo, es mi opinión personal y lo que intento. Por eso creo que hay que llevar buen ballet cuando uno sale de gira. Si tengo el nombre del Colón tengo que llevar lo mejor y mostrar lo que me gustaría que el teatro haga: llevar el ballet clásico de gira sin pensar en un rédito económico momentáneo sino en una política cultural a futuro”.

“El Colón es un derecho de todos los ciudadanos y la obligación del gobernante es darlo; las puertas tienen que estar abiertas, cualquier persona tiene que tener acceso para que todo el mundo conozca el teatro y lo que significa, y no hablo de ver las luces o visitar el Salón Dorado. Para entender lo que significa el Teatro Colón este tiene que salir de «su casa», mostrar que no es la estructura de su teatro lo que importa sino su gente, su producción propia, sus técnicos, su sastrería, zapatería, sus bailarines, sus cantantes, sus maestros”.

Fue tras la polémica reapertura del Colón en 2010, esa que el bailarín señaló como un hecho político en el que no se trató bien a los artistas, los posteriores conflictos gremiales tras los que volvió a cerrar sus puertas y luego nuevamente a abrirlas, que subió al escenario del Primer Coliseo Nacional la obra Manon, protagonizada justamente por Fernández. “Fue una marca en mi vida porque ahí vi la danza de otra manera. Me di cuenta que lo importante no era cuántas piruetas uno tenía que hacer o hasta dónde uno levanta la pierna, sino que vi toda una situación mas teatral dentro de ballet, esa que te llevaba y hace que las piruetas te salgan sin necesidad de pensarlas. Poder llevar realmente un personaje, un hilo conductor de principio a fin, creo que es mucho más maravilloso que salir y bailar. Contar una historia, vivirla vos para que después pueda vivirla el espectador, esa es la clave. Ahí es donde empecé a construir otra forma de trabajo, un poco más comprometida con lo que significaba el ballet clásico más allá del tutú de las bailarinas y nuestras medias puntas, sino poder contar realmente una historia”.

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