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Crisis migratoria

Crece la tensión política entre los países de la Unión Europea por refugiados

Pese a las vallas fronterizas, los controles limítrofes y la tensión política dentro de la UE, más de 25 mil refugiados entraron a Croacia desde el miércoles, ayer unos 11 mil ingresaron a Austria y hoy un nuevo naufragio se cobró hoy 13 vidas.


En dos días se volverán a reunir en Bruselas los ministros del Interior de la UE y al día siguiente lo harán los jefes de Estado y de gobierno. El objetivo será aprobar de una vez y por todas el reparto de 160 mil refugiados en los próximos dos años, una cifra que ni siquiera representa un tercio de los 500 mil recién llegados, según cálculos de la ONU.

Mientras las negociaciones entran en la recta final de la víspera de las cumbres y la tensión política crece entre los países vecinos que reciben el mayor número de refugiados, decenas de miles de personas que escapan de guerras y conflictos sectarios y religiosos en Medio Oriente y África siguen llegando al sur del continente e intentan subir hasta los países más ricos.

El punto de entrada es Turquía y las paradisíacas islas griegas en el mar Egeo. Lo que otrora supo ser uno de los puntos turísticos más deseados, ahora se está convirtiendo en un escenario de dramas cotidianos.

Al menos 13 personas murieron hoy y otras 13 siguen desaparecidas después que el bote de goma en el que intentaban cruzar el Egeo desde las costas de Turquía chocó con un ferry turco y volcó, según informó la Guardia Costera griega y reprodujo la agencia de noticias lturca Dogan.

Los rescatistas sólo lograron salvar a 20 personas. En total, 46 refugiados oriundos de Medio Oriente viajaban en el precario bote y su destino era la isla griega de Lesbos.
A mediados de año, Europa reaccionó finalmente a la llegada masiva de refugiados de Medio Oriente y África cuando más de mil personas se ahogaron en apenas unos días en el Mar Mediterráneo.

En aquel momento, la ruta más utilizada por los refugiados iniciaba en los puertos de la anárquica Libia, en el norte de África, continuaba en el Mediterráneo y finalizaba en las costas de Italia, principalmente.

Cuando esa ruta se volvió muy cara y, especialmente, muy peligrosa, la incesante procesión de cientos de miles de refugiados cambió el rumbo hacia Turquía. Desde allí las islas griegas están a penas unos pocos kilómetros y la travesía es más barata y, según creían, menos peligrosa.

Ayer, una vez más, una niña de sólo cinco años murió ahogada cuando intentaba llegar a la isla de Lesbos, lo mismo que le pasó a Aylan, el chico de tres años cuya fotografía conmocionó al mundo entero.

Mientras el mayor peligro para los refugiados aún radica en cruzar el mar, donde ya murieron cerca de 2.900 este año, sus penurias no terminan allí.

Desde la semana pasada, cuando Hungría selló y militarizó su frontera sur con Serbia y el resto de los países de la llamada ruta de los Balcanes impuso controles limítrofes para frenar el ingreso masivo de personas, la columna interminable de refugiados rebota de un país a otro, intentando avanzar hacia el norte más rico y con posibilidades laborales.

“Estamos aquí desde ayer. Dormimos en carpas que nos han dado organizaciones humanitarias. Estamos muy cansados y no sabemos cuándo nos dejarán pasar a Eslovenia”, se quejó hoy un joven sirio en el paso fronterizo croata de Bregana, según la agencia de noticias EFE.

En el paso fronterizo de Bregana, entre Croacia y Eslovenia, cerca de la capital Zagreb, varios centenares de refugiados durmieron ayer al aire libre, pese a la lluvia y el frío, en una zona que se convirtió en una suerte de tierra de nadie.

“Tengo niños pequeños, se los llevaron con mi esposa. No sé dónde están y cómo los voy a encontrar”, explicó, desesperado, otro refugiado sirio.

Desde el miércoles pasado y tras la decisión de Hungría de cerrar su frontera sur, más de 25 mil  refugiados, principalmente de Medio Oriente, entraron al país desde Serbia.
En menos de 48 horas, Zagreb se declaró saturada, cerró su frontera y comenzó a llevar, de manera forzada, a miles de refugiados, especialmente mujeres y niños, a centros de recibida. Los hombres, en cambio, quedaron a atrás a la espera de una respuesta oficial.
Con las fronteras cerradas o con controles limítrofes, los países vecinos trasladan y movilizan a los refugiados en trenes y colectivos en cuentagotas, muchas veces separando familias, y sin explicar a sus pasajeros a dónde los llevan.

Según informó el gobierno croata, hoy trasladaron en un tren con once vagones a 2 mil recién llegados a la frontera húngara, desde donde deberían seguir camino a Austria.
Unos 11 mil refugiados de Oriente Medio llegaron ayer sábado a las fronteras de Austria y hoy se espera que arriben otros 7 mil, según un comunicado del Ministerio del Interior.
Llegarán de la frontera con Hungría y desde Eslovenia, y la mayoría seguramente seguirá camino hacia los países más ricos del norte del continente.

La Policía federal alemana anunció que esperan para hoy dos trenes con 500 refugiados cada uno desde Austria, mientras que otras cinco formaciones iguales llegarán mañana lunes. En total, 3.500 personas entrarán en 48 horas.

Hasta ahora los países europeos sólo han podido responder con este tipo de coordinación tensa y errática.

Por ejemplo, pese a ser uno de los gobiernos que más reclaman públicamente la recepción de refugiados en toda Europa, el primer ministro francés, Manuel Valls, advirtió hoy que la UE no “podrá recibir a todos los que quieren huir de zonas de conflicto o que están actualmente en campos de refugiados”.

El jefe de gobierno galo recordó que mientras ya llegaron 500 mil personas a Europa, los refugiados de la guerra civil siria ya ascienden a cinco millones, la mayoría instalada en campos dirigidos por la ONU en los países limítrofes: Turquía, Jordania y Líbano.
En un intento por frenar la llegada de cientos de miles de sirios, Alemania y Francia reclamarán en la cumbre de la UE del miércoles próximo que el bloque apruebe una partida millonaria para asistir a esos campos de refugiados.

Hace apenas unos días, la ONU había denunciado que los países donantes, entre ellos algunas de las potencias occidentales, no habían cumplido con sus cuotas de ayuda financiera, por lo que era prácticamente imposible seguir garantizando los servicios más básicos en estos gigantescos campos de refugiados sirios en Medio Oriente.

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