Cristina de Kirchner anunció el viernes pasado que enviará al Congreso un proyecto para transformar en ley la resolución de las Naciones Unidas sobre Principios Básicos para la Reestructuración de las Deudas Soberanas. En lenguaje local, se trata de la “resolución antibuitre”. La propia presidenta dio algunos indicios sobre la forma en que operará ese proyecto en la legislación local, algo que en el Congreso nadie tiene aún muy claro, aunque esta semana esperan un texto y comenzarán a debatirlo.
Como sea, esa anécdota sirve para abundar en la persistencia de un escenario que el peronismo mira con inquietud: Cristina de Kirchner no baja su agenda propia a pesar de estar a un mes de la elección presidencial y a 80 días de la transmisión del mando. Todo lo contrario: avanza con estrategia propia y con ideas que chocan con el mensaje que Daniel Scioli quiere enderezar en su campaña sabiendo que son irritantes para la Casa Rosada.
No es un panorama que sorprenda: todas las medidas que fue tomando la Casa Rosada en los últimos tiempos tienen la tendencia implícita de reforzar el poder del Congreso en la toma de decisiones, todo lo contrario a la práctica que se vio en los últimos años. Es desde allí, en los recintos, donde el kirchnerismo quiere guardarse en los dos años que vienen. Sin demasiado disimulo, Cristina de Kirchner, entonces, avanza como no lo hizo ningún otro presidente saliente hasta ahora: más que con una agenda, con una campaña propia que todo indica desplegará hasta el último día de su mandato y que no tiene casi puntos en común con la de Daniel Scioli.
Es lo que en el Senado definen: “Está la campaña electoral y está la campaña que hace ella, pero para ella misma. No para algún candidato”. La cuestión es que, a pesar de esas dudas que se emiten en sordina, en el Congreso los ejemplos al respecto sobran.
De la ONU al Congreso
El proyecto que refleja la resolución antibuitre de la ONU parece más una declaración de principios que una ley con efecto ejecutivo. “Es declamativo”, reconocen en el Senado. Para la presidenta Cristina de Kirchner no parece así.
El envío al Congreso de esa ley, que “declara de orden público los nueve principios básicos para los procesos de reestructuración de deuda soberana adoptada por la ONU en su resolución”, parece un antecedente del discurso que la presidenta dará la semana próxima ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
En la Cámara alta hay pocos indicios de cómo jugará legalmente ese proyecto, pero la votación se hará en cuanto el proyecto ingrese.
Acciones resguardadas
Otro punto de la agenda personal presidencial es la ley para blindar las acciones que tiene en cartera la Ansés de empresas privadas, heredadas de la estatización de las AFJP.
El proyecto es absolutamente propio y no tuvo contacto alguno con la campaña electoral del oficialismo. De hecho, consagra la idea de que, sea con mayoría agravada o simple, la decisión de vender esas acciones deberá pasar por el Congreso nacional.
Ese proyecto será ley mañana. Es una sesión especial que Julián Domínguez y Juliana Di Tullio acordaron con el apoyo de los aliados clásicos del kirchnerismo. Esa norma no tiene otro destinatario que el Congreso, ya que está destinada a atarle las manos en ese tema al próximo presidente, gane quien gane la elección.
Los recursos para 2016
En materia de administración de gobierno, finalmente, hay un tema que impactará más que ningún otro en el inicio de la futura presidencia: el presupuesto nacional 2016.
El proyecto de presupuesto de este año contiene menos disposiciones políticas que las ediciones anteriores. En obra pública dispone la licitación para la construcción de obras de generación eléctrica, todas hidráulicas, y prorroga fondos y subsidios.
Son sólo datos que en el futuro podrán o no ratificarse, pero en lo demás fija las proyecciones de dólar, inflación, crecimiento, bases del cálculo presupuestario como ocurre cualquier año. Como está organizado el cronograma de votación, será difícil que el próximo presidente pueda meter cuchara en el tema.
Diputados arrancará hoy con el debate del Presupuesto 2016 en la comisión de Presupuesto y Hacienda. Habrá consultas a funcionarios y dentro de una semana se firmará el dictamen.
Más exprés, imposible
De allí bajará al recinto de Diputados a una sesión especial. En resumen: la segunda semana de octubre será el momento de la votación; después vendrán las elecciones.
Es decir, cuando se conozca el nombre del sucesor de Cristina de Kirchner, el Presupuesto ya habrá sido votado en Diputados y pasado al Senado. Se sabe de sobra, y ahora también lo ratifican en el Senado, que es muy difícil que los proyectos de presupuesto nacional sean modificados en el Senado y vuelvan en revisión a Diputados.
No sucedió en los años recientes y será difícil que suceda ahora por una cuestión simple: si el ganador de la presidencial es Scioli, debería enfrentarse a votar el presupuesto después de la renovación de las cámaras con una nueva conformación en la que nadie tiene garantizados mayorías ni quorum propios.
Nadie piensa en el Congreso en pasar por el infierno de una nueva negociación tras la elección para modificar el presupuesto, como le tocó a Fernando de la Rúa en 1999.
Con ese panorama, no resulta extraño que el próximo presidente deba acatar la ley de Presupuesto que redactó el gobierno de Cristina de Kirchner y arreglárselas después para modificarla por decreto.
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