En su histórico discurso ante el Congreso de Estados Unidos, el papa Francisco abogó por «una economía incluyente y sustentable» y pidió la abolición de la pena de muerte, acabar con el tráfico de armas y ver a los inmigrantes como personas y no como números.
«La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo. Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte», dijo Francisco, primer papa en la historia en hablar ante el Congreso en Washington.
«Cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse de la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito», dijo sobre la pena de muerte, vigente en varios estados del país, provocando los aplausos de parte de los congresistas.
El Papa usó las figuras de Abraham Lincoln, Dorothy Day, Thomas Merton y Martin Luther King y citó la Declaración de Independencia de Estados Unidos para glosar un discurso de 50 minutos pronunciado en inglés ante una sesión conjunta de las dos cámaras en el Capitolio de Washington.
Miles de personas siguieron sus palabras frente al Congreso a través de pantallas gigantes.
El Papa celebró el acercamiento con países enemigos, en relación a las últimas negociaciones de Estados Unidos con Cuba e Irán.
«Deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado», dijo el pontífice.
Y respecto a la superación de conflictos, se preguntó: «¿Por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad?»
«Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas», reclamó.
El pontífice también alertó contra el «extremismo ideológico» y el «fundamentalismo de índole religiosa», así como ante «el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos».
El Papa, crítico del capitalismo desaforado, volvió a alertar de los peligros de servir al dinero. «Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas», afirmó en el centro del que quizás sea el país más capitalista.
Francisco volvió a pedir que el país abra los brazos a los «extranjeros» en un momento de crisis de refugiados en Europa y de controversia en Estados Unidos por cómo abordar la política migratoria.
«Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes», apeló a los congresistas.
«Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial (…) A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos?», se preguntó el pontífice.
«No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros (…) Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste», agregó, preocupado también por la lucha contra la pobreza y la protección de los desfavorecidos.
Como el día anterior ante el presidente Barack Obama en la Casa Blanca, el papa volvió a reclamar la protección del medio ambiente ante el cambio climático que muchos congresistas estadounidenses niegan.
«Aliento el esfuerzo valiente y responsable para reorientar el rumbo y para evitar las más grandes consecuencias que surgen del degrado ambiental provocado por la actividad humana», afirmó el papa, que pidió «implementar una cultura del cuidado».
Francisco el fin de semana asistirá en Filadelia al Encuentro Mundial de las Familias.
«No puedo esconder mi preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior», dijo al Congreso. «Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia», afirmó.
Tras su exposición, Francisco visitará el centro caritativo de la parroquia de St Patrick, donde se reunirá con personas «sin techo», en el último punto de su agenda en la capital.
A las 16 locales, el Papa partirá en avión hacia Nueva York, donde aterrizará una hora después en el aeropuerto Jfk. Allí un helicóptero lo llevará a Manhattan.
Tiene previsto a las 18.45 una reunión con el clero en la catedral de San Patricio, en la Quinta Avenida.
Permanecerá en Nueva York hasta este viernes, cuando hablará en la asamblea nacional de la ONU y participará en un encuentro interreligioso en el Ground Zero.