La Afip, a través de la Aduana, secuestró 3,730 kilos de una sustancia de color rosa que tendría las características de “2cb” (“tusibí”), una nueva droga sintética de diseño que dos ciudadanos colombianos intentaron ingresar al país por el Puente Internacional La Quiaca-Villazón, en la frontera con el Estado Plurinacional de Bolivia.
La sustancia, un polvo de color rosado, estaba acondicionada en los espaldares de dos mochilas y los reactivos dieron positivo a la presencia de derivados anfetamínicos.
La droga sería “2cb”, que fue introducida en Latinomérica desde Europa hace 10 años con el auge del éxtasis. Provoca efectos de multiplicación sensorial, con significativo aumento de los sentidos visuales, auditivos y táctiles, y que se encuentra incluida como sustancia psicotrópica en la legislación nacional.
El hallazgo se produjo en un procedimiento de rutina donde los funcionarios de la Aduana advirtieron una actitud de nerviosismo de una persona con pasaporte colombiano que intentaba ingresar al país. Al realizar la revisión se observó un sobrepeso en el espaldar de la mochila que alcanzaba los 2,220 kilogramos de una sustancia en polvo color rosado.
Posteriormente se ubicó a otra persona con pasaporte colombiano que estaba por abordar un colectivo de línea con destino a San Salvador de Jujuy y que llevaba en su mochila 1,510 kilogramos de la misma sustancia.
Se dio intervención a la Fiscalía Federal N° 2 de Jujuy, que imputó a los dos ciudadanos colombianos por el delito de tentativa de contrabando de importación de sustancias estupefacientes, con detención de los inculpados.
La sustancia
En principio por sus características pertenecería a la familia de las feniletilaminas que derivan de las anfetaminas, y correspondería a la droga conocida como “2cb” o “nexus”, que fue sintetizada por primera vez en Alemania en 1974.
A dosis bajas predominan los efectos estimulantes y de bienestar, que se acrecientan como impactos energéticos y psicodélicos a dosis más altas. Se trataría de una nueva droga sintética de diseño y tiene un elevado costo, que puede alcanzar hasta 15 veces más que la cocaína. Su importante valor limita su masificación, y su consumo, mezclada con bebidas energizantes, predomina en las fiestas electrónicas.