En la primera mitad del siglo XX no existía Facebook, sin embargo la gente disfrutaba de eventos en familia y con amigos, festejaba cumpleaños, se iba de vacaciones y tomaba fotografías de ello. Para dar lugar a esos registros y conocer cómo eran las formas de sociabilizar en esa época, donde no existía la exposición de la vida privada que en la actualidad permiten las redes sociales, un grupo de la unidad en red Investigaciones Socio-Históricas Regionales (Ishir) creó el Archivo Visual de la Sociabilidad Santafesina, con el objetivo principal de utilizar el material como insumo en la investigación histórica.
“Se suele caer en el lugar común de pensar que los archivos son espacios estáticos que guardan papeles, sin embargo la verdad es que los archivos superan ampliamente eso”, diferencia la investigadora del Conicet Sandra Fernández, responsable del proyecto Archivo Visual de la Sociabilidad Santafesina, que recibió aportes de la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación de la provincia.
“Resguardar el material fotográfico permite rescatar una vida social que en general las fuentes tradicionales no incluyen, que es la vida social de los sectores populares”, señala Fernández. “Los espacios donde se gesta la sociabilidad suelen ser cotidianos, informales, es decir, escapan a los registros de las instituciones”, indica la investigadora.
Y marca que las fotografías que suelen encontrarse de esa época, a excepción de las que van quedando olvidadas en las mismas familias –y muchas veces terminan destruidas–, en general forman parte de la colección de algún fotógrafo o pertenecen a clubes y otras organizaciones. “Es decir, tienen algún nivel de institucionalidad; por eso, este proyecto se propone recuperar las fuentes que estuvieran en manos de las personas por fuera de las instituciones”.
El archivo está alojado en el sitio www.archivovisualsociabilidad.wordpress.com y va creciendo gracias a las donaciones de personas que prestan sus fotografías para su escaneo y sistematización.
Acompañar los cambios
Sandra Fernández marca que durante mucho tiempo la historia quedó adherida, “con una marca positivista muy fuerte”, a la utilización de fuentes escritas. “Eso se ha modificado desde la segunda posguerra en adelante, pero en estos últimos años se ha transformado muchísimo más: primero con la incorporación de los testimonios orales en la investigación histórica, y ahora con la utilización de las fuentes visuales, tanto las fijas como en movimiento, que son susceptibles de ser analizadas y no se utilizan exclusivamente como ilustración o ejemplificación”, explica.
“La investigación histórica y los archivos se están transformando vertiginosamente en función de los cambios tecnológicos”, sostiene Fernández y agrega al respecto que la información ya no se releva más en el papel sino que se trabaja sobre las digitalizaciones que se producen, sistematizan, e interpretan en otro espacio que es el de la casa, la universidad, el estudio.
“Una fotografía pasa de mano en mano. Cuando en general muere quien la ha resguardado pasa a sus herederos, en el mejor de los casos se coloca en una caja y se escriben los nombres de los sujetos y las situaciones. Pero en otros casos, esas fotografías terminan siendo descartadas, y van a la basura. Uno de nuestros propósitos era recuperar esa memoria, resguardarla pero no sólo en clave de memoria, sino también como insumo para investigación histórica”, cuenta la investigadora.
Compartir las fuentes
El material alojado en el Archivo Visual de la Sociabilidad Santafesina se encuentra disponible para todo aquel que lo desee consultar. “Yo creo que tanto la información que nosotros manejamos, nuestra producción individual, académica, como las fuentes y los archivos, deben ser de uso público, eso me parece que debe ser también una de las metas centrales de las investigaciones” manifestó Fernández.
“Que las fuentes, la documentación, el soporte, estén a disposición del público, hace que mejoren al mismo tiempo la calidad de la investigación en ciencias sociales, y el vínculo que uno puede tener con la sociedad en su conjunto. Las nuevas tecnologías permiten un acceso directo, rápido, eficiente, pueden acercar información, conocimiento, estimular de alguna manera lo que significa reconocer nuestro pasado, y en ese reconocimiento del pasado también poder ser críticos no solamente consumiendo lo que los investigadores producen, sino también viendo las condiciones, o sobre qué elementos estos investigadores están produciendo esa investigación” sostiene Fernández.
Conocer mediante fotos
La fotografía puede servir como insumo de la investigación científica, ya que permite el acercamiento a marcas concretas de las formas de sociabilizar de una época. “La fotografía, entre los años 30 y 60 recorre a todo el cuerpo social, y lo que se puede observar es que los sectores populares no sólo optaban por el retrato que congelaba esa foto de los niños o de los matrimonios, sino que la foto era espontánea y no solamente hablaba de los sujetos sino que también decía mucho de los espacios sociales donde se desenvolvían: los parques por los que paseaban, los lugares donde bailaban, los centros donde pasaban sus vacaciones”, narra Fernández.
La investigadora hace notar que “los sectores populares siempre fueron débiles en la formación de fuentes clásicas escritas”, a diferencia de las instituciones, los Estados, los sectores dominantes, que tienen en su haber la mayor cantidad fuentes escritas tradicionales. “Los sectores populares siempre van mucho más a la zaga, por eso las fuentes que se utilizan para reconstruir requieren de creatividad. Por ejemplo, en el archivo hay fotos ligadas al mundo laboral, donde se puede observar cómo se trabajaba en un horno de ladrillos, en un almacén, cuáles eran las características de los distintos tipos de trabajo. Eso es muy difícil de encontrar en una fuente escrita, y permite obtener herramientas para hacer ejercicios de comprensión alrededor de la vida de los sujetos”, reflexiona Fernandez.
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