Los participantes del Sínodo de la familia aprobaron con mayoría de dos tercios los 94 puntos de su documento final, en el que se abre la vía a evaluar caso por caso el acceso a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar.
En tres de estos 94 puntos -los que más votos negativos tuvieron- se aborda esta cuestión y se explica que los «bautizados que se han divorciado y vuelto a casar deben ser más integrados en las comunidades cristianas en las distintas maneras posibles, pero evitando en cualquier caso dar escándalo».
También se invita a utilizar el método del discernimiento, la valoración caso por caso, por parte de los sacerdotes durante la confesión.
La Iglesia reiteró la «tolerancia cero» contra la pedofilia. Al hablar de la violencia en el interior de la familia se subraya la necesidad de una «estrecha colaboración con la justicia».
Sobre los niños en especial, se llama a que «en la Iglesia sea mantenida la tolerancia cero junto al acompañamiento de las familias».
El Sínodo de Obispos reiteró además que «cada persona, independientemente de su tendencia sexual» debe ser «respetada en su dignidad y acogida con respeto, con el cuidado de evitar toda marcha de injusta discriminación», pidiendo «una específica atención sobre el acompañamiento de las familias en el cual viven las personas con tendencia homosexual, con el cuidado de evitar cualquier marca de injusta discriminación».
Aunque sostiene que en torno a las uniones gay no hay «fundamento alguno» para analogías «ni siquiera remotas» con el matrimonio y la familia.
«El Sínodo considera del todo inaceptable -se lee en la Relación- que las Iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen las ayudas financieras a los países pobres al a introducción de leyes que instituyan el ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo».
Este Sínodo se recordará por el clima enrarecido que han creado noticias como la confesión de su homosexualidad del cura y miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe el polaco Krysztof Charamsa.
Así como la filtración de una carta con la supuesta firma de 13 cardenales dirigida al papa con acusaciones y críticas de cómo se desarrollaba el Sínodo.
Y por último, la noticia de que el papa tendría un tumor cerebral y que fue categóricamente desmentida por el Vaticano, pero que hizo que muchos representantes de la Iglesia hablasen de extrañas conjuras contra Francisco o intentos de manipulación del Sínodo.