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Tres ladrones poco expertos condenados en un abreviado

Durante el intento de robo, uno de los asaltantes baleó a su cómplice, sin querer: en dos oportunidades, cuatro tiros.

Dos hombres fueron condenados en un juicio abreviado a la pena de 3 años y cuatro meses de prisión por tentativa de robo calificado por el uso de arma de fuego, luego de que fueran detenidos en una entradera que salió muy mal. Es que la investigación del caso permitió conocer qué fue lo que pasó dentro de la casa a la que habían entrado los muchachos y reconstruir cómo fue que uno de los asaltantes terminó baleado por error por uno de sus compinches. Los detalles son tragicómicos.

Si fuera una escena de una película de humor, al estilo de “Mi pobre angelito” o “Tonto y Retonto”, más de un espectador se quejaría por la falta de verosimilitud, acusando al director del film de haber abusado de un recurso para hacer reír. Sin embargo la historia ocurrió y fue en medio del intento de robo a una familia de Fisherton.

El miércoles 25 de febrero, más o menos a las 9.30, un hombre estaba entrando el auto a la cochera de su casa, en La República al 8300, cuando se le aparecieron dos muchachos armados que se colaron en su domicilio. Eran Marcelo y Braulio, quienes obligaron al conductor a bajarse del rodado y, con él como rehén, amenazaron a los otros miembros de la familia para que se queden quietos y acaten sus órdenes.

De acuerdo a investigadores del hecho, los ladrones pretendían que las víctimas les dijeran dónde tenían guardado dinero y objetos de valor; pero, mientras intentaban amedrentar a los dueños de casa para resolver rápido el robo, comenzaron a tener una discusión entre ellos. Forcejearon, se insultaron y en un momento determinado a Braulio se le escapó un tiro que dio en una pierna de Marcelo. “Con el balazo, los choros se pusieron muy nerviosos y, entre insultos, decidieron irse del lugar”, explicó un allegado al caso. Pero las complicaciones recién comenzaban.

Según fuentes de la investigación, Marcelo y Braulio salieron al patio delantero del casa y, al intentar abrir la puerta de calle, se dieron cuenta que los dueños la habían cerrado. En la desesperación de la huida, los ladrones comenzaron a trepar el muro que separa la casa de la vía pública. Al parecer, Braulio no sólo era descuidado manipulando el arma, sino que tampoco sabía cómo ponerle el seguro, porque mientras trepaba le metió tres tiros más a su cómplice; que herido y todo logró llegar a la calle. A los tumbos, Marcelo se arrojó en la parte trasera de una camioneta Renault Kangoo que los esperaba en la puerta, con José Luis al volante, un hombre que tiene una pierna ortopédica. Atrás de él se subió su cómplice y agresor; y juntos se fugaron de la casa del asalto trunco.

De todas maneras su escape no duró mucho, porque una de las víctimas llamó al 911 para contar lo que había pasado y los asaltantes fueron arrestados a pocas cuadras del lugar. “Cuando los encontraron los policías, el baleado no paraba de gritar y pedir ayuda”, contó a El Ciudadano un vocero del caso.

Mientras Braulio y José Luis eran trasladados a la Comisaría 17ª, Marcelo fue a parar al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde ingresó en estado delicado y lo operaron para salvarle la vida. De acuerdo al parte médico, tenía cuatro heridas de arma de fuego: en tórax, el codo derecho, la pierna derecha y la pierna izquierda. El herido logró reponerse de las heridas y, una vez que fue dado de alta, quedó detenido.

En el marco de la investigación por el intento de asalto los tres cómplices fueron acusados de tentativa de robo agravado por el uso de arma. Ante las pruebas concluyentes que los inculpaban, los abogados defensores llegaron a un acuerdo con el fiscal Nicolás Foppiani para abreviar el juicio. Así fue como Marcelo y Braulio fueron condenados a 3 años y cuatro meses de prisión. José Luis debía hacer lo mismo, pero nunca se presentó a firmar el acuerdo.

Según un allegado al caso, Marcelo aseguró que Braulio le disparó por error y nunca tuvo intención de lastimarlo.

La pata y la domiciliaria

José Luis fue declarado en rebeldía, porque cuando lo fueron a buscar a su casa para que estampe su firma en el juicio abreviado no lo encontraron. Él estaba con prisión domiciliaria luego de que su abogado, Marcos Cella, denunciara que en la seccional 17ª, tras su arresto, había sido golpeado en forma salvaje. “Tenía la cara desfigurada y le quebraron una costilla”, contó el letrado a El Ciudadano; quien agregó que no conformes con la paliza que le propiciaron, los uniformados de la comisaría de Fisherton le rompieron a su defendido la prótesis que usaba en una de sus piernas, tras ser amputado.

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