Sin final pero con chance de revancha. Los Pumas no pudieron con los Wallabies y jugarán por el tercer puesto ante Sudáfrica el próximo viernes en el Estadio Olímpico de Londres. Fue derrota 2-15 ante Australia en Twickenham, por una de las semifinales de la Copa del Mundo. Argentina dejó todo y fue fiel a la idea de juego que propone Daniel Hourcade, que lo depositó entre los mejores cuatro del torneo, pero enfrente tuvo un bravo rival que le propuso un partido muy físico y que lo superó en esos pequeños detalles que a veces marcan estar o no en una final. En el seleccionado argentino fueron titulares los rosarinos Leonardo Senatore y Juan Imhoff, en tanto en el complemento ingresó Jerónimo de la Fuente.
La impresión es que Michael Cheika estuvo con Marty McFly (protagonista de la película Volver al Futuro) en la semana. Como si el head coach aussie ya hubiese visto el partido, Australia anticipó en el inicio todo lo que hacía Argentina.
Los Wallabies jugaron todo el primer tiempo sobre el límite, marcando bien arriba y ahogando la génesis del juego criollo. En cada reagrupamiento, ese bendito y maldito breakdown del que tanto se habló en la previa, tuvo predominio del equipo australiano, y para que la situación sea más complicada para los argentinos, la marca fue con mucha agresividad, lo que provocó la pronta salida de Juan Imhoff, una baja sensible para el conjunto argentino.
Lo mejor de Los Pumas llegó en el cierre de la etapa y sin rédito en el marcador. El equipo volvió a las fuentes, con ese juego dinámico que lo puso en semifinales y despertó admiración. Se cortó Cordero, habilitó a Hernández y sobre la marca, el Mago con un pase de revés intentó que Tuculet llegara al try, pero el fullback no pudo controlar la pelota y se fue el primer tiempo. Y a pesar de la superioridad australiana en el juego, el marcador aún abría una luz de esperanza.
En los últimos cuarenta minutos, el trámite se emparejó a partir de las correcciones de Argentina. Pero quedó claro que no era la tarde del equipo dirigido por Hourcade, y en esas pequeñas situaciones que la suerte decide ir a un lado o a otro, la fortuna siempre fue para Australia.
Cuando era el momento celeste y blanco, y el try rondaba por la zona de 22 de los Wallabies, con el partido en un cerrado 22-15, apareció el tercer try de Ashley-Cooper tras una corrida infernal de Mitchelll, y a nueve minutos del final el pleito quedó sentenciado.
En el cierre hubo chances de apoyar ese try tan buscado, pero no llegó. Algunos errores y la presencia enfrente de uno de los mejores del mundo lo evitaron.
Los Pumas dejaron todo, enfrentaron la adversidad sin importar nada, no se podían fallar a ellos mismos y no podían fallarles a los miles que se hicieron presentes en la Catedral del Rugby, ni tampoco a los millones que los siguieron atentamente desde sus casas en Argentina, muchos sin conocer de rugby, pero seducidos por un grupo que deja todo por la causa.
Hay que ponerse de pie y aplaudir. Los Pumas sin ningún vedetismo, sin grandes presupuestos, sin luminarias, pusieron al rugby y al deporte argentino entre los mejores del mundo. Pero esto no termina hoy, pueden y van a ir por más.
Estos jugadores son verdaderos embajadores de Argentina; ejemplos de sacrificio, que en ningún momento atinaron a realizar ninguna maniobra fuera de las reglas para superar la adversidad. Un equipo muy joven con mucho futuro. Y si cuatro años de Rugby Championship lograron esto, compitiendo en el Súper Rugby, la cosecha futura promete más alegrías y seguramente tendrá una revancha dentro de cuatro años en Japçon. Se puede soñar.