Argentina busca la segunda medalla de bronce de su historia en un Mundial de rugby, el viernes contra Sudáfrica en el Estadio Olímpico de Londres, tras el tercer puesto obtenido en 2007. Y no lo tendrá fácil, su rival ha sido dos veces campeón mundial.
Ambos llegan a este partido con la desilusión de haber perdido en semifinales. Sudáfrica puso las cosas difíciles a Nueva Zelanda, cayendo por 20-18, mientras que Argentina nada pudo hacer ante Australia (29-15). Los dos ganadores se jugarán el título el sábado en Twickenham.
Los Pumas llegan con la confianza de haber obtenido en agosto la primera victoria de su historia contra Sudáfrica, en Durban, en el Rugby Championship, por 37-25.
El equipo que haya sabido superar la decepción y que sepa motivarse lo suficiente para este partido, tendrá un porcentaje alto de ganarlo.
Si se tienen en cuentas las palabras del seleccionador sudafricano, Heyneke Meyer, sobre la importancia que da al partido para los Springboks, este duelo poco puede aportar a un equipo que ha ganado dos títulos mundiales, el último en 2007, tras derrotar en semifinales precisamente a Argentina.
«Mentalmente, este partido es muy duro y no significa nada para mí. Es como besar a tu hermana», afirmó Meyer, en referencia a la poca pasión que le despertaba el encuentro.
El seleccionador argentino, Daniel Hourcade, en cambio, le concede mucha importancia, ya que permitiría igualar el mejor puesto en un Mundial en caso de victoria.
«Lo queremos jugar. Hubiésemos preferido la final, pero es muy importante. Subir al podio es un sueño y vamos a intentar buscarlo», afirmó el técnico de los Pumas.
Hourcade cambiará a más de la mitad del equipo, con nueve novedades con respecto al equipo que perdió en semifinales contra Australia.
Ante la ausencia de su capitán Agustín Creevy, Hourcade decidió confiar la capitanía al apertura Nicolás Sánchez, que cumplió 27 años cuatro días antes del partido, que es el máximo goleador del torneo con 89 puntos.