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La campaña está puesta en los massistas indecisos

En el duelo de spots, el macrismo y el sciolismo salieron a probar distintas armas: Macri se ataja, vía María Eugenia Vidal y con nuevos eslóganes, de las acusaciones sobre que dará marcha atrás con políticas instauradas en estos años. Scioli, en tanto, personalizó absolutamente la campaña: “Que gane Scioli” y “Mejor Scioli” son dos mensajes de la campaña que tienen usinas publicitarias diferentes porque hay dos equipos simultáneos.

En el duelo de spots, el macrismo y el sciolismo salieron a probar distintas armas: Macri se ataja, vía María Eugenia Vidal y con nuevos eslóganes, de las acusaciones sobre que dará marcha atrás con políticas instauradas en estos años. Scioli, en tanto, personalizó absolutamente la campaña: “Que gane Scioli” y “Mejor Scioli” son dos mensajes de la campaña que tienen usinas publicitarias diferentes porque hay dos equipos simultáneos.

La suerte del balotaje depende de un puñado de massistas indecisos: aunque más de la mitad de los votantes de Sergio Massa migran, según los sondeos del PJ, hacia Mauricio Macri y otro 25 por ciento prefiere a Daniel Scioli, los 20 puntos que permanecen inciertos y volátiles son los que pueden determinar el resultado del 22-N. Algo así como la maldición de la minoría.

En números, se trata de algo más de 1 millón de votantes que el 25-O eligieron la boleta de UNA y que ahora, a diferencia de los otros 4,3 millones (que se reparten 2,7 millones a Macri y 1,6 millones a Scioli) navegan entre las dos opciones. Ese universo electoral es el que numéricamente puede, en el tirón final, emparejar el duelo o darle un plus a Macri para que amplíe la ventaja.

La TV, penúltima apuesta

Como detalló este diario el lunes, el candidato del FpV apuesta al ring del debate televisado, que se espera de más de 50 puntos de rating, para “desenmascarar” a Macri y dejarlo expuesto. Aunque deja la campaña más dura en otras voces y otras usinas, Scioli espera poner en aprieto a Macri en cuestiones puntuales sobre la economía y las políticas sociales. Es, en un tono menos furibundo, el enfoque de lo que el PRO denuncia como campaña del miedo y forzó a Cambiemos a reorientar discurso y eslóganes: fortalecieron la promesa de que no darán marcha atrás con programas y no quitarán planes educativos y sociales.

Los anti-todo

Los fantasmas en torno a Macri dieron su fruto, dicen en el sciolismo, porque le permitieron acortar la brecha que tenía Cambiemos. Pero en ese cúmulo de massistas inciertos, que aparecen como la llave para ganar la elección, no terminó de permear el temor al PRO. “Ese grupo es anti-Macri y es anti-Cristina, hay que ver cuál de las dos resistencias es más importante a la hora de votar”, explicó un operador del PJ que martilla, hace tiempo, sobre la idea de la deskirchnerización de Scioli.

Quintas columnas

El sciolismo, en etapa de reacción extrema, empezó a susurrar una frase herética para el mundo K. “Los que quieren que se termine el kirchnerismo voten a Scioli, porque si gana Macri, Cristina va a permanecer como jefa de la oposición” ensaya, sin filtro, un armador territorial que opera en el conurbano oeste. Fue, curiosamente o no, la misma frase que días atrás usó Fernando Esteche, jefe de Quebracho, en un reportaje con el canal QM: “Si Scioli gana es la muerte del kirchnerismo”, dijo el dirigente y argumentó que “sectores K” le hicieron una “contracampaña a Scioli”. “Los pueblos te pasan factura y acá (hubo) falta de acompañamiento, sabotaje, boicot a la propia candidatura”, detalló.

Show PJ

El martes que viene, prebalotaje, en el sprint definitivo, Scioli hará un gesto hiperperonizador en un acto ultra PJ convocado por José Luis Gioja en San Juan. Se juntarán gobernadores y caciques peronistas de todo el país y, además de apuntar a incrementar la expectativa en Mendoza –la provincia donde peor le fue comparado con otras elecciones–, también hará gestos de desmarque de la Casa Rosada.

Reclamos internos

Así como Juan Manuel Urtubey despliega, cada vez que puede, reproches a los manejos de Cristina de Kirchner y de La Cámpora, los gobernadores del PJ se mueven, con un perfil más bajo, en la misma dirección y le piden a Scioli que pegue un volantazo en ese sentido. En el equipo de Scioli, que entregó la campaña publicitaria a dos laboratorios diferentes y paralelos, dudan de la efectividad, en la última semana, de un despegue violento de Cristina aunque no descartan que eso pueda ocurrir.

Demasiado optimismo

En verdad, Scioli y la presidenta sobreestimaron las capacidades mutuas: la jefa del Estado sobrevaloró la capacidad de atractivo electoral no K que le prometía Scioli, y el candidato pensó que el 50 por ciento de imagen positiva de la mandataria sería un envión extra para empujarlo hacia arriba y consolidarlo. Los dos augurios fallaron: Scioli no sumó lo que Cristina esperaba; y Cristina no empujó lo que Scioli suponía. El resultado se vio, en dos episodios casi calcados, el 9-A y el 25-O.

“Entonces, era mentira que tenía votos propios”, dijo la mandataria cuando repasó el escrutinio de las Paso, lo mismo que supuso en 2013 cuando eligió a Martín Insaurralde como primer diputado pero ella se puso al frente de la campaña con un resultado desastroso: sacó menos de 30 puntos en la provincia de Buenos Aires.

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