La tormenta pasó por la región pero ayer en el Palacio Vasallo parecía que ahí se había quedado. Tras el acto de jura, los nuevos ediles no lograban avanzar en el paso siguiente, que era la elección de nuevas autoridades. Tras diez horas de cabildeos la única certeza indiscutible que se escuchaba en los pasillos era que la titularidad del Cuerpo Legislativo le correspondía al oficialismo. Y había, en rigor, otras dos cuestiones que se daban por seguras: una, que no había ya posibilidad en el Frente Progresista de estrechar filas alrededor de una única figura. La otra era que al frente iba a estar una mujer. Dos radicales, Daniela León, del bloque Unión Cívica Radical, y María Eugenia Schmuck, de la flamante bancada Radicales Progresistas, agotaban los esfuerzos, cada una por su lado, para llegar al sitial. Pero la primera era quien, a la hora de las definiciones, había recibido el espaldarazo desde el Palacio de los Leones. Y efectivamente, pasadas 21, se votaba a quien sucedería al socialista Miguel Zamarini tras una década al frente del Palacio Vasallo. Y resultó León.
Los cabildeos fueron el dato clave de la jornada de ayer tras la jura de 17 ediles. De ellos, 15 inician mandato por cuatro años: 5 ya ocupaban bancas y renovaron; 9 se asoman por primera vez al Concejo y uno, Horacio Ghirardi, vuelve luego de años como funcionario provincial. Los otros dos, que también estrenan por primera vez una banca, ingresaron por dos años, para completar el período de quienes los precedían: son los casos de Renata Gilhotti, del PRO, que ocupará el lugar de Anita Martínez, ahora diputada nacional, y de Verónica Irízar, del Partido Socialista, quien reemplaza a Miguel Cappiello, ahora senador provincial.
Escalera compleja
Con todos los ediles ya juramentados, todo pasaba a internarse en un complejo proceso, como lo significaba la convivencia, por unas horas, del “nuevo” y el “viejo” Concejo. Es que los concejales, con la nueva composición de 28 bancas, debían elegir las autoridades con las que seguiría funcionando el cuerpo, habida cuenta de que pasadas las 23.59 concluían mandatos. Para peor, ni Zamarini, como titular, ni María Julia Bonifacio, del PRO, como vicepresidenta segunda, lograron ser reelectos, por lo que además de dejar de ser autoridades, dejaban de ser ediles. Sólo la vicepresidenta primera, Norma López, del Frente para la Victoria, era quien tenía permanencia en su banca y quien, cuando al fin esa sesión pudo comenzar, la encabezó.
Culminada esa primera parte, si se podía, llegaba el turno del “viejo” Concejo. Es que ese cuerpo, de 24 ediles, era el que había recibido el proyecto oficial de Presupuesto 2016 y que había comenzado a tratarlo, junto a un revalúo para el cálculo de la Tasa General de Inmuebles, ambos con dictamen favorable de comisión. Éste despacho, como los salientes ediles, también perdía vigencia a las 23.59, y si no se votaba “al menos algo” –decían en los pasillos– todo quedaría en manos de la nueva composición, con más de media docena de concejales que no sólo no accedieron al fárrago de las cuentas públicas de la ciudad para el próximo año, sino que jamás vieron un proyecto de presupuesto.
Una de las posibilidades, en ese escenario, era una suerte de tratamiento exprés: a las 23, ya contrarreloj, sonaba el timbre llamando a sesionar.
Así las cosas, y en el marco de esperables y fuertes críticas opositoras, al cierre de esta edición se procedió a votar a libro cerrado el plan de presupuesto y su anexo de revalúo para el aumento de la TGI, lo que se impuso por 13 votos a 11.
Un resquicio
Horas antes, pasadas las 18, y cuando todo eran dudas, Facebook y Twitter aparecieron sembrados de felicitaciones a Daniela León como nueva presidenta del Concejo, aunque para entonces sólo había rumores, se daban por hecho que León tenía garantizados los votos para serlo.
Como confirmando el adelanto de las redes sociales, pasadas las 19 los miembros del “nuevo” Concejo comenzaron a sentarse en sus bancas. Y llegaron los primeros cruces: desde la oposición cuestionaron con dureza que el oficialismo no hubiera podido “resolver su interna” y llegar a la sesión con candidatura unificada.
“Cada uno está haciendo su show”, se quejó un funcionario de prensa ligado al oficialismo. No parecía errado, pero las implicancias políticas eran más severas: con un oficialismo dividido, aunque mayoritariamente volcado por León, se podía dar casi por definitivamente caída la idea de un bloque único del Frente Progresista, como se había casi presentado en una conferencia en la que Mónica Fein, ya reelecta, posó junto a varios ediles, entre ellos la propia Schmuck, que estaba a su lado.
Ahora la chance de una bancada única que refleje en el Palacio Vasallo la “impronta frentista” que imprimió Fein a su nuevo gabinete es remota, si no imposible.
Así se terminó de ver en la votación que minutos antes de las 21, consagró a León.
Fueron 17 votos contra 10 con una abstención, con la sorpresa de que no sólo el oficialismo jugaba dividido: también pasó en el kirchnerismo, alentando versiones de dos bloques FPV.
En concreto, por León votaron Jorge Boasso (bloque Radical), los cinco ediles del PRO –Carlos Cardozo, Alejandro Roselló, Gabriel Chumpitaz, Agustina Bouza y Renata Ghilotti–, Eduardo Toniolli y Marina Magnani (Frente para la Victoria), Diego Giuliano (Rosario Federal), Aldo Poy (Partido Demócrata Progresista), Martín Rosúa (UCR 1983), Lorena Giménez (Partido del Progreso Social), Carlos Cossia (Peronismo Solidario), Horacio Ghirardi, Enrique Estévez y Verónica Irízar (Partido Socialista), y la misma León.
A simple vista se aprecia, por un lado, la transversalidad de la opción, y por otro lado la dispersión.
La misma característica de quienes votaron por Schmuck: además de ella lo hicieron Juan Monteverde, Pedro Salinas y Caren Tepp (Ciudad Futura), Norma López (Frente para la Victoria), Carlos Comi (ARI-Coalición Cívica), Osvaldo Miatello y Carola Nin (Compromiso con Rosario) y Fernanda Gigliani (Iniciativa Popular).
La elección se completa con la abstención de Celeste Lepratti, del Frente Social y Popular.
Menos engorrosa fue la elección del vicepresidente primero, que convalidó al periodista Charly Cardozo y, con él, al PRO como segunda fuerza electoral en la ciudad: lo votaron todos, con las abstenciones de él mismo y de Lepratti, quien simplemente dijo que no podía hacerlo: recordó su pasado como vocero de Carlos Reutemann cuando era gobernador, que fue precisamente cuando se cometió el asesinato de su hermano, el Pocho Lepratti, en el Diciembre Negro de 2001.
Distinta fue la elección para la vicepresidencia segunda, que a la vez significó un fuerte reconocimiento político al frente que surgió de la organización Giros: Caren Tepp fue votada por unanimidad, sin abstención alguna.
Con todo, la elección cerró con la designación de nuevas autoridades para la Oficina Municipal del Consumidor: será la desde hoy ex concejala del PRO María Julia Bonifacio quien estará al frente, secundada por un ex titular de la entidad, el kirchnerista Roberto Montero.