Las especulaciones en torno de la fuga más mediática de la historia del crimen argentino son muchas y se contradicen. El motivo es la falta de datos que determina que se construyan historias que luego se desmoronan. Ricardo Ragendorfer, autor de La Bonaerense y La secta del gatillo analizó el complejo caso.
Una de las puntas que sobrevuela la fuga tiene que ver con la posibilidad de que tanto la Policía bonaerense, como el Servicio Penitenciario provincial utilicen la fuga más famosa para marcar la cancha al gobierno de María Eugenia Vidal.
“En el aspecto fáctico puede deberse a la casualidad, a un plan de los fugados o a que tenga una intencionalidad política”, explicó. De todos modos recordó que el célebre ladrón de bancos Daniel “Tractorcito” Cabrera, integrante de La Superbanda del Gordo Valor, se escapó a poco de la asunción de Fernando de la Rúa, algo que no fue planeado, sino una casualidad.
Opereta
“Debido al tema de la efedrina, y la operación de la que fue parte Martín Lanatta para denostar a Aníbal Fernández a través de una entrevista en el programa Periodismo Para Todos, el caso tiene un trasfondo político, porque se agita esa posibilidad. Se escucha que fue un pago por los servicios prestados, que fue una estrategia de la Policía y el Servicio Penitenciario para marcarle la cancha al nuevo gobierno, o la hipótesis preferida del macrismo que sostiene que es el brazo del narcotráfico que opera en la Argentina”, sostiene el periodista. Para Ragendorfer, “si bien hay posibilidades que haya sido algo de eso, no hay nada que permita afirmarlo. Lo que está claro es que los tipos deben haber cobrado un dinero importante por la entrevista. Y un condenado a perpetua con mucha plata no se compra un departamento, ni planifica vacaciones. Lo que hace con dinero es comprarse una fuga”.
Para Ragendorfer, la fuga tensó para siempre la relación entre el incipiente gobierno, la Policía y el Servicio Penitenciario. Pero también dejó en claro que el flamante Ejecutivo provincial no tenía ninguna política hacia ellos: puso al desnudo la inoperancia y la improvisación en un área muy compleja.
En el caso se vive día a día un toque de absurdo. “Después de tiroteo con los policías, que es un hecho grave, aparece (el ministro de Seguridad bonaerense Cristian) Ritondo diciendo que están rodeados, pero pasan los días y no aparecen”.
Nuevo cine argentino
“Recién miraba en televisión a un gendarme que explicaba: «En estos casos utilizamos tres principios: la sorpresa, la rapidez y la violencia en acción: la sorpresa es porque los sorprendemos; la rapidez es porque trabajamos rápido, y la violencia en acción significa un montón de cosas». Yo lo escuchaba y pensaba: esto es el nuevo cine argentino”.
Los Lanatta junto con Víctor Schillaci estaban presos por asesinar en Leopoldo Bina, Damián Ferrón y Sebastián Forza en agosto de 2008. Los tres cuerpos sometidos a torturas habían sido encontrados en General Rodríguez, aunque según se supo los habían matado en Quilmes.
“El motivo del crimen es que Forza, además de deberle mucho dinero a Ibar Pérez Corradi (sindicado instigador del triple homicidio y quien se mantiene prófugo), también se quiere apropiar del negocio de venta de efedrina a los mexicanos”, recordó Ragendorfer. La efedrina era importada en forma legal desde India y China. “Era legal sólo en la Argentina, por un hueco en la ley aduanera. La traían muy barata y la vendían a gente que fabricaba drogas de diseño”, como la metanfetamina, explicó el periodista.
En varias de las investigaciones, como la que involucra al rosarino Mario Roberto Segovia, el conocido Rey de la Efedrina, se pueden observar laboratorios creados con el fin de poder importar la sustancia para después venderla, algo que hasta ese momento sólo configuraba el delito de contrabando. Un armado de sociedades y laboratorios, un territorio explorado por delincuentes que se dedicaban a la mafia de los medicamentos que no recorren las villas a los tiros. Viven en lujosos countries, tienen autos caros, torturan y matan. Y escapan.