Las noticias de alto impacto para la economía mundial no cesan en lo que va de 2016 y esta semana involucraron una vez más al precio del petróleo, lo que a su vez provoca más ruido en las cotizaciones de las demás materias primas.
En las últimas horas el precio del barril de crudo perforó la línea psicológica de los 30 dólares, moviéndose en forma negativa 6 por ciento en una jornada.
Desde hace doce años que no se ve una cotización tan baja y la novedad sacudió una vez más a los mercados, donde cada vez más se ve a China como el hilo más delgado.
La agencia Reuters puso la lupa en una reciente nota además sobre la velocidad de la caída: en lo que va del año el petróleo cayó más de 20 por ciento, lo que convierte a este período en las dos semanas de mayor declinación desde la crisis financiera de 2008.
En los últimos 18 meses la caída fue del 70 por ciento en la cotización.
Pero además, en el caso del petróleo los movimientos «geopolíticos» pueden hacer que la situación se vuelva más turbulenta.
A los operadores no se les escapa que por estas horas se anuncia como un hecho la decisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea), de levantar finalmente las sanciones económicas que pesan sobre Irán.
El año pasado, las potencias mundiales, lideradas por Estados Unidos, lograron un acuerdo histórico con Teherán para retrasar su programa nuclear y ampliar los controles al manejo de ese tipo de energía en el país asiático.
Irán, ahogado por las sanciones económicas, avanzó con las medidas requeridas y el levantamiento de sanciones implicaría su regreso al mercado internacional de crudo.
«Las bolsas se hunden en un océano de petróleo», tituló sin demasiada sutileza y a partir de esa novedad el diario estadounidese The New York Times.
Según el cálculo del diario, con la decisión de Arabia Saudita de avanzar en una superproducción, lo que derivó en una caída de los precios en 2015, el crudo «extra» que se puso en el mercado alcanza para abastecer a países tan grandes como Gran Bretaña o Tailandia por doce meses.
«Hace un par de años –señaló el matutino norteamericano– los productores y petroestados estaban haciendo grandes fortunas perforando y extrayendo sin cuidado para abastecer a las clases medias en expansión en Asia, América latina y África. Pero de repente están produciendo más que lo que cualquiera podría necesitar en un momento en que China y otras economías de rápido crecimiento, que alguna vez estuvieron hambrientas de energía, se están contrayendo», subrayó.
Las preguntas que están por delante no son pocas: por ejemplo, ¿qué terminará ocurriendo a su vez con la industria petrolera norteamericana, que viene de lograr el autoabastecimiento y hasta comenzó a exportar por primera vez desde la década del 70?
También vale la pena preguntarse si el reingreso de Irán en el mercado petrolero tendrá implicancias en las múltiples tensiones que se acumulan en Medio Oriente.
O qué pasará en términos políticos en países productores de petróleo y gas como Rusia y Venezuela.
Pero las incógnitas no terminan ahí: ¿cuál será la reacción de China en este contexto donde las novedades tienen impacto desde y hacia su propia economía interna?
Y un dato no menor para los países de Sudamérica productores de materias primas: ¿cuál será la reacción en los mercados con respecto a los commodities que también pesan en esta región del mundo, como los vinculados a alimentos y a la minería? 2016 recién comienza y todo hace pensar que no será un año para aburrirse en la economía mundial.