Vecinos del Gigante de Arroyito denunciaron que cada vez que Rosario Central disputa un partido de fútbol en ese estadio viven un calvario. Los habitantes del barrio más afectados por los hechos de vandalismo y destrozos de viviendas y vehículos por parte de un grupo de hinchas son los linderos a la subsede oficial de la institución conocida como el Clubsito, ubicada en Juan B. Justo y Leguizamón. Las autoridades canallas se desligaron de la situación y señalaron que el lugar está cerrado por obras desde principios de este año.
Según contaron los vecinos, los hechos de violencia y agresiones se producen desde hace tiempo y todo sucede “sin prevención ni control policial y municipal”.
Además, plantean que este año los casos de vandalismo y destrozos previos a cada cotejo (se disputaron tres desde que inició el 2016) se han incrementado pese a que las autoridades de Rosario Central decidieron cerrar esa subsede para realizar algunas obras de remodelación.
Tan delicada es la situación que llevó a que la semana pasada los vecinos redactaran y luego enviaran una nota a la institución para pedir que reconozcan lo que sucede y actúen en consecuencia.
Según Juan Carlos Bortolotto, quien habita “a la vuelta” del Clubsito, la situación es angustiante. “A pesar de que se ha cerrado el lugar, la gente se junta igual. Esa costumbre ya quedó. Son entre 300 y 500 personas. Cuando el partido arranca a las 9 de la noche, como sucedió en los últimos encuentros, ya están ahí a las 2 de la tarde. Son barras que se encuentran a tomar y repartir las entradas. Y los que no consiguen se las quieren sacar a otros y es ahí donde se producen muchos disturbios. Se muelen a palos entre ellos. Y todo empeora cuando interviene la Policía, que actúa con balas de goma y éstos devuelven con piedrazos. Es realmente un caos”, sostuvo el hombre, quien además es el defensor oficial de Justicia.
Bortolotto contó luego que en la previa de los partidos con Newell’s y River los destrozos en la zona y frente de viviendas ya no fueron menores. Eso llevó a que los vecinos hicieran pública la situación.
“A una mujer que vive por calle Leguizamón le rompieron la persiana de madera de un puñete. Y también se divierten caminando arriba de los autos, además de orinar por todos lados. Antes del partido con River hubo una verdadera batahola. Rompieron veredas y en el enfrentamiento con la Policía quedaron un montón de frente de viviendas destruidos”, relató.
Bortolotto intentó quitar luego toda la responsabilidad sobre la actual comisión directiva de Rosario Central. Pero insistió en que el entorno de los vecinos es insostenible. “El tema es que todas las comisiones acostumbraron a los barras a dejar juntarse en esa zona. Que los lleven al parque Alem si quieren. Pero que, por favor, los saquen de acá. Ahora que está cerrado (el Clubsito) a lo mejor se empiezan a dispersar. Lo que sí, las autoridades actuales no pueden desconocer la situación. Cuando el Clubsito estuvo abierto se vendía alcohol los días del partido. Y eso está prohibido. Bajaban cajas de vino, cerveza, de todo”, recuerda el vecino.
Sin responsabilidad
En tanto, consultado por este diario, Ricardo Carloni, vicepresidente primero de Central, señaló que la institución “no tiene responsabilidad si la gente se junta en la calle”.
“Es un tema de la Policía y la Municipalidad. Entendemos el problema. Los vecinos deberían coordinar con ellos el operativo. No podemos tomar compromisos nosotros por lo que sucede en la vía pública. En cada partido van 40 mil personas a la cancha. Toda esa gente en algún lado se encuentra”, sostuvo el dirigente.
Tras eso, explicó que para esta temporada se decidió cerrar el Clubsito para realizar obras que mejoren el lugar con fines recreativos.
“Queremos recuperarlo para otras disciplinas. Es cierto que allí había sector de bufet. Pero ahora lo vamos a demoler”, explicó.
Finalmente, Carloni admitió que durante el torneo pasado la subsede estuvo abierta durante todos los partidos de primera división que Central disputó en el Gigante. “Pero yo no puedo decir quién se juntaba. No me consta que hayan sido barras o no porque no fui. Y no sé si ahora se juntan o no ahí. Sí sé que ese lugar es un ícono del club”, cerró.