El suizo Gianni Infantino será el sucesor del caído Joseph Blatter en el trono de la FIFA, después de ganar este viernes en Zurich las elecciones presidenciales en el congreso extraordinario del ente rector del fútbol mundial.
El ganador se impuso por 115 votos a 88 al otro gran favorito, el sheik bahreiní Salman bin Ibrahim al Khalifa, en la segunda ronda de votación, en la que ya sólo era necesaria una mayoría absoluta de las 207 federaciones habilitadas para participar.
El jordano Alí bin al Hussein recibió cuatro apoyos en la segunda vuelta, por cero del cuarto candidato, el francés Jerome Champagne. En la primera ronda, en la que eran necesarios dos tercios de la cámara para ganar, Infantino logró 88, Al Khalifa 85, Al Hussein 27 y Champagne siete.
Actual secretario general de la UEFA, el suizo de 45 años será el encargado de liderar a la organización deportiva más poderosa del mundo en el momento más difícil de su historia, afectada por una profunda crisis de credibilidad consecuencia de los casos de corrupción.
El resultado es una gran victoria para Europa y Sudamérica, que habían apostado abiertamente por el ganador. Asia se había posicionado tras Al Khalifa, jefe de su confederación, mientras que África, pese a la recomendación del comité ejecutivo de apoyar al jeque, votó claramente dividida.
La enemistad entre el bahreiní y Al Hussein también tuvo probablemente un papel, pues claramente un gran número de los votos del jordano en la primera ronda se fueron al suizo en la segunda.
«No creo que la FIFA esté dividida», dijo no obstante Infantino. «Quiero ser el presidente de las 209 asociaciones, el fútbol debe construir puentes, no muros», se esperanzó.
El suizo quiere desprenderse cuanto antes de su imagen de candidato europeo. Lo hizo desde su discurso inicial, donde habló hasta en seis idiomas.
El abogado de 45 años ni imaginaba hace cinco meses ser presidente de FIFA, pero la caída de Michel Platini por sospechas de corrupción le abrió de repente la puerta.
A la sombra del francés durante años, su trabajo en la rica y poderosa UEFA le otorgó reputación de buen gestor. Con esa tarjeta de presentación pretende imponer su visión de la nueva FIFA, donde la prioridad será, dice, «recuperar la confianza».
Su mandato no será de cuatro años, sino sólo hasta 2019, ya que completa el período destinado en principio a Blatter, que anunció su decisión de dejar el cargo cuatro días después de ser reelegido en el convulso congreso de mayo de 2015.
Entonces, el suizo de 79 años ganó las elecciones pese a que dos días antes el FBI había irrumpido en el hotel de la FIFA en Zurich para detener a varios dirigentes futbolísticos por sospechas de corrupción.
El caso se convirtió en una avalancha para la FIFA, que ha visto como desde entonces más de 30 dirigentes fueron detenidos acusados de cobrar sobornos.
Investigado también por la Justicia suiza, el propio Blatter se vio arrastrado por la corriente y terminó suspendido por seis años, junto a su enemigo íntimo Michel Platini, por la comisión de ética de la FIFA.
La ausencia de los dos hombres más poderosos del fútbol abrió la puerta a nuevas caras en la carrera electoral.
Cinco eran los candidatos que aspiraban al sillón presidencial, aunque sólo dos llegaron con verdaderas posibilidades de victoria. El sudafricano Tokyo Sexwale se retiró justo antes de la votación.
Infantino será el noveno presidente de la FIFA en sus 112 años de historia, una lista en la que no se incluye al camerunés Issa Hayatou, que asumió de forma interina en octubre tras la suspensión de Blatter.
El congreso aprobó también un profundo plan de reformas para mejorar su imagen y recuperar la confianza en la entidad de los fans y, sobre todo, de los millonarios patrocinadores.
Varios son ya los sponsors que dijeron adiós a la FIFA en medio del escándalo. Por primera vez en años se espera que el ente rector del fútbol mundial, que se jacta de tener 1.500 millones de dólares en reservas en el banco, presente pérdidas.
«Estamos en una situación económica difícil», admitió este viernes el director de finanzas, Markus Kattner, que prevé números rojos de 550 millones de dólares en el ciclo 2015-2018.
Infantino, sin embargo, prometió en su campaña más dinero para todas las asociaciones, hasta cinco millones por miembro en este período mundialista. «Si la FIFA ingresa 5.000 millones, cómo va a ser un problema repartir 1.200», insistió.
«Empieza una nueva era. Hablaré con socios, patrocinadores y televisiones. Si recuperan la confianza, subirán los ingresos», agregó. «Cuando hablo de cifras sé de lo que hablo. Mi historial en UEFA lo demuestra».
Infantino prometió también ampliar de 32 a 40 equipos el Mundial, pero en seguida recibió una advertencia de la Asociación Europea de Clubes (ECA), una organización a la que siempre se sintió muy próximo.
«Hemos llegado a un punto en el que no podemos cargar más a nuestros futbolistas, sino que debemos aliviarles el calendario. La FIFA tiene asumir su responsabilidad sobre los jugadores», señaló el presidente de la ECA y a la vez jefe de la junta directiva del Bayern Munich, Karl-Heinz Rummenigge.
Tras la elección que lo coronó, Infantino brindó su primer conferencia de prensa y señaló que las reformas previstas ayudarán a «restaurar la reputación» de la institución, anunciando además que el próximo secretario general de la institución no será europeo.
Además, el ítalo-suizo se acordó «mucho» de Platini, a quien reemplazó como candidato luego de la sanción impuesta por la FIFA al exjugador.
«Querría dirigirme al personal de la FIFA, han pasado un período muy difícil, creo en ellos y vamos a hacer grandes cosas juntos. Quiero dirigirme también a los patrocinadores, las ligas, los clubes y los aficionados. Quiero decirles que estarán orgullosos de lo que la FIFA hará por el fútbol. Entramos en una nueva era. Durante este congreso extraordinario, hemos adoptado reformas de fondo. Hemos trabajado sin descanso para que la FIFA recupere la reputación que merece. Vamos a llevar el fútbol a la FIFA y la FIFA al fútbol», prometió el nuevo jefe del fútbol mundial.
Sobre las finanzas, analizó: «De aquí a 2020 quiero emprender un gran desarrollo del fútbol. Quiero que la FIFA y cada federación afronten medidas concretas. Si la FIFA tiene 5.000 millones de dólares de ingresos, no puede ser un problema poner 1.250 millones a disposición de las federaciones, supone menos del 25% de estos ingresos. Esta debe ser la primera prioridad. Hará falta intentar reducir nuestros costes todo lo que sea posible, no será fácil. Es una nueva era la que se inicia para la FIFA, me voy a dirigir a los patrocinadores comerciales y difusores, que deben recuperar la confianza».
«Quiero trabajar con un secretario general fuerte. Siempre dije que si salía elegido, el próximo secretario general no sería europeo. No seré yo el que lo nombre, la decisión vendrá del nuevo Consejo que entró en los estatutos hoy», politizó Infantino.
Preguntado por el hecho de que no nombrara a Platini justo después de su elección, explicó que «no he mencionado su nombre porque no he mencionado a nadie en particular, pero le estoy agradecido, por todo lo que me ha dado, lo que me ha enseñado y me he acordado mucho de él, me pueden creer».