La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, visitó en su residencia a su antecesor y mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva, quien el viernes se convirtió en el nuevo blanco de la mayor investigación por corrupción en el país, según informaron medios locales.
Rousseff se detuvo en San Pablo antes de continuar su viaje a Porto Alegre, donde la jefa de Estado tiene su domicilio particular y esperaba pasar el fin de semana sin compromisos oficiales.
La mandataria salió de la capital Brasilia, hizo escala en San Pablo y de allí se desplazó hasta Sao Bernardo do Campo, municipio de la región metropolitana de la mayor ciudad brasileña y donde reside Lula. Se produce un día después de que las investigaciones se centraran en el ex mandatario.
La jefa de Estado llegó a primera hora de la tarde, tras lo cual salió, junto a Lula y su esposa, Marisa Leticia, para saludar a los correligionarios desde el balcón del apartamento.
Desde allí, con el puño izquierdo alzado, Lula saludó a los simpatizantes, quienes coreaban “Lula, guerrero del pueblo brasileño”, ondeando banderas y camisetas rojas.
El ex líder sindical, minutos antes, había bajado de su apartamento y salido hasta las afueras del edificio para saludar y mezclarse con los militantes, muchos de ellos que permanecieron en el lugar durante toda la noche en muestra de solidaridad.
Por otro lado, la sede del Instituto Lula, orientado por el ex presidente, amaneció pintarrajeada con mensajes contra el exgobernante. “Lula ladrón, basta de corrupción, la hora llegó, corrupto”, fue el mensaje escrito en una de las paredes de la fachada del edificio donde funciona la institución y que fue uno de los varios locales registrados en el operativo policial.
Lula, uno de los fundadores insignes del PT y gobernante entre 2003 y 2010, fue trasladado este viernes por agentes y prestó declaración durante unas tres horas a la Policía por su supuesta implicación en el escándalo de desvíos en la petrolera estatal Petrobras.
Después del interrogatorio, Lula dio una declaración a la prensa y participó de un acto político en el que denunció la “persecución” en su contra, manifestó ser “inocente” de las acusaciones por blanqueo y enriquecimiento ilícito y aseveró que los opositores tendrán que derrotarlo políticamente “en las calles”.
Rousseff, en tanto, enfrenta la posible apertura de un juicio en el Legislativo con fines de destitución, una hipótesis que toma cada vez más fuerzas con el surgimiento de nuevos escándalos de corrupción en el Gobierno del PT y con políticos próximos a su círculo.
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