No quedó muy claro, pero los investigadores policiales dijeron que el robo se resolvió a raíz de un fuerte olor a chivo. Fue en noviembre de 2014 cuando el cuidador de una chacra de la zona rural de Fighiera denunció que un trío armado lo despertó a medianoche y se llevó parte del ganado de su empleador, además de 500 pesos, en dos vehículos. Con buen olfato, los pesquisas siguieron los rastros hasta la zona oeste de Rosario, donde hallaron una vieja pick up estacionada que emanaba un aroma hediondo. Al asomarse se encontraron ocho chivitos vivos y poco después detuvieron al responsable del rodado, un vendedor ambulante de 26 años. Aunque no pudieron probar su participación en el robo, el joven fue condenado a tres años de prisión en el marco de un juicio abreviado por el delito de encubrimiento agravado en calidad de coautor que se le computó con una pena anterior en suspenso y abonó diez mil pesos a la víctima en concepto de reparación.
La noche del 5 de noviembre de 2014, el casero de una chacra de la localidad de Fighiera fue sorprendido por tres hombres que munidos de un arma de fuego le sustrajeron 500 pesos y parte del ganado: un carnero, una oveja preñada y una cantidad no precisada de cerdos, chivos y chivitos. El cuidador Víctor, de 24 años, le avisó enseguida a su patrón, Ignacio R. V., un abogado de 30 años, quien hizo la denuncia al día siguiente en la subcomisaría 11ª de esa localidad.
Con los datos aportados y buen olfato, ese mismo día, efectivos de Seguridad Rural localizaron una pick up Ford F-100 estacionada en Cullen y Saavedra, en la zona oeste de Rosario, sin ocupantes pero con ocho chivitos vivos en el interior de la caja trasera que emanaban un fuerte olor. Los animales estaban identificados con marcas similares a las expuestas en la denuncia, lo que llevó a los investigadores a localizar al propietario del vehículo, que resultó ser un vendedor ambulante de 26 años quien cumplía una condena en suspenso de dos años por un hecho de robo ocurrido en mayo de 2012 en la localidad de Coronda.
Aunque el joven dijo desconocer la procedencia de los animales al momento de su detención y no se pudo probar su participación en el asalto, el hecho de tener los chivitos ajenos en su poder alcanzó para condenarlo, en el marco de un juicio abreviado que se firmó antes de la feria judicial de enero.
En el acuerdo, Sebastián Díaz fue condenado por encubrimiento agravado en calidad de coautor a la pena de dos años de prisión que se le computó con la de tres años de ejecución condicional y ambas quedaron unificadas en tres años de cárcel efectiva. Asimismo, el imputado abonó al propietario de la chacra la suma de diez mil pesos en concepto de reparación, en el marco del acuerdo homologado por el juez Javier Beltramone.