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Humberto Costantini, el que se comprometió con la vida

Se recibió de veterinario y se radicó en Lobería, en el sur bonaerense. Allí le abrió paso a su verdadera pasión, la literatura.

Humberto Costantini fue un cuentista, novelista, poeta, autor de monólogos teatrales y luchador social argentino.

El estilo que desarrolla en sus relatos es muy singular, logra traducir a la palabra escrita el lenguaje coloquial y las vivencias de seres enturbiados por los avatares de la existencia en sociedades desiguales en las que la voz de los desposeídos  es ignorada o acallada por los poderosos.

Costantini no sólo fue un gran escritor sino también un hombre comprometido con las luchas sociales, lo que lo obligó a partir al exilio con el advenimiento de la dictadura cívico-militar (1976-1983). Esto se trasunta en los poemas y cuentos que escribe en México.

Una vida intensa

Humberto Costantini nació en Buenos Aires el 8 de abril de 1924 en el seno de una familia de italianos de origen judío sefardí. Su infancia transcurrió en el barrio Villa Pueyrredón.

Estudió la carrera de médico veterinario y en el ejercicio de esa profesión se trasladó a la localidad de Lobería, provincia de Buenos Aires.

A lo largo de su vida, Costantini trabajó en diversos oficios, pero su pasión constante e invariable fue la literatura.

Con su compañera de la vida Nela Nur Fernández engendró a sus hijas Violeta y Ana y a su hijo Daniel.

En 1953 retornó a la Capital Federal.

Rosana López Rodríguez, una de sus biógrafas evocó su figura en la presentación de sus “Cuentos Completos” (1945-1987): “La escasa consideración que Costantini ha merecido por parte del gran público argentino contrasta, sin embargo con su éxito internacional. Su novela «De dioses, hombrecitos y policías» vendió un millón de ejemplares en la Unión Soviética, y «La larga noche de Francisco Sanctis» llevaba en 1987 cuatro traducciones al inglés, una al noruego y otra al hebreo. Sus libros fueron traducidos también al alemán, al finlandés, al polaco, al ucraniano, al sueco y hasta al idioma búlgaro”.

Política y literatura

Desde su juventud, Costantini asumió la militancia política y social, y siendo un  joven estudiante universitario se enfrentó a los miembros de la ultramontana Alianza Libertadora Nacionalista, una agrupación de ultraderecha.

Se adhirió al Partido Comunista, con que el rompió por disidencias y su tendencia conciliadora y burocrática. Se, incorporó al Partido Revolucionario de los Trabajadores, en el que compartió tareas culturales con el poeta Roberto Santoro y el escritor Haroldo Conti, ambos detenidos-desaparecidos por la dictadura cívico-militar instalada en 1976.

Otro de sus biógrafos refleja que a mediados de los 70, Costantini “escribe, entre sobresaltos y escapadas, en casas clandestinas, a horas impensadas, la novela De dioses, hombrecitos y policías, que publica en México y con la que obtiene el premio Casa de las Américas”. De esta novela dijo Julio Cortázar: «Me encanta lo que Humberto Costantini hace y tengo mucha confianza en su trabajo. Para mi él es un escritor muy importante»”.

En la novela, reeditada en 2009 por ediciones Lea, presenta los años de la dictadura en la Argentina desde una perspectiva paródica. Narra la intervención de dioses que manejan a su antojo tanto a hombrecitos como a los policías, mientras unos y otros ignoran la presencia de los Olímpicos y su protección o condena. Estos dioses griegos son especiales, no protegen a héroes sino a antihéroes. Y su conducta –para nada ejemplar– desacredita su autoridad. De dioses, hombrecitos y policías pone en primer plano la circunstancia de un intelectual de la época, al haber sido escrita entre el campo minado de la persecución y el tembladeral del exilio.

Los cuentos, novelas y poemas

Entre las obras de Humberto Costantini pueden mencionarse “De por aquí nomás” (cuentos) ediciones en 1958/1965/1969, “Un señor alto, rubio de bigotes” (cuentos) ediciones en 1963/1969/1972,  “Tres monólogos” (teatro) ediciones en 1964/1969, “Cuestiones con la vida” (poemas) ediciones en 1966/1970/1976/1982/1986, “Una vieja historia de caminantes” (cuentos) edición en 1970, “Háblenme de Funes” (tres novelas breves) ediciones en 1970/1980; llevada al cine, “Libro de Trelew” (narración épica) edición en 1973, “Más cuestiones con la vida” (poemas) edición en 1974, “Bandeo” (cuentos) ediciones en 1975/1980, “De dioses, hombrecitos y policías” (novela) ediciones en 1979/1984/2009, “Una pipa larga, larga, con cabeza de jabalí” (teatro) edición en 1981, “La larga noche de Francisco Sanctis” (novela) edición en 1984, “En la noche” (cuentos) edición en 1985, “Chau, Pericles” (teatro completo) edición en 1986, “La rapsodia de Raquel Liberman” (novela), dos tomos de tres concluidos de 1987, “El cielo entre los durmientes” (cuento).

Hasta el final

Costantini, debió luchar contra una enfermedad terminal que lo abatió en 1987. Sin embargo a pesar del sufrimiento que padeció por su quebrantada salud  no dejó de escribir hasta el final de sus días.

En la última etapa de su existencia emprendió un proyecto que quedó inconcluso por su muerte, titulado “La rapsodia de Raquel Liberman”, sobre los avatares de la vida de una mujer obligada la prostitución por los siniestros integrantes de la Zwi Migdal.

Liberman, luchó contra estos seres tenebrosos dedicados a la trata y explotación de mujeres a las que compraban a las familias pobres en países de Europa Central. No es casualidad que a poco de retornar del exilio al que lo obligó la persecución dictatorial instala en 1976, Costantini se dedicara a contar la historia de ella. Esto tiene que ver con su actitud ante la vida como militante social, como escritor y poeta.

“Esta actitud  este hacer lo recto –sostiene uno de sus biógrafos– lo lleva en muchos momentos de su vida a enfrentarse, como Raquel Liberman, con los poderosos. Costantini es víctima de persecuciones políticas y de listas negras, de alcahuetes y obsecuentes. Esta postura que Cacho, como lo llamaban sus amigos, ejercía sin aspavientos, naturalmente, como único camino posible para transitar por la vida, le generaba odios y lealtades profundas. “Con Costantini no había medias tintas: o se era honesto o se era chanta. Costantini no perdonaba las agachadas de ninguna índole y esto lo hacía público”, completa el biógrafo.

Costantini ha trascendido a la muerte y está vivo con sus cuentos, poemas y novelas.

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