La CGT de Antonio Caló quedó disuelta. Aunque no se trata de una resolución formal, en los hechos los sectores más representativos de la única central obrera reconocida por el gobierno decidieron quitarle representatividad al metalúrgico y encarar bajo esa premisa las gestiones de unificación con Hugo Moyano y Luis Barrionuevo. Así lo confirmaron los “gordos” de los grandes gremios de servicios, los “independientes” y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (Masa), a cargo del taxista Omar Viviani.
“Decidimos dejar de funcionar como CGT. Ya no existe más como tal. Quien quiera arrogarse una representatividad o aferrarse a una sigla se equivoca. Vamos hacia la unidad despojados de cualquier boato y con vocación de autocrítica”, le dijo a este diario Carlos West Ocampo, jefe del gremio de Sanidad y connotado “gordo” junto con Armando Cavalieri. De ese modo, los sectores mayoritarios de la CGT alguna vez denominada “Balcarce”, por su cercanía a Cristina de Kirchner, o “Alsina”, por la ubicación de la UOM, aislaron por completo a Caló.
Ese vaciamiento es el último movimiento táctico en la siempre agitada vida interna del sindicalismo peronista. Si bien la inmensa mayoría de los sectores está involucrada en la fusión prevista para octubre, el posicionamiento de cada disparó tensiones todavía irresueltas.
Hasta principios de año estaban en marcha las negociaciones por la unidad entre Moyano, Barrionuevo, los “gordos” y los “independientes” Gerardo Martínez, José Luis Lingeri y Andrés Rodríguez. Caló y el Masa renegaban, entonces, de avanzar en ese sentido por entender que el poder acumulado con Cristina de Kirchner quedaría licuado en el nuevo esquema. En febrero, sin embargo, esa alianza se quebró: Viviani y el Masa auspiciaron la creación del bloque Justicialista a espaldas del metalúrgico, todavía leal al Frente para la Victoria. Sin apoyo interno, Caló se recostó en Moyano para preservar su título de líder de la única CGT legal al menos hasta octubre, y sumarse a las negociaciones de unidad con la expectativa de tallar con luz propia.
La respuesta quedó plasmada este martes en los dichos de West Ocampo: “Caló, Moyano y Barrionuevo deben formar parte de la unidad pero sin beneficio de inventario. Ese deber ser el único mensaje, hacia adentro y afuera, y la CGT debe ser un ejemplo para el justicialismo, sumido en una profunda división”. El líder de Sanidad extendió el mensaje “al gobierno, que debe entender que el conflicto social es con los trabajadores y sus representantes”. La principal preocupación de “gordos”, “independientes” y el Masa es no quedar, otra vez, envueltos en una fusión manipulada por Moyano y Barrionuevo, como sucedió en el esquema que ambos acordaron en 2004. Los tres sectores pusieron como condición para la unión de octubre que ninguno de los líderes actuales quede al frente de la futura conducción.