En el libro Detengan al Che, de Eduardo Barcelona, que fue presentado en la porteña Feria del Libro, el autor relata lo que pasó el 18 de agosto de 1961, cuando el guerrillero Ernesto Guevara llegó a la Argentina imprevistamente para entrevistar al entonces presidente Arturo Frondizi.
Guevara estuvo cinco horas en el país, desde su llegada hasta su partida, que se produjo por el aeropuerto de Don Torcuato en la localidad bonaerense de San Fernando. Y también tuvo tiempo para visitar a su tía María Luisa Guevara y a su marido, quienes vivían a pocas cuadras de la quinta de Olivos.
Participaron de la mesa redonda en la Feria del Libro porteña, el autor del libro; el responsable de la editorial Caras y Caretas, Víctor Santa María; el hermano menor del Che, Juan Martín Guevara y el amigo de la infancia Carlos Calica Ferrer, quien realizó el segundo viaje por Latinoamérica con el entonces joven médico argentino.
El título del libro lleva la orden que impartieron las Fuerzas Armadas argentinas cuando se enteraron que había ingresado al país el ministro de Industria de Cuba y líder guerrillero. La orden no se pudo cumplir porque Frondizi se enteró y mandó a cancelarla, en vista de que Guevara había llegado al país invitado por él.
Acerca del libro de Barcelona, el hermano del Che resaltó el nivel de investigación abordado por el autor –“un trabajo enorme” –y dijo que: “Ernesto diariamente escribía lo que pasó, lo que pensaba. Por eso creo que de esa reunión debe haber escrito un informe. Si vino solo, en una situación como la que se vivía en la Argentina, es porque hubo algo importante de qué hablar”.
“Debe haber escrito el informe –reiteró– y todavía debe seguir guardado en una mesa de trabajo de Fidel. Y algún día, tal vez, sepamos qué se conversó allí”, agregó.
El hermano del Che consideró que para él era un día inolvidable, ya que se había inaugurado en la ex Esma un cine con el nombre de Ernesto Che Guevara.
“Yo nunca había estado en la Esma –mencionó–. Estuve preso muchos años y pude haber sido uno de los que pasaron por ese lugar. Hubo mucha gente conocida que fue llevada ahí y no apareció más”.
“Tuve el gusto de conocer a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. No sabía que iba estar en el acto y ella tampoco, por lo que dijo más tarde que se había sentido impactada y anunció que se instalará una foto de Ernesto en un salón, junto a otras personalidades latinoamericanas”, contó al público.
Guevara resaltó un programa de la secretaría de Turismo que se denomina “Por los caminos del Che” que vincula los lugares donde estuvo la familia y en Bolivia. “Esta relacionado con el turismo pero tiene el objetivo de definir la argentinidad del Che. Buscar por todas las formas hacer un trabajo sobre este concepto”, destacó.
Refiriéndose a su familia, la catalogó como “fuera de lo normal, una familia de clase media en el sentido económico, en la que una persona fue menos normal que los demás”, deslizó ante las risas del público.
“Mi madre era el nexo constante con Ernesto y de hecho en la familia no tiene ninguna duda de que era el preferido de la vieja. Es algo que todos lo teníamos clarito”, confesó creando una intimidad con los que asistieron y desbordaron la capacidad de la sala Alfonsina Storni.
“En Punta del Este –recordó Juan Martín– fue la última vez que estuvimos todos juntos. Los siete. La vieja, el viejo y los cinco hermanos. Que estuvimos en una comida en la que no estuvo otra gente”.
Una anécdota muy graciosa sobre el Che, relatada por su amigo Calica Ferrer, ocurrió durante el viaje que los dos emprendieron juntos por Latinoamérica. “Pasamos por Bolivia y cruzamos a Perú. Era otro mundo, reinaba una dictadura feroz –evocó–. En Puno fuimos a sacar pasajes para ir a Cuzco y Ernesto pidió pasajes en segunda clase y el boletero no quería porque ahí sólo viajaban los indios”.
“Tanto se empeñó, que terminó por darle los dos pasajes. Al rato, mientras esperábamos el tren se nos acercan dos tipos, de traje oscuro, petisos…«Muchachos no se pongan nerviosos, quería proponerles un negocio». Eran dos detectives que tenían que trasladar a dos presos que se habían escapado”, desgranó Calica.
“El negocio es que ustedes viajen como presos y repartimos el valor del pasaje. Y nos pareció que sí, que podíamos hacer negocio. Pero la cosa no termina aquí. Los tipos nos dicen: ¿Saben que tienen que subir esposados? y nos esposaron a ambos”, resumió el amigo del Che.