El Frente de Diversidad del Movimiento Evita y la cooperativa de trabajo Canto Rodado –que brinda servicios al Municipio en el marco del Plan Abre– presentaron ayer un convenio por el que se incorpora a dos personas trans a tareas de pintura en altura en los Fonavi ubicados en Isola y Maestros Santafesinos, en la zona sur de la ciudad.
La actividad se realizó en el marco de la discusión, en el Concejo Municipal, del proyecto de Cupo Laboral Trans, una iniciativa del Frente de Diversidad del Movimiento Evita y otras organizaciones de lucha por la igualdad, que propone que el Estado vele por el cumplimiento del derecho al trabajo digno de las personas trans.
Las historias
Andrea Fernández (45) y David Mansilla (39) son transexuales y fueron contratados para realizar trabajos de pintura en el marco del Plan Abre. Hoy, la vida les dio otra oportunidad para demostrar que se puede y anteayer comenzaron a hacerse amigos del pincel.
“Siempre busqué trabajo, pero por mi condición sexual es muy difícil. Pensaba todo el tiempo en buscar un empleo porque no iba a tener una jubilación”, contó entusiasmada Andrea, que venía de pelearla varios años en la calle.
Andrea detalló que la mayoría de los que la rodean le advirtieron que era un trabajo “para hombres”, pero hizo oídos sordos y aseveró a El Ciudadano que es un trabajo como cualquier otro.
“Mi expectativa es cobrar mi primer sueldo, sería como un sueño cumplido. Es increíble lo que me está pasando, después de venir de lucharla y haber pasado noches duras en la calle, de frío y de lluvia. Las trans vivimos una marginación terrible y necesitamos el apoyo de la sociedad”, expresó la pintora.
Andrea explicó que el contrato que tienen es por cada obra que realizan; y la que hacen actualmente va a llevar, aproximadamente, dos semanas. Felizmente, desde la cooperativa les informaron que hasta fin de año van a seguir realizando tareas de pintura.
“Yo trabajaba en la calle y pasé por situaciones horribles. Por suerte mi familia siempre me apoyó. Me gustaría que hagan lo mismo todas las cooperativas, tener personas trans trabajando. También, que ingresen personas mayores de edad. Hay muchas chicas que no la pasan bien y no les dan un trabajo por ser trans, te miran mal”, especificó Andrea.
Y concluyó: “Somos un gran equipo, el trabajo lo hacemos entre todos. Nos tratan muy bien. Tenemos un muy buen equipo y buenos compañeros”.
Por su parte, David expresó que siempre fue un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer. “Intenté cumplir con todas las expectativas que se tiene de una mujer, pero renuncié. Es como andar con una armadura todo el día. Tal vez alguien lo pueda hacer, pero me cansó”, explicó con firmeza.
David, cuando no era David, se casó, tuvo dos hijas y hace dos años se divorció. Fruto de ese matrimonio, nacieron sus dos hijas, que hoy tienen 11 y 7 años.
“Cuando me divorcié, pensé que ya era libre pero seguía encerrada en los prejuicios y en un rol que no me correspondía. No tenía por qué seguir viviendo así y rompí con todo. Mis hijas me siguen llamando mamá y están contentas conmigo”, contó con orgullo.
Además, describió que estuvo en la ruina, ya que tuvo que vender las máquinas de una actividad anterior. Luego se dedicó a trabajar como freelancer, pero a raíz de que se le rompió su computadora y no pudo arreglarla, desde junio del año pasado no conseguía un empleo.
“Realmente, conseguir trabajo es muy difícil y con este nuevo empleo me siento muy bien. Nuestros compañeros son muy buenos. Nuestro jefe también”, se alegró.
Y aconsejó a quien quiera escucharlo: “Que los empleadores tengan la iniciativa de darle trabajo a las personas trans, tienen muchos prejuicios. Buscan el empleado perfecto y se descarta a gente que tiene buenas condiciones. Hay que darles una chance. Me siento agradecido con las personas de la cooperativa Canto Rodado porque nos dieron esta oportunidad y no quiero fallar”.