Matías Ratari tenía 22 años y el sábado por la madrugada recibió un disparo mortal en Cochabamba al 300. La versión inicial indicaba que el muchacho, junto con un cómplice, había asaltado a un grupo de jóvenes que salía de un cumpleaños en un edificio de esa cuadra. Esas víctimas contaron que después de asaltarlos los ladrones se pusieron a pelear y en esa circunstancia Ratari fue baleado. Esta versión inverosímil, pero que recorrió todos los medios de comunicación, fue desmentida por la autopsia, que concluyó que al joven le dispararon desde uno de los pisos del edificio en función de la trayectoria de la bala. En las horas posteriores al hecho ocurrió una situación llamativa: testigos y víctimas del supuesto atraco no le atendían el teléfono a la Fiscalía. Sin embargo, los investigadores allanaron el departamento desde donde habrían disparado a Ratari, pero ya no estaban sus dueños. Sin embargo, incautaron un arma que podría ser la homicida y balas teflonadas con las que habrían disparado a Ratari. Por su parte, el padre de Ratari sostuvo que su hijo tenía un taller mecánico y no tenía necesidad de robar. Afirmó que Matías fue al lugar con su moto y tenía documentación a su nombre. Luis afirmó que se constituirá como querellante para ir hasta las últimas consecuencias: “Yo quiero saber la verdad”, concluyó.
“Mi hijo es monotributista, tiene un taller de motos en el que yo le ayudo, en Pueyrredón al 1400. No necesitaba ir a robar, somos gente de clase media, gente de laburo”, afirmó Luis, padre de Matías. Describió a su hijo como “un chico muy amiguero, que vivió a 10 mil kilómetros, un buen pibe”. Afirmó que el dolor de su familia, además de la pérdida de su ser querido, está vinculado con la versión que trascendió sobre el chico: “Se comentó sin saber cómo fueron las cosas”, detalló.
El viernes Luis trabajó con su hijo hasta las 17. Esa noche volvió a cambiarse porque se había mojado con la lluvia y ya no volvió a verlo. Desconoce qué hacía en Cochabamba al 300, aunque dice tener claro que no fue a robar. Sostuvo que el compañero de su hijo le dijo que comenzó una discusión con los chicos que estaban en la puerta del edificio y desde un departamento comenzaron a disparar. Le pegaron a Matías. Su amigo intentó levantarlo, lo subió a la moto, y ambos cayeron, por lo que el chico decidió correr.
A Luis le llegaron versiones de vecinos que escucharon entre 4 y 5 disparos, mientras otra versión le dijo que fueron 10 las detonaciones; los testigos del supuesto robo, por su parte, afirmaron que fue sólo uno, dijo. El hombre tiene muchas dudas.
Matías estuvo 30 minutos en una ambulancia en Cochabamba entre Alem y Ayacucho perdiendo sangre mientras la Policía cortaba la calle en ambas intersecciones. Luis contó el derrotero de su familia para ubicar dónde estaba internado y las idas y vueltas a la comisaría 4ª, hasta que finalmente lo encontraron en el Heca, donde falleció 20 minutos después de que le informaran que el chico estaba estable.
“Es una locura que una persona salga de un edificio a tirar tiros porque pensó, creyó o vio un robo”, sostuvo. Y contó que la misma noche en que velaba a Matías su casa fue asaltada “Me robaron la moto, un televisor, 7 mil pesos, una Playstation y ropa. Hoy estoy desesperado porque en 24 horas no esperaba todo esto. Perder a mi hijo y que me roben toda mi casa. Lo material no me interesa, pero es de locos: vos estás velando a tu hijo y te roban en tu casa”.
La versión fiscal
Por su parte, la fiscal Marisol Fabbro brindó una conferencia de prensa. La primera versión que recabó la Policía fue que había dos chicos y dos chicas parados en la puerta del edificio esperando un taxi cuando apareció una moto con dos ocupantes. El conductor le exhibió un arma de fuego al grupo mientras su acompañante hacía ademanes simulando estar armado y sustrajeron un celular y un reloj. En ese momento, se inició una discusión entre los presuntos ladrones y se escuchó un disparo. Las presuntas víctimas del robo aprovecharon para tocar el timbre del departamento en el que estaban y pedir ayuda. La moradora –una visitadora médica que vive hace un mes en el lugar– bajó y les abrió la puerta.
Fabbro sostuvo que luego surgió la posibilidad de que los disparos hayan partido desde el edificio y se focalizó en la trayectoria de la bala que recibió la víctima. La fiscal refirió que la forense le explicó que la trayectoria de la bala fue de arriba hacia abajo –la víctima medía un 1,83 metros– y le ingresó por la clavícula, dañando sus pulmones y alojándose en la espalda. Agregó que se podía observar el proyectil a flor de piel. El plomo fue extraído del cuerpo. Es un plomo calibre 9 milímetros teflonado con punta azul. La fiscal refirió que la forense afirmó que el disparo fue realizado desde una altura no menor a 1,5 metro ni mayor a 3 metros.
Con esta información, la Fiscalía allanó el departamento. Ya no había moradores en el lugar, pero secuestraron una pistola calibre 9 milímetros con la numeración limada con una bala en la recámara y 5 en el cargador con características similares a la extraída del cuerpo de Ratari. Al cierre de esta edición, no había detenciones, aunque las medidas probatorias continuaban. Por su parte, Paul Krupnik, abogado de la familia Ratari, sostuvo que se trata de un homicidio y que será rápido hallar a la persona que disparó. El letrado afirmó que solicitarán copias de las actuaciones y hoy pedirán constituirse como querellantes.