El Hércules C-130 matrícula TC-69 modernizado en una empresa de Texas es el primer dato concreto de la reanudación del vínculo político-castrense con los Estados Unidos. En la Base Aérea El Palomar el embajador Noah Mamet, junto con el ministro de Defensa Julio Martínez, descubrieron el velo del nombre con el que se bautizó la remozada aeronave.
“Puerto Argentino”, se lee en el fuselaje justo debajo de la cabina. Sintetiza la historia de una máquina que participó en la guerra del Atlántico Sur y la superación de recelos por el apoyo de la administración Reagan a Margaret Thatcher a pesar de la letra del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar), pacto de defensa mutua interamericana ante agresiones externas. La presencia del embajador Mamet en un acto de la Fuerza Aérea Argentina confirma que Washington dejó atrás aquel exabrupto del ex canciller Héctor Timerman, quien decomisó carga secreta de un avión militar estadounidense en Ezeiza.
En la ceremonia estuvieron el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier mayor Enrique Amreim; el titular del Estado Mayor Conjunto, general de división Bari del Valle Sosa, y el jefe de la Armada, vicealmirante Marcelo Srur; junto con otras autoridades civiles y militares.
La aeronave será destinada a reforzar las tareas de apoyo a damnificados por las inundaciones en provincias mesopotámicas. “Los avances tecnológicos instalados en el avión permiten enviarlo de inmediato a múltiples misiones”, dijo el comandante de Alistamiento y Adiestramiento, brigadier Oscar Chiaradía. “La primera es el socorro y ayuda a los habitantes afectados por las inundaciones; también cubrirá el sostén logístico a la Antártida, que no cesa a lo largo del año, y el apoyo a las unidades aéreas desplegadas para el Operativo Fronteras en zonas limítrofes del norte del país”, agregó.
La suboficial Gisele Oliva, primera mujer de la Fuerza Aérea que integra el grupo Águilas Azules, equipo de paracaidismo militar de alta performance, dijo: “El avión modernizado con estándares de última generación potencia la capacidad de cumplir misiones de rescate nocturno de pilotos caídos en territorio hostil, saltos donde se superan alturas de 4.000 metros y velocidades mayores a 200 kilómetros por hora en caída libre, operaciones de grupos de elite, además del traslado de tropas y despliegue de socorristas a focos de incendio”.
Es la primera aeronave que recibió el upgrade dentro del Programa de Modernización y Remoción de Obsolescencias del Sistema Hércules C-130.
El contrato entre la Fuerza Aérea impulsado por el ex jefe Mario Callejo y la empresa L-3 Aerospace System se resolvió a través del sistema FMS (sigla en inglés de Foreign Military Sales), por el que oficinas de la administración de los Estados Unidos (Departamento de Defensa, Departamento de Estado y agencias del gobierno) intervienen con el beneficio de mejores precios en servicios y adquisiciones para países amigos.
El aparato ahora servirá de modelo para actualizar cuatro Hércules en la Fábrica Argentina de Aviones (Fadea) con los kits que trajo el renovado TC-69.
Vara alta para la estatal cordobesa, la empresa norteamericana finalizó el upgrade del TC-69 en 1 año y 6 meses. Hay señales de pronóstico sombrío. Ercole Felippa, presidente de Fadea, no asistió al acto en El Palomar. Un vacío en el palco resaltado por la presencia de la contraparte estadounidense, Patrick Penland, vicepresidente de L3 Aerospace.