“Se metió atrás de un auto, se escuchó el tiro y salió herido. Un rato después lo encontraron muerto acá a la vuelta”, contó un vecino de barrio La Guardia, en referencia a un muchacho de 24 años que fue asesinado anteayer por la madrugada, en circunstancias poco claras. Los investigadores manejan dos hipótesis diametralmente opuestas: el joven terminó herido luego de resistir un robo, o bien fue él quien intentó robar y resultó baleado. De acuerdo con lo que contó un testigo del ataque a El Ciudadano, Alejandro intentó abrir un auto y el dueño le disparó desde su casa. Hasta ayer anoche no había detenidos ni sospechosos por el caso.
Alejandro Emanuel Pereyra tomó su última bocanada de aire a eso de la 1.30 de ayer en Mister Ross al 1800, casi esquina Melián. Intentó escaparle a la muerte; caminó con la ayuda de un amigo 250 metros, dejando un rastro de sangre a su paso. Pero en medio del barro que domina las veredas del lugar –la calle está en reformas y no tiene pavimento– el muchacho se desplomó. Cuando la Policía llegó, Alejandro ya estaba muerto. Según voceros del caso, el muchacho tenía una herida de bala en la zona inguinal, que le pinchó la arteria femoral e hizo que se desangrara.
Los investigadores que relevaron la escena del crimen entrevistaron a Miguel, el muchacho que estaba junto con la víctima cuando falleció. Él aseguró que momentos antes del ataque se dirigían hacia un quiosco, cuando fueron sorprendidos por dos hombres en moto que intentaron robarles. Ellos se resistieron al asalto y uno de los ladrones le metió un tiro a Alejandro, describió.
A la vez, desde la Fiscalía de Homicidios Dolosos deslizaron la posibilidad de que Pereyra haya sido asesinado en el marco de una disputa por problemas de vieja data.
Sin embargo, este diario pudo entrevistar a un vecino que planteó una teoría muy diferente. “Los vi llegar a los dos. Venían caminando por Italia hacia el sur y pararon en la esquina de Juan Canals. Ahí se separaron y se armó el quilombo”, explicó.
Según el testigo, Miguel se quedó en la esquina “como haciendo de campana”. Alejandro caminó por Canals 50 metros hacia el este y se paró junto a un auto de color verde que estaba estacionado sobre la vereda sur –no en la calle junto a la vereda, sino sobre la vereda–. Por un momento el vecino lo perdió de vista, porque Pereyra se agachó entre el coche y el frente de una casa lindera. Fue en esas circunstancias que se escuchó el tiro.
“Para mí está claro que le tiró el dueño del auto. Después de la explosión el pibe salió rengueando y, cuando llegó a la esquina, el acompañante lo tuvo que atajar, porque se caía al piso. Se fueron caminando por Italia hacia el norte; después los perdí de vista”, explicó el vecino. Por Italia, unos metros antes de su intersección con Mister Ross, ayer por la mañana se podían reconstruir los pasos de Alejando Pereyra. Las manchas de sangre doblaban la esquina e iban aumentando su caudal mientras se acercaban al lugar donde el muchacho murió. “El pibe quedó tirado y el amigo empezó a pedir ayuda”, contó un comerciante de la zona.
El caso está a cargo del fiscal de Homicidios Pablo Pinto.