En el país de la carne, al menos en lo que queda del estallado imaginario popular, dos veganos, en realidad una pareja, escapan de una vaca en medio de la nada; un afuera impredecible pero el caldo de cultivo para la crisis. La escena, entre surrealista y absurda, fue fundante para la concreción de #NiUnaVacaMenos, espectáculo ganador del proyecto municipal Cosecha Escénica 2015 que juntó en escena a los actores Mumo Oviedo y María Belén Ocampo, quienes además crearon la dramaturgia y dirigen el montaje. Estrenado la semana pasada, #NiUnaVacaMenos, que se podrá ver todos los viernes, a las 22, en Teatro Pichincha (Vera Mujica), deja en claro que la cosa cambia “cuando una vaca te mira fijo a los ojos”, casi como un guiño al tema de Miguel Abuelo, “Nunca te miró una vaca de frente” que, según sostienen los protagonistas, “encaja perfecto con lo que pasa en la obra”.
Rayanos con lo absurdo, Marcelo y Valeria integran una pareja esencialmente vegana que se pierde en el campo. En medio de la nada y bajo una noche estrellada viven una crisis de amor y hambre. Pero como si todo eso fuera poco, los acecha una vaca. En ese devenir, lo que sigue, “es una comedia con mensaje en verso campestre y ukelele, que dice: «Los chetos sean unidos, esa es la ley primera. Si los chetos se pelean, los devoran… las vacas que aniquilan».
“La obra nace a partir de la idea de dos personajes que están como perdidos en un afuera, en el medio de la nada y frente a algo que los acecha. Por estas cuestiones del teatro, que muchas veces pueden parecer aleatorias pero que quizás no lo son, terminaron siendo dos veganos escapándole a una vaca; y el nombre surgió de manera natural por lo que pasaba en el contexto: era junio del año pasado y el título apareció, no lo buscamos. Era muy fuerte la presencia en todos lados del #NiUnaMenos y cuando surgió el nombre nos generó una gran contradicción, pero la obra ya se llamaba #NiUnaVacaMenos; cambiar el nombre, cambiaba el sentido”, expresó María Belén Ocampo respecto de cierta contradicción surgida del título del montaje, a lo que Oviedo agregó: “El nombre representa muy bien la ideología de estos dos personajes que son grandes defensores de los animales, pero, sin embargo, del resto de lo que pasa no les importa nada; no les importa ni la pobreza, ni la violencia contra la mujer, ni nada de nada”.
Surgido como una improvisación de diez minutos para la Jam Teatral del espacio cultural La Peruta, el material dejó a los creadores con ganas de más. “Claramente, teníamos ganas de seguir trabajando juntos porque nos conocimos en el escenario, sumados a El show de Cindy Lemas y sus pacientes; ese espacio nos sirvió para confirmar que transitábamos la misma línea de humor, que podíamos sostener algo vinculado con una forma de hacer humor que nos interesaba a ambos”, expresó Ocampo, y Oviedo completó: “La impro para La Peruta terminó durando bastante más de los diez minutos pautados, y era un material que contenía mucha información compactada que luego requirió de un desarrollo”.
Lejos de la carne
Respecto de quiénes son y cómo piensan Marcelo y Valeria, Ocampo dijo: “Son, esencialmente, una pareja muy vegana, demasiado vegana, que llegó al punto de temerle a la carne; en realidad, son muy modernos, muy llevados por la moda”. Y Oviedo acotó: “Marcelo es un vegano nuevo, desde hace dos años; Valeria, en cambio, es vegana de chiquita: ella ya no se tienta con la carne, en cambio él es más débil (risas). La situación concreta se da en el contexto de un viaje en carpa, siendo que ambos han viajado siempre en otras condiciones, alojándose en hoteles cinco estrellas. De repente, los llama la naturaleza, pero el perfil de estos personajes es el de dos Hippies con Osde; no tienen ni idea de lo que les espera: hace un día y medio que no comen, están perdidos y escapando de una vaca que los acecha”.
La noche y sus arbitrariedades termina por mostrar quiénes son verdaderamente estos personajes o bien qué es lo que les pasa. “Todo esto en medio de la noche termina por dejar al descubierto los verdaderos conflictos que hay entre ambos, que son muchísimos; lo del veganismo es un tema en la obra pero también es una excusa para hablar de lo mal que la están pasando como pareja. Lo que pasa saca a la luz la crisis que están atravesando”, completó la actriz.
Finalmente, y respecto de los mitos que rondan el humor rosarino, ambos actores coincidieron que es muy difícil hacer humor en Rosario, “buscando proponer otra cosa, sin caer en el humor televisivo”, en un territorio que suele estar subestimado por el público. “A este espectáculo no lo buscamos, nos encontró; tampoco pretendíamos hacer un drama, más allá del desenlace inesperado que tiene. Es un espectáculo que transita la poética del absurdo corrida hacia lo bizarro; también hay algo kitsch. Y es un desafío porque el público no existe para estos personajes, más allá de su impronta quizás asociada con los unipersonales y el trabajo en bares. Aquí hay una historia y personajes que hay que sostener”, analizó Oviedo, al tiempo que Ocampo analizó: “La obra habla, también, acerca de lo vacíos que podemos estar. Lo que les pasa a ellos con el fanatismo que los revela bien le podría pasar a dos hinchas de fútbol antagónicos, a dos militantes políticos acérrimos y totalmente sordos; habla de la violencia que despierta el que no piensa como uno, del que es diferente, del que está del otro lado, algo que es muy de este tiempo”.