El grito de gol de Ángel Di María a Suiza, que depositó a la Selección Argentina en los cuartos de final del Mundial de Brasil 2014, quedó inmortalizado en la memoria futbolera de los rosarinos y, específicamente, retratado en un mural que distingue al Club Atlético El Torito, una humilde institución de zona noroeste en donde el célebre Angelito jugó hasta los 10 años. Actualmente, la entidad situada en Camino de los Granaderos y Baigorria congrega a 400 chicos entre futbolistas infantiles, juveniles y de primera división, provenientes de los barrios Casiano Casas, Cerámica, Rucci y Parquefield, entre otros.
El Torito es un club de fútbol. “Como siempre decimos, todo lo hacemos a pulmón, a fuerza de corazón y de lágrimas”, resume Jorge Gallardo, integrante de la comisión fiscalizadora de la institución que participa en el campeonato de la Primera C de la Asociación Rosarina.
“Es impresionante la cantidad de chicos que vienen de los barrios. Acá los recibimos y formamos distintos grupos de trabajo. El compañerismo en primer lugar. Y después, trabajamos en lo deportivo”, apuntó el directivo sobre la función social que cumple El Torito desde que fue fundado hace 40 años (ver aparte).
“En total tenemos entre 400 y 410 jugadores en todas las categorías del club”, precisó Gallardo. Con equipos que compiten en la Rosarina y otros estrictamente formativos. “Tenemos una escuelita de fútbol que comprende desde las categorías infantiles 2006 a 2009. Son aproximadamente 40 chicos. Ellos no participan en las líneas de baby A y B, que representan al club en la Asociación Rosarina. Esas líneas del baby están integradas por 60 chicos cada una”, especificó Gallardo.
En cancha de 11 jugadores, “tenemos una línea de inferiores desde la novena hasta la cuarta división. Ahí juegan en cancha de 11 y cada categoría tiene entre 18 a 22 chicos. Las predécima y décima juegan los domingos, antes de la primera división. Y en la máxima categoría tenemos entre 27 y 28 futbolistas”.
Además, El Torito cuenta con una línea de fútbol femenino que se divide en tres categorías: mayores y dos intermedias. “Hay tres equipos que practican con la profe Gimena y participan en torneos internos. Tenemos la información de que la Rosarina prepara armar un campeonato femenino”, indicó Gallardo.
Los recursos económicos no abundan en El Torito. Sin embargo, la actual comisión directiva se trazó el objetivo del saneamiento institucional. “Fue lo primero que hicimos luego de que asumimos. Sin recibir subsidios de Municipio, Provincia o Nación. Pusimos todos los papeles en regla. Y hoy estamos al día. Deportivamente tenemos a todas las líneas completas”, destacó el dirigente.
“Con la venta de entradas, con el servicio de buffet, con rifas y con algún que otro emprendimiento, sostenemos el presupuesto mensual del club”, señaló Gallardo. “Aproximadamente se nos van 22 mil pesos entre árbitros, seguros y cuotas en la Rosarina”, remarcó.
La semana pasada, El Torito consiguió que el Municipio le renovara por 10 años más la cesión de los derechos del uso y la explotación de los terrenos en donde funciona social y deportivamente desde hace 40 años. “Cuando construyeron la avenida De los Granaderos, el club quedó dividido en dos sectores: la cancha de fútbol infantil por un lado, y la cancha de once por otro. Cada tanto hay que renovar la cesión de los derechos de nuestros terrenos. Cuando asumimos en el 2014 con la nueva comisión, estaban caídos esos acuerdos con la Municipalidad”, rememoró Gallardo.
“Estábamos a punto de perderlos –añadió-, porque iban a hacer un plan de vivienda. Entonces hicimos todas las tratativas y nos lo cedieron por 10 años, con la opción de que la renovación sea automática presentando la Personería Jurídica. La propia intendenta Mónica Fein nos dijo que no se pueden otorgar préstamos de terrenos por más de 10 años, sino que se van renovando”, planteó el directivo.
El Torito se identifica como un club emergente y luchador del fútbol rosarino. Con 40 años de vida, forjador de jugadores que trascendieron en el profesionalismo. Como aquel pibe flaquito llamado Ángel Di María, cuyo grito de gol y gesto de corazón ante Suiza quedó inmortalizado en el mural que mira hacia el Camino de los Granaderos.