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Murió Masacote, un acusado de realizar secuestros virtuales

Pese a problemas de salud, estaba preso en la cárcel local y falleció horas antes de firmar un juicio abreviado que le devolvía la libertad.

A pocas horas de una audiencia donde iba a formalizarse un acuerdo abreviado que lo dejaba en libertad, Gustavo Miguel, conocido como Masacote, falleció de un paro cardiorrespiratorio. El hombre era el jefe de una familia de la comunidad gitana que, junto con varios de sus miembros, estaba involucrado en una causa por múltiples secuestros virtuales. Había sido detenido en julio de 2015 en un sanatorio privado y desde entonces permaneció tras las rejas, a pesar de los reiterados pedidos de la defensa que reclamaba una morigeración con eje en su estado de salud. Pero tanto en primera como en segunda instancia los jueces desecharon la solicitud de una prisión domiciliaria en base a informes médicos. Su defensor, Marcelo Piercecchi, refirió que si bien estaba medicado la situación de encierro hizo mella en su integridad física y resaltó que, a raíz de las violaciones a las domiciliarias que se conocieron públicamente, hubo un endurecimiento del sistema: “Por que algunos no han cumplido no se puede medir a todos con la misma vara”. Y agregó que esa rigidez a la hora de valorar la medida cautelar desembocó en esta situación que llevó a la muerte de su cliente.

La investigación sobre un centenar de secuestros virtuales bajo la carátula de extorsión derivó en junio pasado en una serie de allanamientos que terminaron con la detención de 18 personas, muchas de ellas miembros de la comunidad gitana, además del secuestro de armas, autos, alhajas, celulares y unos 3 millones de pesos. En aquella oportunidad, la pesquisa no logró la detención de Masacote –por entonces de 50 años y quien ya había sido puesto bajo la mira de la Justicia por una saga similar ocurrida en 2014, aunque terminó desvinculado–, arresto que se produjo el 8 de julio pasado en un sanatorio céntrico donde se encontraba internado.

Hipertensión y diabetes

En aquella oportunidad fue examinado por un médico forense que entendió que estaba apto para ser imputado y, a pesar del pedido de su abogado, fue derivado a la enfermería de la Unidad Penitenciaria Nº 3 por orden judicial. El pedido de morigeración en base a su estado de salud –sufría de problemas cardíacos, hipertensión y diabetes– se reiteró en varias oportunidades aunque siempre fueron desechados, negativa que fue confirmada por la Cámara Penal. Según pudo chequear El Ciudadano fueron cuatro los médicos forenses que coincidieron en que Masacote estaba en condiciones de afrontar una detención.

Según refirió Piercecchi, esta negativa llevó a negociar un acuerdo abreviado por una veintena de casos de secuestro virtual con el fiscal Nicolás Foppiani. “Habíamos hecho un abreviado con mucho sacrificio, sus hijos aceptaron responsabilidades con las que no estábamos de acuerdo en pro de que su padre pudiera salir en libertad porque estaba enfermo”, describió. El letrado sostuvo que anteayer habló con su cliente: “Me dijo que se sentía mal, que estaba con tos”. Luego lo llamaron y le dijeron que se había descompensado y pensó que le había subido la presión. Lo derivaron al hospital Provincial, pero la situación se agravó. De allí lo trasladaron al Centenario, donde le colocaron un stent, y ayer por la madrugada sufrió un paro cardiorrespiratorio que lo llevó a la muerte, detalló. A lo que agregó que durante su encierro Masacote fue muy bien atendido en la cárcel de Riccheri y Zeballos; incluso el defensor tenía un contacto permanente con oficiales y el médico de la penitenciaría respecto del estado de salud de su cliente.

Domiciliarias restringidas

El letrado sostuvo que las violaciones a las domiciliarias que se conocieron públicamente generaron un endurecimiento del sistema en relación con la morigeración de la preventiva. Destacó que, en este caso, hubo un fiscal implacable que hizo su trabajo y con quien nunca lograron acordar una morigeración de prisión. Tampoco la defensa pudo lograr que los jueces que intervinieron aceptaran el pedido de una domiciliaria. El abogado explicó que, ante el encierro, la psiquis de una persona responde de diferentes maneras: “Lo que notaba es que el encierro le afectaba la salud. Lo noté en la disminución de peso y en su estado de salud y la posibilidad de salir le generó un estallido”.

Piercecchi concluyó que el hecho de que algunas personas no hayan cumplido no habilita “a medir a todos con la misma vara”; sostuvo que el sistema está endurecido y es bastante estricto, incluso con aquellas personas que no están condenadas, como el caso de su cliente. Y agregó que la homologación de este abreviado al que también habían accedido tres de sus hijos implicaba un cese de la prisión de su defendido. La muerte de Masacote derivó en la cancelación de la audiencia que implicaba a cuatro imputados. Ante ello, el defensor supuso que la postura de los hijos de Masacote ahora será distinta y evaluarán la decisión que tomarán respecto del devenir de su situación procesal “luego de este terrible hecho”, refirió.

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