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Imputan otro robo a Albertengo, preso por el caso Mansilla

La situación legal de Ricardo Albertengo se agravó ayer por la mañana: el fiscal Aníbal Vescovo lo acusó de haber asaltado un instituto de inglés a mediados de febrero pasado.

La situación legal de Ricardo Albertengo se agravó ayer por la mañana: el fiscal Aníbal Vescovo lo acusó de haber asaltado un instituto de inglés a mediados de febrero pasado.

Según el investigador, durante el robo obligó a desnudarse a las víctimas –tres mujeres– y las fotografió con un celular. El acusado tiene en trámite dos imputaciones –por el homicidio del policía Mauro Mansilla y otro asalto previo– y además cuenta con una condena inconclusa a 37 años y 8 meses de cárcel.

Ricardo Albertengo tiene 49 años y un frondoso prontuario criminal. Ayer por la mañana el fiscal Aníbal Vescovo lo señaló como el autor de otro atraco, que tuvo lugar un mes antes del homicidio del policía. Según lo que dijeron ante la Justicia tres denunciantes, este convicto fue quien entró al instituto de idioma English Track, de Tucumán al 1500, el pasado 16 de febrero y las asaltó. Según las víctimas –una profesora y las dueñas del negocio– aquella tarde les tocó la puerta de sus oficinas un hombre que ya conocían desde hacía un tiempo. Decía llamarse Montenegro y había pasado por el lugar en dos ocasiones, pidiendo información para anotar a su hijo en el instituto. Ellas, confiadas, le abrieron la puerta y fueron sorprendidas.

Mientras iniciaban el trámite de inscripción, el tal Montenegro desenfundó un arma y las redujo. Sacó plata de sus carteras y de la caja chica de la escuela de inglés. Sin embargo, la situación se complicó. “Yo vivo de esto y no hay muchos a mi edad que lo hagan”, les dijo, altanero, a las víctimas, mientras las obligaba a meterse en el baño.

En la escuela de inglés se había cortado la luz y, según lo que pudo averiguar el fiscal del caso, esto complicó el plan de escape del ladrón. El hombre pretendía dejar a las mujeres encerradas y poner música, para que ellas no lo escucharan irse; y así garantizarse que no iban a correr detrás de él, pidiendo ayuda a los vecinos.

Ante esta situación, el asaltante puso en marcha un plan mucho más perverso. Hizo salir a las mujeres del baño de a una. A las dos primeras las obligó a quedarse en ropa interior, les pidió sus nombres y números de documento, y les tomó fotos en poses sugerentes con su celular. “Vos no me vas a denunciar”, le dijo al oído a una de ellas. El trato con la tercera mujer fue diferente. “Con vos no quiero tener problemas”, le dijo. Luego le dio un reloj –que marcaba las 17.30–, la obligó a meterse en el baño junto a sus compañeras y allí le brindó sus indicaciones finales. A punta de pistola les exigió que esperaran 20 minutos para salir si no querían sufrir represalias y se esfumó.

Las víctimas hicieron la denuncia e individualizaron a Albertengo en un reconocimiento fotográfico que se desarrolló en la Jefatura de la UR II.

Un largo recorrido

El primer episodio que instaló a Albertengo en la crónica policial ocurrió en 1994. Fue el sábado 2 de abril de ese año, cuando entró con un cómplice a asaltar un negocio de 3 de Febrero al 900. Un llamado telefónico convocó a la Policía y Albertengo terminó intercambiando plomo con uniformados. Su socio fue atrapado y él corrió hasta el bar La Granja, de Sarmiento y 9 de Julio. Eran las 10 de la noche. El pistolero le apoyó una 9 milímetros en la cabeza a una moza de 19 años y se aprestó a negociar. Pero Alejandro Debortoni, de 25 años, un estudiante que miraba desde una mesa, intentó calmarlo y Albertengo le disparó un tiro que le perforó la aorta. Luego se entregó y fue condenado a 20 años de cárcel.

El 20 de octubre de 2009, también con transitorias, volvió a las andadas. Ingresó a una clínica estética de Oroño al 700, se hizo pasar por paciente del centro de belleza con intención de robar que al quedar cercado tomó rehenes y se tiroteó con policías. Le unificaron las condenas –incluyendo seis robos previos al frustrado golpe en la clínica– en 37 años y 8 de cárcel; estuvo preso hasta mediados de 2015, cuando no regresó a la prisión local tras una transitoria.

Estuvo prófugo ocho meses durante los cuales, al margen de su perfil de asaltante peligroso, ningún funcionario policial intentó hallarlo. Se entregó el pasado viernes 11 de marzo en la misma cárcel a la que no había regresado, luego de ser señalado por un nuevo homicidio y un enésimo asalto. Según la acusación de la Fiscalía, Albertengo asesinó al policía Mauro Mansilla el pasado 8 de marzo, en la puerta de un instituto de enseñanza de Corrientes al 300. De acuerdo con la pesquisa, el policía intentó detenerlo a instancias de una pareja que lo reconoció como el autor de un robo ocurrido 17 días en Buenos Aires al 900 antes e intentó detenerlo. Pero, según la acusación, Albertengo lo hirió de muerte con un arma 9 milímetros en la cabeza y, antes de escapar, le robó el arma reglamentaria.

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