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Procesan a policías y civiles

Cinco personas irán a juicio por conformar una banda mixta dedicada a la venta de estupefacientes en zona oeste. Todo comenzó cuando el líder, conocido como el Hormiga, se negó a pagarle a un agente porque tenía arreglos con otros.

Tres civiles y dos policías (uno de ellos retirado) fueron procesados por el juez federal Marcelo Bailaque acusados de conformar una banda narcocriminal que operaba desde un domicilio de zona oeste donde vivía el líder de la organización, apodado Hormiga. Otros dos policías santafesinos en funciones recibieron falta de mérito, resolución que ya fue apelada por la Fiscalía dado que uno de ellos, conocido como Duende, conducía un auto a nombre de Diego Cuello, hombre vinculado con la banda Los Monos y dueño de la “narcochacra” de Alvear, una finca allanada por un juez provincial que derivó en un escándalo luego de que la Justicia Federal enviara a investigar al magistrado que ordenó la medida y el irregular accionar de los efectivos que la realizaron.

La pesquisa que investigaba el accionar de una banda mixta conformada por policías y civiles comenzó a mediados de 2014 y estuvo a cargo del fiscal federal Santiago Marquevich. Tras una investigación de dos años, el mes pasado se realizaron allanamientos y detenciones que terminaron con cinco procesamientos por el delito de comercio de estupefacientes agravado por la intervención de tres o más personas de forma organizada.

Según el fallo del juez Bailaque, Julio Rolando C., alias Hormiga, de 62 años, era el líder de la organización. El hombre quedó formalmente acusado de vender estupefacientes a distintas personas que, previo contacto telefónico, se acercaban a su domicilio de zona oeste, en inmediaciones de Fraga y Amenábar, donde tiene jurisdicción la seccional 32ª. Junto a él también fue procesado su hijo Oscar como colaborador en la venta al menudeo de estupefacientes a baja escala y otras dos personas como sus proveedores. Se trata de Félix Ramón C., un policía retirado, alias Croto, y Nanci R., una mujer que manejaría un punto de ventas en el Fonavi de Teniente Agneta y Cerrito donde se le incautaron 24 gramos de marihuana y 12 de cocaína, además de unos 17 mil pesos en efectivo.

“Si le queda algo de eso”. “Que le prepare dos de 300”. “Si tiene la misma de siempre”. “Que va a necesitar seis, o sea tres bolsas de 200, como el otro día, en piedras”. Esas son algunas de las transcripciones de escuchas telefónicas del celular del Hormiga, que junto a un trabajo de calle en la puerta de su domicilio, hizo interpretar a los investigadores que realizaba transacciones de estupefacientes. El fallo resalta la concurrencia de diversas personas a bordo de distintos autos al domicilio del Hormiga, quien mantenía con los visitantes contacto por escaso lapso.

Otras escuchas entre el Hormiga y su hijo Oscar dieron a entender al juez que el joven “ayudaría a su padre en la comercialización” de estupefacientes. También hay un llamado que le hace su ex mujer y madre de Oscar para manifestarle su preocupación porque su hijo había demorado su regreso de la provincia de Salta.

La pata policial

Carlos Luciano M., un policía que brindaba servicios en la seccional 32ª, también fue procesado por el mismo delito agravado por su condición de empleado policial luego de que se comprobara su asidua presencia en el domicilio del Hormiga y la familiaridad en el trato con él y con su hijo. También quedó comprometido en escuchas telefónicas en las que brindaba información sobre dónde conseguir contactos para proveerse de estupefacientes. “Ahí te conseguí una punta, pero en La Lata”, dice una comunicación.

De los demás policías involucrados sólo dos fueron imputados pero recibieron falta de mérito del juez Bailaque.

Se trata de Christian Horacio F., alias Duende, a quien se le sindicó ser el encargado de recaudar el dinero producto de la comercialización de estupefacientes realizada por el Hormiga a cambio de protección. Para el juez los elementos “resultan insuficientes como para disponer su procesamiento”, al igual que en el caso del policía Jorge Bautista V., visto en la puerta del domicilio del Hormiga, quien subió a su auto por un corto plazo y luego volvió a su vivienda. La medida fue apelada por la Fiscalía.

El golpe

A fines del mes pasado, 15 allanamientos simultáneos realizados por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) en distintos puntos de la ciudad dejaron siete detenidos, entre ellos cinco policías de los cuáles tres habían pertenecido a la ex Dirección General de Drogas Peligrosas (Digedrop). A uno de ellos se le secuestró una balanza de precisión y una camioneta 4×4 Amarok modelo 2013 propiedad de Diego Cuello, quien saltó a las crónicas policiales por ser el dueño de la Narcochacra de Alvear, la finca en la que incautaron drogas y dinero, aunque la causa resultó nula para la Justicia federal por irregularidades cometidas por la Policía santafesina en el operativo. También derivó en un pedido de investigación al juez provincial Juan Carlos Vienna que firmó la orden con el argumento de buscar electrodomésticos robados. Cuello está procesado en la actualidad en la investigación “Los Patrones” vinculada con la banda de Los Monos y cumple prisión.

Los allanamientos del pasado 27 de abril fueron ordenados en el marco de la investigación del fiscal Marquevich, en conjunto con medidas solicitadas por la Justicia provincial. Por eso también participó la Dirección de Control de Adicciones de Santa Fe, que tenía interés en algunos domicilios del Fonavi de Rouillón y Cerrito, donde fueron detenidas tres personas con dos kilos de cocaína.

La causa de Marquevich sobre una organización mixta comenzó en 2014 a raíz de escuchas telefónicas en las que el líder de la banda le explicaba a un uniformado que no le daría dinero porque ya tenía arreglos con otros policías y mencionaba distintas reparticiones en las que no aparecía la PSA. Por eso, fue la fuerza a cargo de la investigación, dijo un vocero judicial. La misma fuente no descartó que haya más involucrados en la banda.

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