Los historiadores de principios del siglo XX pensaron que François Rabelais había sido un escritor ateo hasta que llegó Mijail Bajtin y propuso que el hombre de inicios de la modernidad era un representante certero de la cultura popular y lo carnavalesco con una crítica mordaz a las autoridades del momento.
En su serie de libros Gargantúa y Pantagruel el grotesco deja paso a las verdades que vive el pueblo llano y los personajes se asimilan a la escena política de su momento.
La operación es reinterpretada en el presente porque Omar Luis Marsili, en su libro La deuda, el príncipe y los Panurgos: cuando todos seamos deudores, estaremos en el primer mundo, adopta la perspectiva del humanista francés para analizar la economía de la Argentina y, en particular, las acciones de los gobiernos en ocasión de tomar deuda externa.
“Mi libro intenta explicar la deuda externa a partir del juicio de Alejandro Olmos contra José Alfredo Martínez de Hoz, reforzado con razonamientos de Rabelais, Maquiavelo y Shakespeare que anduvieron por este planeta hace 500 años”, reflexiona el contador y escritor rosarino, quien presentará su nuevo libro el próximo miércoles 15 de junio, a las 19, en La Toma (Tucumán 1349). Anteriormente, Marsili publicó El paraíso sobre tus zapatos (1991) y El Maratonista (2007).
“Yo elegí mezclar mi experiencia de bancario con mi vida de contador y la pasión por escribir. Intenté hacer un libro literario porque, en definitiva, la idea de la deuda externa es una ficción. Yo comparo esto con El Príncipe de Maquiavelo, que inventa un mundo, un cosmos, una forma de observar la realidad, a la vez que recomienda a Lorenzo de Médicis inyectar remedios fuertes contra el pueblo. Al mismo tiempo, aparecen otros actores similares a Panurgo, un habilidoso truhán, libertino y cobarde personaje de la obra de Rabelais Gargantúa y Pantagruel, quienes terminan ejecutando el plan”, explica Marsili al relacionar explicaciones económicas bajo un relato narrativo y llano.
“Esta receta económica no es nueva, y hace recordar a una recomendación textual de Maquiavelo a Lorenzo el Magnífico. Es más, en el proyecto de El Príncipe el objetivo es cobrar con trabajo, sudor y sangre al pueblo para beneficio del poderoso. Por ahí tenemos a William Shakespeare y el usurero de su obra El mercader de Venecia diciendo que se cobrará lo que prestó con una libra de carne del corazón del deudor, pero, eso sí, sin ninguna gota de sangre”, sostiene el escritor al mostrar los elementos que encuentra en común entre la Literatura y la Economía.
“La economía es un pedazo de la vida porque esto de la economía madre de todas las ciencias es una mentira infame. Es más, muchos hablan de esta presumible ciencia exacta pero te meten en las recetas de los círculos financieros en sus novelas. Cuando escucho a alguien que habla de economía siento la misma sensación de escribir un poema, porque es la creación de una fantasía. Sin embargo, existe una diferencia porque el poeta busca crear o al menos reinventar imágenes, los ecónomos las repiten porque total los pueblos olvidan o jamás se enteraron de lo que sucedió”, explica Marsili buscando desacralizar las predicciones y opiniones de economistas de alto vuelo.
“Con el libro quiero explicar los porqué y los para qué de la deuda externa que toma el país. Panurgo, el personaje de Rabelais, razona como los ecónomos actuales, y John Rockefeller tiene actitudes maquiavélicas”, señala Marsili al combinar elementos narrativos con actitudes de empresarios y afirma: “Al mismo tiempo, las instituciones que inventaron los países para generar desarrollo fueron absorbidas por los círculos financieros y se transformaron en agentes de colocación de préstamos para después obligarlos a los mismos países a privatizar sus riquezas y aumentar la pobreza en el mundo”.
Marsili basó su trabajo en el libro Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron, en el que Alejandro Olmos cuestiona la toma de deuda externa durante la última dictadura militar, cuando José Alfredo Antonio Martínez de Hoz era ministro de Economía. Esa oposición fue a la Justicia y obtuvo el fallo del juez Jorge Ballesteros, en el cual se afirma que la deuda externa es ilegítima. A partir de esos datos –según Marsili– cualquier gobierno debería tener prurito en volver a endeudarse, aunque algunos economistas aparecen con discursos que hacen creer a la población que es algo necesario y saludable.
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