Los socios de Newell’s que estaban en las instalaciones del club del Parque de la Independencia se vieron sorprendidos en la mañana de este miércoles 29 de junio por un hecho inusual.
Minutos antes de las 11, comenzó a llegar desde la calle el bullicio de una caravana de autos similar a esas que se arman para festejar cuando el equipo rojinegro logra algún éxito deportivo. Pero esta vez, en pleno receso futbolístico, el motivo era otro y, por cierto, bien distinto. Se trataba del cortejo fúnebre que trasladó hasta su última morada a Maximiliano La Rocca, el joven asesinado a balazos en avenida Pellegrini y Camilo Aldao, el último martes a la noche, poco después de haber sido ungido como jefe de la barra brava leprosa en el transcurso de una cena en los parrilleros del club.
Los restos del Cabezón –tal como se lo conocía– desfilaron así por última vez frente a la puerta principal del Coloso del Parque acompaña-dos por familiares y allegados en un ritual fúnebre que incluyó bocinazos, bombos y algunos disparos al aire.