“No sabemos cuántos animales están en la calle a la buena de Dios soportando hambre, sed, frío, calor y que son víctimas del rechazo de la sociedad”. María Virginia Padilla y Jorge Buscaroni son proteccionistas independientes y se unen por una misma causa: rescatar animales abandonados, lastimados, buscarles un nuevo hogar y adoptar aquellos que nadie quiere. No es un trabajo fácil, todo lo contrario: les demanda mucho tiempo y aseguran que no pueden dejar de hacerlo porque el amor por los “bichos” es más fuerte.
La tarea de estos dos proteccionistas independientes se reparten: Virginia se ocupa de los cachorros, los adultos abandonados y los heridos; Jorge se encarga de esterilizar a la población canina y felina. Esta práctica evita el nacimiento de crías que no tendrán un hogar responsable, evita la transmisión de enfermedades venéreas en los perros y disminuye la agresividad en canes mordedores.
En una charla con El Ciudadano, Virginia y Jorge estuvieron acompañados por Faustino –un perro de casi dos años que tiene la columna vertebral quebrada con compresión de médula y las patas traseras están inmovilizadas de por vida. Mientras Virginia habla, Faustino Domingo –lo llamaron así porque lo encontraron en una escuela– se movía por toda la casa como pez en el agua. Otra de las integrantes es Micaela Magalí, una gata que abandonaron en una escuela junto a sus cuatro hermanitos –que ya dieron en adopción–, Mumi, una cruza de pitbull que está en adopción responsable y Pancho, que tuvo dos oportunidades de ser adoptado pero “lo devolvieron” porque es un perrito muy asustadizo.
“Hace cinco años que me dedico a rescatar animales, ya reubiqué a más de 300. Siempre hay alguno que te toca el alma y ellos te lo devuelven sólo con una mirada. Uno, cuando sale a la calle, sufre porque cuesta mirar para otro lado cuando hay algún animal abandonado o en pésimas condiciones. Empezás ayudando a uno, después a otro y cuando te das cuenta no es que vas a cambiar el mundo, pero sí se lo cambiás a ellos.”, describió Virginia.
Aunque la labor diaria de los proteccionistas es dura física y emocionalmente, también es reconfortante ya que con la ayuda de más voluntarios se logra salvar vidas y se logra la adopción, también gracias a la difusión en las redes sociales o por el boca a boca.
Jorge vive en Capitán Bermúdez y allí, junto con Virginia, tiene otros dos perros adultos en adopción: Lobo, que tiene problemas renales, y Blanquita, con tiene problemas neurológicos. “Están bajo techo, comen todos los días pero están solos. De 24 horas que tiene el día sólo podemos verlos media hora cuando les vamos a dar de comer y ellos necesitan más cariño y atención. Se nos hace cuesta arriba poder darlos en adopción ya que son perros adultos y con algunos problemas”, contó.
Estos dos proteccionistas, como tantos otros, sacan también recursos de su bolsillo para afrontar todo tipo de gastos: desde internaciones, curaciones y alimentos hasta operaciones. Todo lo hacen a pulmón, pero eso no es un freno para dejar de hacerlo.
“Si uno tiene un perro en su casa, el amor sólo es para él. Los de la calle no corren la misma suerte. La mayoría de las personas no miran a todos los perros que hay en la calle, nosotros sí y en cada uno de ellos sentimos nuestro propio fracaso. Lamentablemente, no podemos salvarle la vida a todos, por eso sufrimos mucho y nos desespera. Esto es sufrir, llorar y no termina nunca. Es una forma de vida que uno elige”, relató Jorge con un dejo de angustia.
Virginia cuestionó que no haya un control de la población animal, una problemática de muchos años que necesita ser solucionada cuanto antes. Entiende que “debería ser fundamental una ayuda del Estado”.
Los sentimientos que les afloran a los voluntarios cuando hablan de los animales son muchos, tienen muchas historias tristes para contar y otras no tanto que vivieron a lo largo de todos estos años. Pero si en algo se parecen, es en el sentimiento.
“Otro de los casos más comunes es cuando un animal cruza la calle. Ellos la cruzan con la inocencia de un chico de 2 años. Muchas personas que atropellan a los animales miran para atrás y lo ven que sale caminando. Pero la mayoría de las veces es por un acto reflejo, y en realidad están muy heridos o se mueren”, subrayó la proteccionista.
“Todos pueden ser voluntarios, falta más compromiso. Se tiene que concientizar sobre las castraciones, eso es muy importante. También colocarles las identificaciones en la correa. Si cada uno lo hiciera con su propia mascota, sería todo más fácil. Hay mucho por hacer”, resaltó Virginia.
El trabajo es arduo y no es sólo sacarle una foto al animal y pedir ayuda a través de las redes sociales: hay que comprometerse con la situación, sacarlo del estado de abandono, llevarlo a un veterinario y, recién allí, cuando mejore, buscarle un adoptante responsable. La recompensa es única y el amor incondicional y sincero de ese perro o gato al que, sin dudas, le cambiará la vida.
Quienes quieran colaborar con Virginia y Jorge, ingresar al Facebook: María Virginia Padilla y Jorge Buscaroni, o llamar al (0341) 152-112425.
Dónde y cómo esterilizar
La gran cantidad de perros y gatos abandonados en la vía pública plantea la necesidad de disminuir la reproducción descontrolada para erradicar el contagio de enfermedades transmisibles del animal al hombre y evitar el aumento de animales callejeros.
La castración, una forma de control poblacional de animales, es una práctica quirúrgica con anestesia realizada por médicos veterinarios que ofrece en forma gratuita la Municipalidad. Para más información los interesados se pueden dirigir al Instituto Municipal de Salud Animal (Imusa), ubicado en Francia 1940, o llamar al teléfono 4805463, de lunes a viernes de 8 a 18. La esterilización puede realizarse a partir de los 5 meses de edad.
Indicaciones antes de la operación:
n La mascota debe asistir provista de collar y correa o jaula de transporte y conducido por una persona mayor
n Bañarla el día anterior a la cirugía
n Suprimir los alimentos sólidos 12 horas antes
n Suprimir los líquidos 7 horas antes de la operación
Indicaciones tras la operación:
n Para retirar al animal el dueño debe concurrir con una manta o lona
n Darle de beber agua 5 horas después de la operación y comida, en pequeñas cantidades, luego de las 12 horas
n Mantenerlo en lugar cerrado por 24 horas, a nivel del suelo, tranquilo y en silencio
n No darle ningún medicamento sin prescripción médica
n Curarle los puntos de sutura con lodopovidona, por ejemplo, Pervinox
n Si vomita, tiembla, gime o aúlla, no alarmarse ya que es por la anestesia
n Si se muerde la herida, colocarle un collar isabelino o una pantalla
n A los 15 días de la operación, llevarlo a la sede central del Imusa sin turno previo para extraerle los puntos