BIOGRAFÍA
Roth desencadenado. Claudia Roth Pierpoint
Literatura Random House. 2016 / 432 páginas
Roth desencadenado tiene una estructura que se acerca a una biografía aunque, al mismo tiempo, es mucho más que eso; hay una manifiesta intención de trazar un itinerario sobre la obra, o sobre los libros más relevantes de uno de los escritores del podio contemporáneo norteamericano, de poner la lupa sobre sus obsesiones y de cómo las transformó en literatura. La periodista y escritora Claudia Roth Pierpoint aprovechó a fondo su amistad con Philip Roth para intentar la primera biografía sobre el par generacional de John Updike, Saul Bellow, Bernard Malamud y William Styron, por citar algunos de los más reconocidos fuera de su país, pertenecientes a la llamada Generación del 60 a la que, sin dudas, caben agregar nombres como Thomas Phynchon, J.D. Salinger, Kurt Vonnegut, Don DeLillo, estos últimos circulando por otro carril menos oficializado.
Pese a lo que pareciera, a Roth Pierpoint no la une ningún lazo familiar con Philip Roth; es periodista de The New Yorker desde hace 20 años y un ensayo suyo sobre mujeres escritoras tuvo bastante predicamento entre crítica, académicos y público en general. Conoció al escritor en un club de jazz cuando se acercó a la barra donde Roth tomaba un trago y tras decirle que lo consideraba uno de los mejores narradores en lengua inglesa, comenzó una amistad que perdura hasta hoy; Pierpoint pudo lo que otros intentaron sin suerte, convencerlo que lo suyo no sería una biografía clásica sino una serie de apuntes para develarse, ella misma, y poner en consideración de los lectores, un perfil posible del creador de Nathan Zuckerman, el alter ego detrás del cual Roth auscultó buena parte de los vicios y decadencias norteamericanas, incluidas algunas de las más flagrantes de la comunidad judía. Sus parejas y amigos, su confrontación con el psicoanálisis, con la misma comunidad judía cuando describía en sus textos a algunos de sus miembros como adúlteros, miserables y dueños de una esquizofrenia conspirativa, las agrupaciones feministas que lo tildaban de misógino incurable, sobre todo a partir de su novela El mal de Portnoy, la curiosidad de Roth por la historia norteamericana y europea, su casamiento luego de 15 años de convivencia con la actriz inglesa Claire Bloom y su tormentosa separación después, todo fluye con precisión y asombro, como si Pierpoint certificara algunas de sus presunciones pero no por ello quedara menos perpleja.
Según cita la periodista y biógrafa, Roth la había “dejado husmear por entre los archivos de su desván de Connecticut”, gracias a lo cual le fue posible reconstruir ciertos itinerarios y contextualizar la producción de las novelas, algunas de las cuales las menta como poco menos que milagros literarios; al mismo tiempo que realza la figura de Roth haciendo hincapié en su independencia de las opiniones representadas en la aceptación o el rechazo de los distintos colectivos, sobre todo de la costa este estadounidense, donde más se movió Roth durante toda su carrera como escritor.
Buena parte de las distintas confrontaciones en las cuales el autor de Operación Shylock fue un blanco predilecto, su ya de por sí complicada existencia, al menos en lo que él entiende como proceso complejo originada por su neurosis y que afortunadamente pudo volcar en sus textos; las vicisitudes que tuvo que librar con sus enfermedades, y hasta sus opiniones políticas, las más de las veces en franca oposición a las gestiones republicanas –a quienes satirizó de manera rotunda en algunas de sus novelas, Richard Nixon incluido–, y de las que no escaparían tampoco los demócratas –aunque se reconocía con esa camiseta pero muy radical– como pasó con La mancha humana, que le valió el Pulitzer en 1998, y donde atendió a Bill Clinton, son descriptas con fértil imaginación y con agudas observaciones por Roth Pierpoint.
Roth desencadenado puede leerse incluso desde las opiniones del propio Roth sobre sus mujeres, muy jugosas por cierto, en las que aparecen, obviamente, su mujer Claire Bloom pero también Jackie Bouvier, la viuda de John Fitzgerald Kennedy, con quien vivió una efímera relación a mediados de los 60, y a la que describe con encanto e ironía: “Pensaba: estoy entrando en la casa de la mujer que sale en las portadas de las revistas. Me estoy sentando en el sofá de la mujer que sale en las portadas de las revistas… Fue como besar la portada de una revista”, dice Roth.
Aunque admite que todavía quedan algunos materiales que urge publicar, de la producción del autor de El teatro de Sabbath, Roth Pierpoint rescata tres novelas cortas, materiales sustentados en la línea de la non-fiction, de las que señala no haber sido tenidas en cuenta como debieran en Estados Unidos. Se trata de las novelas cortas con dosis autobiográficas Los hechos: autobiografía de un novelista (1988); Patrimonio: una historia verdadera (1991) y El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras (2003).
Finalmente, sobre Némesis, su última novela, en la que el escritor vuelve a su propia infancia y a una epidemia que hizo estragos, Roth Pierpoint apuntó: “Roth terminó Némesis en el otoño de 2009, y pronto se dio cuenta, aunque el público no lo hizo, de que sería su última novela. Un estudio literario como este solo podía escribirse a partir de ese momento”.
Roth desencadenado entonces es un libro necesario para seguir a un escritor y sus avatares en su tránsito público y privado, un texto descomprometido de salvaguardar cuestiones picantes –de las que los testimonios del mismo escritor dan cuenta– y tan obsesivo como el objeto que trata para andar de una punta a otra de la vida y obra, austero o entusiasta según la medida de lo que describe. Y necesario además porque habla de Philip Roth, otro de los más lúcidos desencantados de las bondades del sueño americano.