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Fabricio Ballarini: “Más ciencia es más libertad”

El doctor en ciencias biológicas e investigador del Conicet, conforma “Educando al cerebro”, un programa mediante el cual se lleva el conocimiento científico a las aulas, integrado en su mayoría por científicos.

“No soy un divulgador”, se apresura en aclarar Ballarini. “Soy un científico que sabe contar las cosas que hace y lo hace desde el lado pasional que, por otra parte, es como yo soy. Sé divulgar lo que hago en materia de ciencia. Y tengo mis limitaciones”, reconoce.

Todo comenzó con su grupo reunido, interrogándose; y tomando la decisión de comenzar a dar charlas para pequeños grupos de docentes. A poco de andar cayeron en la cuenta de que llegar a un universo mayor de docentes iba a demandarles mucho tiempo. Optaron, entonces, por correr un riesgo haciendo una convocatoria abierta; y para su sorpresa, se anotaron 800 docentes en tres días. “Nos dimos cuenta de que existía un interés que habíamos subes-timado”, afirma el investigador del Conicet. Y lo que fue un tímido intento se transformó en una bola de nieve, llegando a realizar más de una docena de jornadas multitudinarias.

Mañana, una de esas convocatorias se realizará en Rosario y tendrá lugar en el Salón de Usos Múltiples de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR, de Riobamba 220 bis. Ballarini, que será uno de los dictantes, re-cuerda que “fue en 2008 cuan-do empezamos a hacer demostraciones en escuelas, tratando de buscar cómo mejorar la estrategia de la enseñanza de las ciencias. Estaba terminando el doctorado y tenía una pregunta que estaba vinculada con una investigación, y a partir de los resulta-dos que obtuve me pareció que la podía extrapolar al ambiente educativo e intentar hacer una experiencia que les reportara a los estudiantes su aceptación de la ciencia; a la vez que podría transformarse en un buen material para los docentes, motivándolos a recurrir a métodos innovadores de enseñanza”.

Ballarini no puede ocultar su entusiasmo, y lo expresa: “Allí descubrí dos cosas: que los docentes estaban muy entusiasmado y que había un vacío en la educación Y tratamos de brindar contenido científico a esa comunidad ya que no había nada”.

El grupo está por presentar un libro para regalar, >Educando al cerebro I>. Tiene una web (www.educandoalcerebro.com.ar); está en Facebook, “Educando al cerebro”, sitio en el que cuentan con muchos seguidores. Llevan hechos algunos videos. Fueron a Uru-guay. Y se han convertido en una ONG, mediante la cual acaban de recibir un subsidio para hacer investigación. “En dos años y medio hemos tenido un crecimiento increíble”, se enorgullece Ballarini.

En los encuentros suelen recurrir a un test que está basado en el comportamiento del cerebro cuando se requiere apelar a los recuerdos; siguiendo el cual, diseñan un experimento en el aula. Así lo explica Fabricio Ballarini: “Tomamos un protocolo de aprendizaje cualquiera; puede ser que las personas apelen a un recuerdo o mostramos un dibujo; a los chicos más chicos les contamos un cuento y nosotros tratamos de modularlo, de mejorarlo para que ese re-cuerdo quede fijado. Y vimos que las experiencias que están cercanas a cuestiones que fue-ron sorprendentes y que asombran se recuerdan mucho más. Por eso recurro al episodio de las Torres Gemelas o a un nacimiento, u otro tipo de experiencia; y lo que obtuvimos fue que el recuerdo, en esos casos, tiene más fuerza y, aparte, recordamos cuestiones periféricas que su-cedieron cercanas al recuerdo principal y que, de otra manera las hubiésemos olvidado”.

—¿Aplicar esta metodología es tan sorprendente como el intento que hicieron para contactarse con los medios?

—Esa fue una locura que salió bien. Fue correr un riesgo. Fue una experiencia que se reveló como muy útil porque nos dimos a conocer y porque pu-dimos hacer en vivo la experiencia, a la vez que cada uno de los oyentes “experimentó en carne propia” nuestra propuesta. Cada oyente se convirtió en un sujeto experimental de su propia experiencia de aprendizaje. Los oyentes que lo entendieron no lo van a olvidar jamás.

—Lo interesante es que se les abrieron las puertas a un público masivo…

—Sí. Les mandé un email. Me presenté como becario del Conicet que estaba haciendo un trabajo de investigación, y la gente de Vorterix, con Pergolini a la cabeza, entendió rápidamente; él es un hombre muy informado en el tema de las ciencias y accedió a hacer-lo en vivo. Por supuesto lo hablamos mucho, ajustamos los detalles y nos largamos. Estuvo encantado de hacerlo. Generamos un vínculo a par-tir de esa experiencia y nos abrió las puertas de la radio a tal punto que su propio pro-grama tiene un micro de cien-cia grabado y animado; y, de toda la programación de su radio que es de rock, el micro de ciencia es el más visitado. Algunos han llegado a recibir 350.000 vistas, que es mucho más de las que obtiene un re-cital de rock.

Ballarini, el joven doctor en ciencias biológicas e investigador del instituto de neurociencias del Conicet, “científico utópico” –como él mismo se define– y autor del libro >REC>, de editorial Sudamericana, cree firmemente que es el modo de contarla a la ciencia la que puede hacerla más atractiva. “Esto fue por la posibilidad de poder contar las cosas desde otro lado, a un buen número de docentes re-unidos y poder hacerlo, al mismo tiempo, en un medio masivo de comunicación”, sostiene.

—Recurrir a un experimento siguiendo la metodología científica y realizarlo a través de medios masivos, ¿puede agregar valor a la divulgación de la ciencia?

—Me encanta esa visión. Más, me gustaría tener un programa en el que no solamente comunicáramos ciencia, sino cómo hacer experimentos; porque es la manera indirecta de aprendizaje efectivo. Yo vivo haciendo experimentos y puedo asegurar que es fasci-nante el momento de llegar al final para poder ver el resultado. Cuando me aproximo al resultado siento una mezcla de nerviosismo y emoción enormes. Si somos capaces de contárselo a los chicos va a operar como un imán.

La ciencia, como la política, es uno de los productos de la cultura de un pueblo y se comportan como un tejido de mutua influencia; a apropósito de esto, Ballarini hace mención a una intervención suya en la radio cuando, al hablar de adicciones, se comparaban drogas consideradas ilegales con el consumo de sustancias tóxicas aceptadas socialmente, como el tabaco y el alcohol.

“De lo que estaba hablando era de nuestra cultura, de cómo sustancias que son muy nocivas, al ser aceptadas por la sociedad, pocos son los que reparan en su poder letal y en el deterioro que ocasionan a la salud humana. Y allí, en ese mismo momento, me pregunté para qué está la ciencia. La ciencia está para agregar evidencia al conocimiento y favorecer la vida de las personas. Si la humanidad no usa la ciencia para eso, ésta carece de todo valor. Por eso, poder brindarles a las personas información sobre lo que la ciencia produce, les abre la posibilidad de poder decidir de otra manera; es decir, adquieren más libertad, Y de ahí surgió esa frase que quedó para nosotros: «Más ciencia es más libertad»”, concluye Ballarini.

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