Un juicio oral contra un hombre que mató a su concubina de siete balazos comenzó ayer en Tribunales. Si bien la autoría del hecho no tiene discusión, la defensora oficial planteó que su cliente sufre de “delirio celotípico” y no pudo comprender la criminalidad del acto. Por su parte, la Fiscalía lo acusó por homicidio triplemente calificado por alevosía, el vínculo y femicidio, a lo que le sumó el delito de portación de arma. El debate continuará hoy.
Florentino Malaponte, a cargo de la acusación, sostuvo que la víctima vivió en un ambiente de continua violencia y el detonante del crimen fue el intento de darle intervención a la autoridad policial para sacarlo de la casa. Entre los primeros testimonios se escucharon los de dos hijos de la víctima –uno de ellos también del imputado–, delante de los cuales se produjo el crimen, y confirmaron cómo el hombre fue a su dormitorio, sacó un arma y baleó a Julia Itatí Ortiz en las piernas y, cuando la mujer estuvo en el piso, la remató.
La víctima tenía 40 años, y desde hacía dos décadas tenía una relación con José Maximiliano Ibáñez con el que tuvo tres hijos. La mujer también tenía dos vástagos de una relación anterior y una de ellas convivía con la pareja, junto con sus otros hermanos, en una humilde barriada ubicada en la zona de bulevar Seguí y Provincias Unidas.
El 30 de agosto de 2014, cerca de las 19, la mató de 7 disparos con un arma calibre 9 milímetros en el patio delantero de la casa ubicada en pasaje 1876 al 3500. En 2007, luego de pegarle con una madera en la cabeza, la mujer lo había denunciado y lo excluyeron del hogar aunque el hombre retornó a la casa poco después.
Según el fiscal Malaponte, la mujer hacía la tarea con el hijo más pequeño, por entonces de 8 años, cuando el hombre fue hasta la habitación, abrió con una llave una caja, sacó un arma y le disparó “en forma lenta”, iniciando la balacera por los miembros inferiores. Ya en el piso, y cuando gritaba de dolor, le efectuó los impactos mortales. Luego del ataque, el hombre se cambió, subió a su motocicleta y se entregó en la comisaría 19ª, refirió el funcionario y solicitó una condena de prisión perpetua para el hombre. Por su parte, la defensora Adriana Lucero sostuvo que su asistido posee una alteración mental crónica y grave, y no pudo comprender la criminalidad del acto. Refirió que padece de delirio celotípico, lo que probará con los informes periciales y solicitó la absolución.
Las dos caras de la historia
El crimen fue cometido delante del niño y de una de las hijas adolescente de la mujer. Esta última relató ante el tribunal pluripersonal que lleva adelante el debate, a cargo de Juan Carlos Vienna, Raquel Cosgaya y Alejandro Negroni, los padecimientos que vivió su madre. La joven dijo que ese domingo la familia, a excepción de Ibáñez, comió en la casa de un familiar y al regresar su madre se sentó en el patio con el menor de sus hermanos a hacer la tarea escolar, mientras ella limpiaba unas zapatillas. Ibáñez se estaba bañando y al salir a colgar la toalla comenzó a insultar a su madre. “Me dio asco lo que le decía delante del nene y le dijo que se callara”, mientras el chiquito corrió a su habitación del susto.
“Mi mamá le decía que estaba cansada de que la trate mal y la golpee, que lo iba a sacar con la Policía”, añadió. La víctima se paró delante de su pareja y le dijo: “Si querés, pegame”, mientras le pedía a su hija que llamara a la Policía pero el hombre se reía. En un momento, Ibáñez se fue hacia su habitación y salió con el arma detrás de la espalda, dijo la joven. “¿Así que no me tenés miedo?” habría dicho y le efectuó dos tiros en las piernas a su mujer. En eso salió el pequeño y la hermana le pidió que corriera por ayuda. La joven le gritaba que la dejara y salió en busca de su tía cuando escuchó el resto de las detonaciones. Hoy la testigo se encuentra a cargo de sus hermanos menores y dejó en claro que su madre le tenía miedo en los últimos tiempos, y ya no quería estar con él, a la vez que relató las falencias que vivieron junto al hombre y su maltrato hacia la víctima.
A su turno, el acusado optó por declarar: sostuvo que su matrimonio era normal hasta 2010, cuando le achacó una infidelidad a su mujer con su capataz, que el acusado había conjeturado, lo que se traducía en reclamos a la mujer. El hombre sostuvo que finalmente se fue de la casa y su ex pareja junto con su familia lo seguía. Llegó a decir que la víctima contrató a un investigador para saber lo que hacía y que en dos oportunidades intentaron matarlo, por lo que finalmente volvió a su casa. Respecto del día del crimen, dijo que le gritaba al niño cuando hacía la tarea y le pidió que dejara de hacerlo. Refirió que la mujer comenzó a insultarlo: “El nene entró, lo seguí y escuchaba la voz de ella. Salí con el arma y me perdí” refirió.