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Vivir y morir en Nuevo Alberdi

Dos años y medio después del crimen de Santiago Fernández, un ladrillero que tenía 20 años, su familia sigue a la espera de justicia. Pese a que aportó pruebas que apuntan a un primo del joven, desde la Fiscalía nunca dictaron el pedido de captura.

A Santiago lo mataron una noche de febrero de 2014, cuando salió de la casilla que compartía con su novia en Nuevo Alberdi, en medio de un supuesto robo. En esos días el principal sospechoso de su asesinato era un muchacho de Empalme Graneros. Todo parecía cerrar: intentó evitar que le sacaran sus caballos y le dieron un escopetazo letal. La escena del crimen y varios testigos hacían encajar un rompecabezas que, meses después, terminó siendo una farsa.

Sus padres, Cari y Patricia, descubrieron que detrás de la muerte de su hijo había una puesta en escena armada por parte de su propia familia. Pero desde la Fiscalía de Homicidios Dolosos desconfiaron de la segunda versión y aseguraron que, hasta el momento, no encontraron pruebas concluyentes para detener a nadie. Por eso, a dos años y medio del asesinato, la causa no tiene ni tuvo imputado alguno.

Santiago David Fernández tenía 20 años, era ladrillero y cartonero; vivía con su novia en una casilla de Benito Álvarez al 2200, a dos cuadras de la casa de sus padres, en el barrio Nuevo Alberdi. La noche del domingo 23 de febrero de 2014 fue a lo de sus papás a comer, junto con Zara, su mujer, y su primo Magu. Patricia cocinó un guiso.

Cenaron, charlaron, contaron anécdotas y un rato después de la medianoche Santiago volvió a su casa.

La ejecución

“Estábamos acostados con mi marido cuando escuché la explosión. Pensamos que se había reventado un foquito de la luz, pero enseguida hubo otro ruido. Ahí me di cuenta de que eran tiros y salí a la vereda para ver qué era lo que pasaba”, contó Patricia a El Ciudadano, sentaba junto con Cari en la galería de su vivienda, entre pollitos, gallinas y galgos.

Mientras corría por las calles de tierra de Nuevo Alberdi se encontró con Magu: “Tía, el Guasón le metió un tiro a Santi”, le dijo, en referencia a un muchacho de Empalme Graneros que solía andar por el barrio. Patricia siguió su paso, todo lo rápido que pudo.

Cuando la mujer llegó al descampado donde su hijo solía atar sus caballos lo encontró tirado en el piso, tendido sobre su propia sangre. Con su marido lo arrastraron varios metros hasta una calle pavimentada y, desde ahí, lo trasladaron a un centro de salud cercano en un auto particular. Pero Santiago estaba malherido y los médicos no pudieron salvarlo.

El Guasón

La tarde siguiente, el lunes 24 de febrero de 2014, lo velaron en el patio de la casa de sus papás, en medio de un mar de vecinos que lloraban su muerte. Aquel día Gori, tío de Santiago, aseguró a este diario  que a su sobrino lo había matado el Guasón cuando intentó robarle unos caballos: “Un choro roba un banco; estos son ratas capaces de sacarle un calzón a un vecino”, acusó. Su hijo Magu también acusó a la misma persona. Según esta versión, el Guasón se había escondido detrás de un tapial a medio terminar y desde allí disparó. “Escuchamos unos ruidos raros, salimos a ver qué era lo que pasaba pero no vimos nada. Cuando nos estábamos volviendo, salió el Guasón y le metió un tiro a mi primo”, contó en la escena del crimen, parado al lado de los rastros de sangre de Santiago, donde habían improvisado un altar con palitos y piolines; con tucas de marihuana y un Fernet-cola a medio terminar como ofrendas.

Todo encajaba y nadie decía lo contrario. Los familiares de Santiago declararon ante el fiscal de Homicidios Dolosos Ademar Bianchini y contaron todo lo que sabían. Patricia y Cari esperaban que el supuesto asesino fuese arrestado rápido.

Después de la muerte de su novio, Zara decidió irse del barrio y volver a Ludueña, para vivir con su mamá. Mientras tanto, los padres de la víctima veían que el caso se enfriaba y parecía haber quedado en la nada. Todo les hacía suponer que ya no iban a tener más novedades; hasta que un llamado de Zara cambió el panorama por completo: “Hola Patricia, estoy internada en el hospital Centenario. Podrías venir a visitarme, necesito hablar con vos”, dijo la chica y cortó.

El Magu

Al día siguiente la mamá de Santiago se tomó un colectivo con los pocos pesos que tenía en el bolsillo y fue al encuentro de su nuera. Ni bien entró a la sala, Zara rompió en llanto: “¿Qué te pasa?, ¿por qué llorás?”, le preguntó la mujer. “A Santiago no lo mató el Guasón; lo mató Magu y me dijo que me iba a hacer lo mismo si te lo contaba”, respondió la chica.

Zara le explicó que la madrugada del 24 de febrero de 2014, después de comer juntos, ella y su novio se fueron a acostar. En un momento de la noche, a eso de las 3, les tocó la puerta Magu y les dijo que había gente alrededor de la casilla. Los primos salieron a controlar el perímetro y, mientras recorrían la zona, Magu montó su escopeta y le disparó a traición, dijo la chica. Mientras Santiago se desvanecía, el homicida salió corriendo. Mientras escapaba se cruzó con su tía y dio el puntapié inicial de la mentira del Guasón y los caballos.

“Después de lo que nos contó Zara les preguntamos a los vecinos si sabían algo y ellos nos contaron que durante el velatorio Magu los amenazó y les dijo que había balas para el que quiera hablar de más”, explicó Cari a El Ciudadano, mientras se refregaba las manos secas, curtidas por el calor intenso de los hornos ladrillos.

A los padres de Santiago les cuesta creer que el muchacho que se sentó en su mesa a compartir un momento tan íntimo junto con ellos sea la misma persona que pocas después horas asesinó a su hijo; pero más complicado les es entender que el hermano de Patricia haya participado de una mentira tan grande para encubrir a Magu. “Cuando ellos se enteraron de que estábamos haciendo preguntas en el barrio desaparecieron. Una tarde fui a buscar a mi hermano para hablar de lo que estaba pasando y me enteré que ya no vivían más en Nuevo Alberdi”, explicó Patricia.

El fiscal

Junto con Cari, con los datos que les aportaron en el barrio y el relato preciso que les hizo su nuera, la mamá de Santiago se presentó en Fiscalía y le contó a Bianchini su descubrimiento. Llevó fotos, le dio descripciones físicas e incluso le dijo en qué zona estaban viviendo sus parientes. Según Patricia, desde entonces su sobrino protagonizó nuevos hechos violentos. “Hace más casi un año entró armado a una iglesia y amenazó con un arma a su papá delante de un montón de gente. Está completamente loco”, expresó Patricia, quien agregó que el muchacho estuvo detenido en la Comisaría 20ª de Empalme Graneros, pero nunca fue citado a declarar.

De acuerdo con lo que explicó un vocero del Ministerio Público de la Acusación, luego de que la mujer aportara el dato que apuntaba a Magu se hicieron algunos allanamientos. Fueron a buscar armas a la casa del primo de Santiago, pero no encontraron elemento incriminante alguno. Por ello no lo detuvieron, ni formularon el pedido de captura. “Hay algunos datos que pueden aportar nuevas líneas investigativas, pero se tienen que evaluar”, aseguró este portavoz judicial.

La espera

Los padres de Santiago están resignados. Se preguntan por qué Magu mató a su hijo. Suponen que no debe haberse tratado de un tema muy importante; lo relacionan con la locura de su sobrino, celos tal vez, potenciados por el consumo de alguna droga. Quizás estaba enamorado de Zara. Lo que sí tienen claro es que, a dos años y medio del asesinato, con testigos de la balacera, con vecinos que aseguran haber sido amenazados, la causa está estancada. “Si yo mato a alguien alguna vez, me encantaría que me investigue la misma gente”, señaló la mamá de Santiago, en tono sarcástico, mientras sostenía una foto enmarcada de su hijo asesinado. El cuadro tiene una inscripción que reza: “Mamá no estés triste por mí. Yo sigo siempre a tu lado. Recordá los mejores momentos que pasamos juntos. Te amo”.

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