El rompehielos Almirante Irízar está listo para iniciar las pruebas de mar pero no puede salir de su lugar de amarre en el muelle de Tandanor. Ocurre que no hay profundidad suficiente para la maniobra, antes se debe dragar el lecho del río, el casco del buque está casi apoyado en el fondo de limo. La Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables dependiente del Ministerio de Transporte de la Nación no tiene dragas en servicio para realizar la tarea. La expectativa del gobierno nacional es que el Irízar, navío polar insignia de la Armada Argentina, acompañe a los buques que realicen el abastecimiento de las bases en la campaña antártica venidera y así cumplir con las pruebas de hielo y la certificación del casco. No se puede llegar a ese objetivo sin antes haber efectuado una verificación en mar abierto.
El test de todos los mecanismos en una navegación de prueba luego del recambio y la repotenciación de los motores de propulsión, la actualización de los sistemas de navegación; la renovación integral de los circuitos eléctricos, neumáticos e hidráulicos es imprescindible por razones de operatividad y seguridad náutica.
La demora lleva más de 15 días y no hay solución a la vista, el alto mando naval junto a las autoridades de Tandanor, taller responsable de la reparación y modernización del Irízar, aguardan alguna señal del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, para solucionar el brete de la falta de profundidad en el brazo del río y muelle cercano a Tandanor. Dietrich y su mano derecha en el tema, Jorge Metz, subsecretario de Puertos y Vías Navegables, conocían de antemano las limitaciones de calado en el espejo de maniobra que rodea el muelle del astillero Tandanor. La acumulación de sedimento, limo, es una constante que se controla mediante extracciones periódicas, tarea a cargo de embarcaciones especiales: las dragas. De las 115 unidades flotantes, muchas de ellas dragas, recibidas de la anterior administración, ninguna estaba en servicio, dicen en la oficina que dirige Metz.
El resultado fue que en los últimos años se acudiera al sector privado, pagando cifras millonarias y en dólares para mantener el dragado de los ríos y los accesos a los puertos.
El primer paso relacionado con el cronograma de alistamiento del Irízar fue la reparación de la draga Córdoba en el astillero Tandanor. A fin de enero pasado, el Ministerio de Transporte acordó, a través de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables y junto al Ministerio de Defensa, la reparación de la draga Córdoba y el acondicionamiento del acceso portuario de Tandanor. El 27 de ese mes la Córdoba ingresó al dique seco del astillero estatal. “La embarcación, utilizada para excavar material debajo del nivel del agua, volverá a estar operativa dentro de los próximos 45 días”, decía el comunicado oficial del Ministerio de Transporte de la Nación fechado el 28 de enero de 2016. El plazo expiró y aún puede verse a la draga Córdoba sometida a tareas de reparación en Tandanor.
El panorama no deja otro camino que contratar a terceros para el servicio de dragado. Aparecieron carpetas preliminares de varias empresas del sector, entre ellas: Pentamar S.A., Dragados y Obras Portuarias S.A (Dyopsa) y una que acercó Walter Ceballos, secretario de Logística del Ministerio de Defensa. Se trata de Ecodyma, empresa de gestos amigables con el poder, suele disponer helicópteros de cortesía para el traslado de funcionarios. Por un vuelo a Necochea el ex vicepresidente Amado Boudou quedó involucrado en una denuncia por supuesta aceptación de dádivas y finalmente la Justicia dictó la falta de mérito (no hay pruebas para acreditar el hecho pero tampoco para dictar el sobreseimiento). La opción licitatoria cerraría la puerta al objetivo político de exhibir el rompehielos en la Antártida este verano. Una licitación pública se resuelve en no menos de tres o cuatro meses, siempre que no haya impugnaciones cruzadas, lapso que llegará cuando la campaña antártica haya culminado. Hay opciones ingeniosas.
Esperar una marea de sicigia, fenómeno que se produce por una particular posición de la Luna, el Sol y la Tierra que determinan una pleamar de mayor valor, y traccionar el rompehielos con remolcadores. El riesgo es que el buque puede quedar varado si la maniobra se demora y llega la bajamar; que también es la de menor valor. Voces navales sugirieron batir el limo que aprisiona al Irizar con las hélices de los remolcadores pero nadie asegura dónde se depositará el sedimento, amén de que en cercanías hay tomas de refrigeración de centrales hidroeléctricas.