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Ante miles de fieles, Francisco canonizó a la Madre Teresa

El Papa pidió que la religiosa, quien fue Premio Nobel de la Paz, "sea modelo de santidad". Luego se repartió pizza a 1.500 personas humildes.

Ante más de 150 mil fieles de todo el mundo, el papa Francisco canonizó este domingo a la nueva Santa Madre Teresa de Calcuta, destacó su «misión en las periferias de las ciudades» y pidió que la religiosa Premio Nobel de la Paz 1979 «sea modelo de santidad».

Luego de la ceremonia, Francisco invitó a comer «pizza napolitana a 1500 pobres y necesitados» provenientes de varias ciudades italianas, quienes «viajaron toda la noche en micro para participar primero de la canonización y luego del almuerzo», informó la Limosnería Apostólica del Vaticano.

El almuerzo, ofrecido en el aula Paulo VI, fue preparado por una pizzería napolitana que llevó al Vaticano tres hornos de leña y fue servido por cerca de 300 voluntarios y voluntarias.

«Madre Teresa a lo largo de toda su existencia, ha sido generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana», destacó Francisco durante la ceremonia de canonización de la religiosa nacida como Agnes Gonxha Bojaxhiu el 26 de agosto de 1910, en Skopje, la actual Macedonia.

El Pontífice realzó esa defensa «tanto de la no nacida como de la abandonada y la descartada», al tiempo que aseguró que la ahora Santa que falleció el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta, India, «se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre».

Tras ser beatificada por San Juan Pablo II en 2003, el año pasado el Vaticano aprobó el milagro atribuido a la nueva santa por la curación en 2008 de los abscesos cerebrales del brasileño Marcilio Haddad Andrino, quien estuvo presente en la ceremonia de este domingo.

«Declaramos y definimos Santa a la beata Teresa de Calcuta y la inscribimos en el árbol de los santos, estableciendo que en toda la Iglesia sea devotamente honrada entre los santos», leyó el Pontífice a las 10.41 de Roma (5.41 de Argentina) para convertirla en la Primera Santa de la historia ganadora del Nobel de la Paz.

Fieles de todo el mundo, desde la Universidad Ave María de Florida en Estados Unidos hasta la diócesis de Nueva Delhi, vivieron en clima de fiesta la ceremonia que junto con el papa concelebraron 70 cardenales, 400 obispos y más de 1700 sacerdotes.

Según aseguró Francisco durante la ceremonia para la que se acreditaron más de 600 periodistas de todo el mundo, Madre Teresa «se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado y ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos».

En lo que constituyó hasta ahora la mayor celebración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia iniciado el pasado 8 de diciembre, Francisco aseguró que para la nueva Santa «la misericordia fue la sal que daba sabor a cada obra suya y la luz que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento».

En ese marco, el Obispo de Roma destacó que en el caso de Madre Teresa «su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres».

«Hoy entrego este emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea vuestro modelo de santidad», pidió sobre la fundadora de las Misioneras de la Caridad, presentes en más de 120 países de todo el mundo.

«Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos si distinción de lengua, cultura, raza o religión», pidió Francisco.

«Madre Teresa amaba decir: ‘Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír’. Llevemos en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren. Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura», ratificó.

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