Casi 10.000 millones de personas van a vivir en el planeta de aquí a 30 años, pero el recurso natural que necesitarán para tener una buena calidad de vida y prosperidad no será suficiente, una convicción que ya no se discute en los foros internacionales pero que exige pensar nuevos modelos de desarrollo compatibles con la preservación del planeta, sostuvo una experta de cambio climático de visita en el país.
En diálogo con Télam, la española Teresa Ribera, directora general del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales con sede en París, destacó que “la transformación del modelo económico y energético de cada país se basa en esa convicción”, y analizó la problemática desde la perspectiva de la defensa nacional. “Estamos en una nueva etapa del complejo proceso de hacernos cargo del cambio climático. Lo que tenemos que hacer es lo deberíamos hacer de todos modos. Y sería una torpeza pensar que «como no puedo» o estimo que «es difícil», tengo la opción de esperar que ocurra algo mágicamente”, acotó Ribera.
Para la experta en derecho ambiental, esa decisión de asumir “como imprescindible el cambio de modelo de desarrollo que permita preservar el clima supone pensar formas limpias de obtener energía, el uso racional del agua potable, poder alimentar a tantas personas sin destruir el suelo, los bosques”. Además, supone entender que cada uno de los habitantes, “en nuestro entorno individual urbano, nacional, y en las relaciones regionales y subregionales, encontremos los mejores caminos para poder acompañar toda esta agenda de cambio”.
“Habrá que invertir en infraestructuras distintas. Esto va a suponer un motor de innovación importante, cambiar el modelo de negocios y, probablemente, esperar que los sistemas fiscales y regulatorios impulsen medidas y acompañen a los colectivos más vulnerables para que no se sientan amenazados”, precisó la ex secretaria de Estado de Cambio Climático de España.
Para Ribera, ante este escenario, “la industria deberá ir acomodándose para producir sus bienes de una manera más respetuosa con el entorno. Lo que sería una torpeza grande, aquí y en cualquier país, es pensar que «como no me gusta o lo veo difícil aguanto todo lo que pueda esperando tantos beneficios como esperaba antes de hacer nada»”.
La experta aseguró: “Ya tenemos soluciones técnicas, pero sin embargo aún no ofrecemos las condiciones necesarias para poder utilizarlas. Quizás no para resolver el problema del todo, pero podemos generar electricidad de una manera limpia a través del sol, del agua, del viento. Eso puede facilitar gran parte de nuestros consumos energéticos”. “Incluso, estas nuevas tecnologías pueden abrir una oportunidad de negocios, de innovación para las soluciones de movilidad y de transporte”, acotó.
Ahora bien, añadió Ribera, “no todos los países tienen un sistema de transporte que pueda funcionar a base de este tipo de energías, que pueden ser complementarias, pero que no trabajan del mismo modo que las energías fósiles tradicionales”.
“Dinamarca y Alemania sí lo tienen, pero estos países han hecho una apuesta muy fuerte hace unos años. Se requiere repensar una serie de infraestructuras de apoyo para poder generar estos desarrollos”, describió. El gran desafío en torno del cambio climático, según Ribera, “ya no es un tratado formal de 30 hojas” que termina en el compromiso de 189 países asumido en diciembre de 2015 en la Cumbre COP 21 de París.
La problemática tiene un carácter transversal: requiere de las políticas económicas, energéticas, de transporte que cada país desarrolle; obliga a incluir a los más vulnerables con políticas sociales, y a hacer un análisis de las amenazas para la seguridad de un país.
En este aspecto, Ribera explicó que “la defensa nacional puede ser imprescindible para aportar la capacidad anticipatoria que previene las grandes tensiones que pueden producir los efectos negativos del cambio climático”.
“Grandes tensiones pueden desencadenarse por el acceso a los alimentos, al agua, o por padecer fenómenos climáticos extremos en el mismo territorio o en el de países vecinos”, dijo la experta. quien señaló que la anticipación puede ayudar a prevenir las consecuencias de las inundaciones, sequías, enfermedades y migraciones.