Victoria Colosio (Casilda, 1927), reconocida bailarina de tango, coreógrafa e investigadora de la danza y el movimiento, que vivió casi toda su vida en Rosario, donde además ejerció la docencia, murió este domingo en Buenos Aires a los 89 años.
Maestra de varias generaciones de tangueros, transitó escenarios nacionales e internacionales, a partir de una pedagogía propia que hace una década presentó en su libro sobre propedeútica de la danza, Tango para vivir.
Sucede que Colosio entendía a la danza y al movimiento como una terapia que sirva, más allá de todo, para hacer mejores personas y para tener una mejor calidad de vida. “El libro surgió por la demanda que mucha gente me hacía respecto de formalizar un método que se fue armando con el paso del tiempo, porque en verdad mi modo de entender la danza es bastante particular, donde se mezclan cincuenta años de experiencia y de hacer cosas en este como en otros países, dado que bailo desde los 8 años”, supo confesar a El Ciudadano.
“Todo lo que hay hoy en día de tango en nuestra ciudad, lleva la firma indiscutible de Victoria. Habló, caminó, golpeó puertas, gritó y volvió a arremeter sin descanso para que el tango se enseñara en las escuelas”, le había agradecido el bailarín Mario Carranza antes de un show homenaje a Colosio que se realizó en septiembre último, cuando ya se conocía su delicado estado de salud.
“Fue vanguardista con un tremendo sentido de la estética. En los años 70 tomó The Wall de Pink Floyd para crear una coreografía donde los bailarines lucían en sus ropas mangueras con luces de colores sobre el escenario a oscuras del Auditorio Fundación Astengo”, recordó el bailarín.
Colosio fue maestra de muchos de los actuales bailarines y profesores de danza como Ricardo Calvo, Mercedes Quilici, Rogelio Bravo, Osvaldo Roldán, Marcelo Solís y Rubén Ventrella. En los 60, comenzó a ganar popularidad en la ciudad y en los 80 fue parte fundamental del resurgimiento de la escena tanguera local, atrayendo a los más jóvenes a su singular y destacada propuesta.