El represor Juan Carlos Francisco Bossi fue extraditado ayer a la Argentina desde Colombia, tras una operación que tomó un año y medio de investigación. Bossi era requerido por la Justicia por su actuación durante la última dictadura militar y por él se ofrecía una recompensa de 500 mil pesos.
Gracias al efectivo intercambio de información establecido entre las oficinas de Interpol Argentina y Colombia, se hizo efectiva la notificación roja que pesaba sobre Bossi –de 67 años y nacido en la ciudad de Santa Fe– acusado de pertenecer al grupo de inteligencia militar denominado PCI (Personal Civil de Inteligencia) del Ejército, durante el gobierno de facto.
“Su búsqueda internacional se da, y quiero referirme textualmente al requerimiento hecho por las autoridades judiciales argentinas, por su presunta participación en un plan clandestino de persecución, secuestros, torturas y desaparición física (homicidios) registrado entre 1977 y 1978 contra personas que integraban movimientos o agrupaciones durante el último gobierno de facto en la República Argentina, instaurado a través del llamado Proceso de Reorganización Nacional”, indicó el coronel Juan Carlos Gómez, jefe de la Oficina Central Nacional de Interpol en Colombia.
Delitos por los cuales se le imputan las conductas punibles de “privación ilegítima de la libertad, mediando violencia, amenazas, torturas y homicidios”, por lo cual es solicitado por el juzgado Federal N° 4 de Rosario.
Con la alerta generada tras la publicación de la notificación roja de Interpol, se estableció que esta persona ingresó a Colombia procedente de Panamá en el año 2010. De acuerdo con el análisis realizado a las huellas dactilares, se determinó que Bossi adquirió de manera fraudulenta documentos de identidad colombianos, lo que aunado a sus conocimientos en el campo de la inteligencia militar le facilitaron movilizarse sin ser detectado.
A su servicio tenía cinco personas que se encargaban de realizar sus diligencias personales tales como pagos de alquiler y transacciones bancarias, esto con el fin de no dejar rastro de su presencia en el país.
Bossi fue integrante de uno de los más grandes centros clandestinos de detención ubicado en Rosario y dependiente del II Cuerpo de Ejército.
Igualmente,se lo sospecha partícipe en los denominados “vuelos de la muerte”, considerado como uno de los modos de operar utilizados en la época, para la desaparición de personas. En este sentido se lo menciona con el apodo “El doctor” y se lo ubica como quien inyectaba somníforos a las víctimas.