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Alma y estilo: Alexis Argüello, “El Caballero del Ring”

El nicaragüense dejó un sello imborrable de sutileza, temperamento y explosión. Su muerte aún es un misterio…

La pelea era pareja. El sonido convocante de la campana anunció el inicio del 13º round. El ring montado en el estadio de Inglewood, California (Estados Unidos), tenía elevada temperatura. Los 14.313 espectadores repartían sus emociones.

Se presentaba el 23 de noviembre de 1974. El mexicano Rubén Olivares salió decidido. Su rival: Alexis Argüello, también. El temperamento guerrero los impulsaba. Intercambiaron golpes en cruces suicidas. Un gancho de izquierda paralizó a Argüello, pero la réplica de éste fue potente y definitiva.

El “Púa” Olivares recibió la dura contra, fue al piso y no se levantó. Escuchó el conteo y supo que su reinado había finalizado. Alexis Argüello era el nuevo campeón mundial pluma de la Asociación (AMB).

Andrés Alexis Argüello Bohorquez, nació en Managua, Nicaragua, en abril de 1952. Boxeador y político. Tres veces campeón mundial en categorías diferentes. Vice y alcalde de su ciudad natal, adhirió a la idea política del ex guerrillero Daniel Ortega.

De excelente dicción y muy preparado intelectualmente. De elegante figura personal, se desempeñó como comentarista televisivo. Fue noticia en los medios del momento por su adicción a las drogas.

Trabajó con los contras nicaragüenses hasta que por disidencias, el gobierno sandinista le quitó todos sus bienes y se fue a vivir a Miami. Internado, pudo superar sus vicios para retornar en busca de una nueva vida.

Bautizado “El Flaco Explosivo” o “El Caballero del Ring”, fue moldeado como boxeador por el mexicano Arturo “Cutto” Dosman  y el reconocido norteamericano Eddie Futch.  Su único mánager fue Eduardo Román, quien además era considerado su segundo padre y fiel amigo.

En un primer intento mundialista por el título pluma, cayó por puntos ante el panameño Ernesto “Ñato” Marcel. A partir de esa pelea hilvanó una serie de triunfos que lo llevó a ser triple campeón mundial. Cuando logró el superpluma en Bayamón (Puerto Rico), venció a Alfredo “El Salsero” Escalera, un panameño sólido con diez defensas exitosas.

El combate fue violento, sangriento y electrizante. Uno de los más brutales de la historia. Argüello noqueó  a Escalera en el 13º round. Fue calificada como “La sangrienta batalla de Bayamón”.

La revancha no se hizo esperar. Fue en Italia y otra vez se repitió el resultado y el desarrollo del combate. Argüello noqueó en trece vueltas y recibió muchos cortes. El médico de turno quiso hospitalizarlo. Argüello se negó.

Quería llegar a Roma al día siguiente para volar a Nicaragua. Tomó un tren a Rimini. El doctor viajó con el boxeador y le practicó una curación ambulatoria en los cortes, con Argüello despierto.

Enfrentó a figuras de la medida de Rafael “Bazooka” Limón (doble campeón mundial); Rubén “Chucho” Castillo, Diego Alcalá, a quienes noqueó. En 22 peleas por coronas mundiales, ganó 19, defendiendo exitosamente sus títulos en 16 ocasiones (con 15 nocauts).

Después de lograr el título liviano al vencer a Jim Watt en Londres en junio de 1981, protagonizó uno de sus enormes combates. Defendió el cetro ante Ray “Boom Boom” Mancini. Fue la noche del 10 de octubre de 1981.

Pelea tremenda, de dos hombres que no dieron ni pidieron tregua. Considerada por la revista “The Ring” la mejor del año. Argüello noqueó a su rival en el 14º round, cuando perdía en las tarjetas de los jurados.

Parecía que ya no tenía rivales. En el horizonte no se veía boxeador capaz de derrotarlo. Decide entonces, retar al campeón  welter. Es decir, una categoría superior. El norteamericano Aaron Pryor lucía la corona AMB. El 12 de diciembre de 1982 se enfrentaron.

Quedó registrado como uno de los combates más destacados de la historia del boxeo. Fue una batalla y Argüello cayó vencido por “El Halcón” Pryor por nocaut técnico en el capítulo catorce. El resultado fue cuestionado.

Sucedió que en el descanso del mencionado round final, Pryor estaba agotado, exhausto, sin fuerzas. La pelea había tenido un trámite de rigor y esfuerzo al límite. Su entrenador, Panamá Lewis, le hizo tomar agua de una botella de color negro que supuestamente contenía gránulos de cocaína o algún estupefaciente que revivió a Pryor. Nunca se supo  que contenía.

El campeón salió ese round como un toro con nuevas energías y noqueó a Argüello. Luego de la pelea, no se pudo tomar una muestra de orina del norteamericano, que pronto despareció del estadio.

Para terminar con la especulación y comentarios desatados, Pryor aceptó la revancha directa. Fue el 9 de setiembre de 1983. Un nuevo atrayente combate produjo la clara victoria del campeón por nocaut en el décimo giro, reteniendo la corona. Los fantasmas de la victoria anterior desaparecieron, pero el misterio de la botella negra quedó sin resolver.

Luego de retirarse en gran forma del boxeo, volvió ocho años después en agosto de 1994. Tenía 41 años. Ganó y en enero de 1995, hizo el último combate con Scott Walker, perdiendo en decisión dividida.

Fue abanderado en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008. Fue declarado Deportista del Milenio en Nicaragua. La revista The Ring lo ubicó entre los mejores veinte de los últimos ochenta años de boxeo. Ingresó al Hall de la Fama en Canastota, Nueva York. Varios libros dan testimonio de su paso: “Alexis la Leyenda” del periodista Miguel Angel Arcia o “La incógnita de su muerte”, del abogado Víctor Boitano Coleman.

Falleció el 1 de julio de 2009, cuando era alcalde de Managua. Según versiones oficiales, por suicidio. “Argüello se disparó con una pistola en el corazón a la madrugada”, estableció el frío parte policial.

Sin embargo, hay testigos que aseguran que “luego de la detonación en la residencia de Alexis Argüello, un carro doble tracción 4×4 azul, se alejó velozmente de la escena, como a las 2 horas y 49 minutos del 1 de julio de 2009, con dos personas a bordo”, declaración que figura en el expediente judicial.

Alexis Argüello, uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos. Fina figura, estilo y estampa inolvidable. Alma y temple de guerrero. Un gladiador de la escena. Corazón y temperamento desbordante. Es posible que su recuerdo quede bien reflejado en la definición que dio el escritor y periodista Edgar Tijerino Mantilla: “Argüello es una aplanadora con sonrisa de esmeralda”.

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