El peronista José María “Tati” Vernet recuerda la Pascua de 1987 como si fuera hoy. Estaba en la Casa Gris cuando recibió el llamado del líder del radicalismo, Luis “Changui” Cáceres. Vernet tenía 44 años y hacía cuatro había sido elegido el primer gobernador de Santa Fe desde la vuelta de la democracia. Vernet y Cáceres cortaron el teléfono y se encontraron en la Legislatura provincial.
La reunión fue corta porque la noticia del levantamiento de una facción de las Fuerzas Armadas ponía en riesgo la reciente vuelta a la democracia. Cáceres partió a Casa Rosada y Vernet convocó a todo el arco político local, incluida la oposición para levantar una defensa contra los militares.
Decidió mudar la administración provincial al Palacio Vasallo, donde funciona el Concejo Municipal. Resistieron 48 horas mientras en el resto del país el clima se enrarecía. Treinta años después Vernet y Cáceres explicaron a El Ciudadano por qué lo eligieron. Entendieron que los medios de comunicación de otros puntos de la provincia no se darían vuelta.
Las jornadas pasaron a la historia como la “gesta democrática” a la que se sumó el movimiento obrero y estudiantil. El final fue el mentado anuncio del ex presidente Ricardo Alfonsín: “La casa está en orden y no hay sangre en Argentina. Felices Pascuas”.
Enemigo en común
La gesta democrática empezó como reacción al primer levantamiento desde el fin de la última dictadura militar que ocurrió el Jueves Santo en Córdoba.
El mayor de Inteligencia Ernesto Barreiro se negó a concurrir al juzgado que lo investigaba por cargos de tortura y asesinato durante la dictadura. Se amotinó en el Comando de Infantería Aerotransportada de Córdoba junto a otros 130 militares para resistir la orden de detención judicial.
La reacción se extendió a otros cuarteles y el teniente coronel Aldo Rico, a cargo de un regimiento en Misiones, pasó a liderar el levantamiento desde la Escuela de Infantería de Campo de Mayo. “Decidimos que había que declarar el Estado de Emergencia en Santa Fe, lo que nos daba la facultad de trasladar la sede de gobierno al Concejo Municipal de Rosario. La Constitución era clara: el gobierno estaba donde estaba el gobernador”, cuenta 30 años después Vernet. La elección de Rosario no fue casual. Los medios periodísticos a nivel nacional habían jugado un rol protagónico en la última dictadura militar y en la capital provincial habían favorecido a los gobiernos de facto durante décadas. Para los entrevistados, Rosario aparecía como un terreno un poco más neutro, donde la comunicación con la sociedad civil estaba garantizada.
La noche del Viernes Santo el gobernador santafesino volvió de Buenos Aires tras darle su apoyo a Alfonsín junto al líder de la oposición. En vez de regresar a la capital de Santa Fe, se instaló en el Palacio Vasallo. Su familia había llegado a la ciudad horas antes, anticipándose a un posible exilio. Una vez en Rosario, el gobierno quedó constituido con el apoyo de todo el arco opositor. “Lo interesante fue que por primera vez en la historia del país la oposición apoyó al gobierno de turno. No jugó en contra. Hubo unidad desde el primer momento. A eso se sumó que, apenas nos instalamos, se generó un movimiento de estudiantes, obreros y de toda la sociedad civil en la puerta del Concejo”, explicó Vernet y agregó: “Hubo apoyo de la Iglesia, se acordó con las radios pasar todos los comunicados, declaramos feriado todo el fin de semana y pusimos el transporte público gratis para poder movilizar a la ciudadanía”.
Incluso los lugares cerrados por la Semana Santa, como las sedes sindicales y universidad, se abrieron. “Firmábamos los decretos en papeles sin membrete, porque había quedado todo en Santa Fe. Después los foliamos y numeramos y son un documento histórico de lo que pasó”, contó Vernet.
Rebote nacional
Héctor Cavallero era concejal por el Partido Socialista Popular (PSP), el bloque que estuvo a cargo de la Secretaría de Prensa durante la gesta democrática. “La noche del sábado estuvimos todos en vela. La gente empezó a llegar y el domingo hubo una movilización popular enorme”, recordó y agregó: “Nos llamaban de medios de todo el país y de otros lugares del mundo porque se había generado mucha expectativa con la gesta de Rosario”.
Para Cavallero la gesta respondió a una unidad que se venía dando desde los partidos políticos en los últimos años, con una fuerte impronta de defensa de las instituciones. “Había que defender lo perdido con consecuencias terribles. Había mucha conciencia de defensa de la democracia”, resumió.
El Viernes Santo Cáceres se despidió de Vernet y se quedó en Buenos Aires. Su rol fue organizar la convocatoria a Plaza de Mayo, mientras Alfonsín negociaba en Campo de Mayo la salida al conflicto. “Los pasillos de la Casa Rosada estaban convulsionados. Estaba lleno de militares que defendían la Casa de Gobierno. Antes de partir me reuní con Alfonsín. Estaba preocupado por la integridad de la gente y no quería que salieran a la calle”, explicó a este medio Cáceres y siguió: “Por eso, tomó la decisión de ir solo y que no llamáramos a movilizar. Una parte lo siguió y otros tomamos decisiones. Me fui al comité nacional del partido e hice la convocatoria para que la gente se volcara a la calle”, contó a este diario. El líder radical consiguió trenes y colectivos para movilizar a la ciudadanía a Buenos Aires. Fruto de la convocatoria los involucrados señalaron que un millón de argentinos llegaron a Plaza de Mayo el domingo por la tarde. Alfonsín volvió y pronunció la frase que marcó la historia reciente argentina. La casa estaba en orden, no se había derramado sangre y el levantamiento se había terminado. En Rosario 40 mil personas se manifestaban a favor de la democracia en las puertas del Concejo Municipal.
Homenaje en el Palacio Vasallo
Por iniciativa del concejal Diego Giuliano, mañana a las 12.30 se realizará un acto en conmemoración de las acciones llevadas adelante en Rosario durante el levantamiento de los carapintadas.
El homenaje será en el recinto de sesiones del Concejo Municipal, de 1º de Mayo y Córdoba, y participarán el ex gobernador José María Vernet, el líder del radicalismo Luís Cáceres y dirigentes políticos que fueron protagonistas de la gesta democrática de 1987.
“La unidad de todo el arco político en la defensa de la democracia constituye un ejemplo para las dirigencias actuales. Rosario y la provincia tuvieron una posición de resistencia al levantamiento militar que fue inédita en el país”, describió Giuliano.