El domingo 24 de abril de 2016 con una tirada de 30 mil ejemplares que se distribuyeron en Capital Federal, el Gran Buenos Aires y la ciudad La Plata, el diario Tiempo Argentino volvía a estar en la calle. Habían pasado dos meses y medio desde que la última edición había llegado a los quioscos, el 5 de febrero, y más de cinco desde que los trabajadores de prensa habían recibido sus salarios en tiempo y forma. La porfía de más de un centenar de ellos, que decidieron y mantuvieron la convicción de que su salida laboral sería colectiva lo había hecho posible. Hoy, cumplido un año de aquella encrucijada, la cooperativa Por Más Tiempo está en plena etapa de consolidación: cada domingo 30 mil ejemplares de Tiempo Argentino llegan a manos de los canillitas, miles de suscriptores/socios acceden al contenido web “adelantado“ de las noticias y las investigaciones periodísticas que se publican cada día y el medio, que económicamente en un 70 por ciento depende de sus lectores, realza como valor agregado de una independencia periodística que pocos pueden ostentar.
“No hay ninguna persona ni empresa ni político que nos condicione el texto. Fue un acierto de negocios y de proyección de nuestra línea editorial”, valora Javier Borelli, presidente de la cooperativa de trabajadores que tomó en sus manos Tiempo Argentino.
Propiedad Grupo 23, encabezado por los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, el diario había irrumpido en la escena porteña, entre los llamados medios “nacionales” con toda pompa. Más de 20 mil ejemplares de regalo se habían distribuido en mayo de 2010. Seis años después era dejado a la deriva. “El 5 de febrero mandamos el diario a imprenta y no se imprimió. A partir de ese momento nunca volvimos a cobrar: no nos echaron, no nos indemnizaron y la patronal desapareció”, recuerda Borelli.
En el agujero negro habían quedado el medio aguinaldo de diciembre, el sueldo de enero, y todas las promesas que hasta entonces se venían incumpliendo. La asamblea de trabajadores, que había logrado una cohesión muy fuerte por el reclamo salarial y había hecho un festival solidario en enero, decidió disponer una guardia en la redacción para, al menos, proteger equipos y mobiliario del vaciamiento.
De allí surgió la primera meta, y el 24 de marzo vio la luz una edición especial de Tiempo Argentino por el 40 aniversario del golpe de Estado de 1976 y con el simbólico número de 30 mil ejemplares que se agotaron en la Plaza de Mayo y alrededores. “Con la plata que generamos ahí, hicimos la inversión para las primeras tres ediciones del diario autogestionado”, recuerda Borelli. “Y a partir de ahí, el diario se empezó a pagar a sí mismo”, completa.
Hoy, lejos de la zozobra, Tiempo no sólo logró la permanencia –incluso resistió un ataque a su redacción el pasado 4 de julio– sino también mantener cien puestos laborales –que comenzaron a percibir ingresos en junio del año pasado– y, en uno de los mercados más exigentes, ser tenido en cuenta por la publicidad privada.
Noticias van Sin Cerco
“Un año saltando el cerco informativo”, es el título el colectivo de trabajadores de la agencia de noticias Sin Cerco, que celebrarán el primer aniversario con una muestra de fotografías, producciones audiovisuales y recortes periodísticos que resumen su labor, que se exhibirán mañana a partir de las 19 en Santiago 146 bis, en el Centro de Formación Profesional Pichincha del Sindicato de Prensa Rosario.
Sin Cerco nació al mismo tiempo que un todavía flamante gobierno nacional desarticulaba los andamios de la ley de Medios. El nombre mismo de la agencia lleva esa impronta. “Somos indicio de esa fatalidad: quienes deben decir lo que se niega metódicamente desde la institucionalidad”, sintetiza el propio editorial de Sin Cerco, cuya labor periodística desde el sitio agenciasincerco.com.ar le valió ya, pese a su corta existencia, un premio Juana Manso por su trabajo en la promoción de la igualdad de género.