En el sur santafesino quedan dos de las pocas fábricas del país que se dedican a hacer cartón grueso. El proceso del producción es complemente artesanal. Empieza con los residuos comprados a cartoneros y termina con el secado al sol de las placas que se usan para hacer agendas, tapas de libros, biblioratos, separadores de cajas de vino y almanaques. El clima es un factor fundamental y este invierno se perfila como uno de los más duros en la última década. No se trata, sin embargo, de la espera de bajas temperaturas. Como a otras pequeñas industrias de todo el país, a las fábricas Cartonera Acebal y Venacart –en Acebal y Venado Tuerto– las funde la apertura de importaciones.
Acebal
Cartonera Acebal está a 70 kilómetros de Rosario, en la localidad del sur de Santa Fe con el mismo nombre. Nació hace 40 años y puede producir cien toneladas de cartón grueso por mes. Pero esa capacidad está lejos de los números actuales. Según su dueño, Ariel Giovanetti, en los últimos dos años la producción cayó a menos de la mitad y hoy fabrica entre 30 y 50 toneladas por mes. La jornada de 18 horas diarias se redujo a un solo turno de nueve y el costo laboral fue altísimo: de 24 empleados, la planta pasó a tener nueve.
Durante años, los principales clientes de Cartonera Acebal fueron los fabricantes de libros, carpetas escolares, separadores de cajas de vino, agendas, almanaques, biblioratos y libros usados en bancos y la administración pública y privada. La digitalización de los archivos llevó a la pérdida de compradores importantes. Pero fueron las importaciones, tanto de cartón grueso como de productos terminados, las que pusieron a esta pequeña industria familiar en jaque.
“Proveíamos a clientes de casi todo el país pero en dos años el mercado cayó y tuvimos que achicar todo. Empezaron a entrar cartones y productos terminados de afuera y eso nos fundió. Noviembre del año pasado fue el mes más crítico. De lo mal que estábamos, accedimos a un crédito provincial que nos dio un poco de estabilidad” explicó Giovanetti y agregó: “Con todo lo que achiqué para no cerrar, no se puede pensar en ampliar porque todo lo que producimos se va en pagar deudas”.
Venado Tuerto
En Venado Tuerto, a 165 kilómetros de Rosario, desde hace 59 años funciona la fábrica de cartón grueso Venacart. Según el gerente, Alcides Pochetino, la situación es más que complicada. “La fabricación de cartón grueso se terminó, no da para más. Desde hace por lo menos cuatro o cinco años venimos en caída y con las importaciones empeoró muchísimo”, contó a El Ciudadano. Venacart puede producir 60 toneladas de cartón grueso por mes y hoy está casi fundida. Tiene doce empleados y, según Pochetino, si bien aún no hubo reducción de personal, no sabe qué puede pasar este invierno. Es que la fabricación de cartón grueso depende directamente del clima y del sol.
Producción artesanal
El proceso de producción de cartón grueso es completamente artesanal. Según explicó Giovanetti, comienza con la compra de materia prima a cartoneros de distintos puntos del país como Rosario, Álvarez, Córdoba y la provincia de Buenos Aires.
Con los residuos de cartón se hace la molienda, un proceso en el que se mezcla la materia prima con agua y refinadores. En una pileta, los empleados depuran toda la basura, como la arena y el plástico, mientras baten de manera continua. Después, la mezcla resultante se pasa a una máquina que se llama continua y que a través de una cinta trasportadora separa el cartón del agua. A este paso le sigue una máquina manual que enrolla el cartón hasta llegar al grosor adecuado. Una vez que se consigue el espesor, los trabajadores cortan las placas y las ponen en unas prensas que sacan el líquido restante.
Hasta ese momento, el trabajo se hace bajo techo. Pero para terminar el producto hay que salir al campo. “Sacamos las placas de cartón y las llevamos a un terreno a tres cuadras de la fábrica. Tendemos en el pasto hoja por hoja y las dejamos para que el sol las seque”, contó Giovanetti. El secado depende del clima. En verano, y si no llueve, las hojas quedan listas en pocas horas. Pero en invierno, pueden ser necesarios dos o tres días.