Un puñado de integrantes de la mítica Mesa de los Galanes, el selecto grupo de amigos del extinto dibujante y escritor rosarino Roberto Fontanarrosa en el Bar El Cairo, también discuten sobre la boda de Leonel Messi y Antonela Roccuzzo, que alborota esta semana la ciudad de Rosario.
«Hay cosas de Messi que siempre me llamaron la atención porque es un pibe que se fue muy chico de Rosario y es llamativo que un tipo que casi no recibió nada de la ciudad le devuelva tanto, a diferencia de otros que hacen exactamente lo contrario y son muy ingratos. Dejando de lado mi sentimiento ‘canalla’, si te gusta el fútbol no podés dejar de disfrutar de un jugador como Messi», arranca el «Negro» Ricardo Centurión.
En la mesa hay dos hinchas de Rosario Central, Centurión -guitarrero, cantor y relacionista público de El Cairo- y el periodista Eduardo Puccio. Y un fana «leproso», el abogado Carlos Martorell. Todos debaten sobre la boda del año en Rosario en una mesa del centro del bar remodelado, que pasó del bodegón de la bohemia rosarina de los ’70 y ’80 a una especie de sitio de culto de los turistas, que hasta se fotografían con la estatua del «Negro» Fontanarrosa acodado en un viejo buzón.
«Messi es el mejor jugador del deporte más popular del mundo, es la primera figura del ballet. Y que un chico como él, que pateó por primera vez una pelota con la camiseta de Newell´s, más allá de que tenga una pertenencia mitad Newell´s y mitad Barcelona, haya elegido a Rosario para venir a casarse es un reconocimiento a la ciudad, así como que haya invitado a la boda a sus amigos del barrio», se ufana «Chiquito» Martorell, quien se siente local en la boda del año en Rosario.
Enfrente lo mira «Lalo» Puccio y responde que «siempre tiendo a pensar qué lleva a un tipo como Messi a venir a casarse acá, porque hay algo que no me termina de cerrar: hay 150 periodistas acreditados, pero están en un salón aparte del lugar donde se casan. ¿Para qué lo hacen? Cierran todo, los invitados vienen en vuelos privados, nadie los ve y al otro día se van. Es una fiesta rara, parece la fiesta de un jeque árabe, no es la fiesta del tipo que vuelve a su ciudad a encontrarse con su pueblo», polémico e hilarante.
«No es así, Messi es un tipo que va a ver a sus amigos, se baja y anda por donde andan todos. Fijate cuando fue a comer al Club de la Milanesa y después apareció un boludo y le pegó un bife. Lo que pasa es que tiene una personalidad distinta a la de Maradona. El ‘Gordo’ se baja y se caga a puñetes con todo el mundo, en cambio el pibe, Lío, no es así», lo defiende el «Negro» Centurión.
«Yo no lo siento como un ídolo de la ciudad sino como alguien que viene, se casa y no tiene contacto con su ciudad. De los 260 invitados, ¿cuántos hay de acá?», chicanea «Lalo» Puccio.
«Sí, dale, van a invitar a la Mesa de los Galanes, que te comen todo, no llevan regalo y después pasan con la bolsita para llevarse el morfi que quedó en las mesas», retruca el «Negro» Centurión, filoso como aquellos personajes de los cuentos de Fontanarrosa.
Puccio no se da por vencido y retruca: «Me parece un casamiento ajeno a la ciudad, donde está todo cerrado y sólo los medios entran y solamente vemos lo que te muestra la televisión. Es un casamiento que se podría haber hecho en cualquier otro lugar del mundo y era lo mismo».
«Chiquito» Martorell recoge el guante y responde que «más allá del orgullo que sentimos los hinchas de Newell´s porque Messi haya elegido a Rosario cuando podría haberse casado en Barcelona, éste es un reconocimiento a la ciudad. Es como cuando decimos que somos rosarinos y nos nombran al «Negro» (Roberto Fontanarrosa). Y los catalanes tienen bronca porque vino a casarse a Rosario y por eso publicaron lo de ´ciudad narco´. Si Messi se hubiera casado allá, nosotros sentiríamos lo mismo».
La polémica siguió un rato más, alguien pagó los cafés y la mesa del bar El Cairo que inmortalizó Fontanarrosa espera por su próximo tema.
(*) Télam