“La idea es que quien las encuentre nos llame, están todos los datos de la escuela y así podremos trabajar juntos validando el compromiso de formar ciudadanía”, relató el profesor Gabriel San Sebastián, quien junto a otros cuatro docentes y la directora cumplió el rito de arrojar mensajes como un reto al destino para buscar con quien compartir el desafío de trabajar juntos para que las cosas cambien. ¿Qué cosas?, por ejemplo: “La droga, la falta de trabajo, estar en la calle, la prostitución”, enumeraron los chicos mientras el agua se hacía cargo de las botellas. Modificar esos escenarios los convierte en héroes cotidianos y ese es justamente el legado que firmaron para dar testimonio a futuro.
“Ojalá hubiera muchas escuelas como la nuestra, hay una banda de cosas para hacer y eso te hace sentir bien”, dijo Mónica, quien además de alumna es mamá de Isaías, de dos años. Según los jóvenes, los talleres permiten “abrirse y estar juntos compartiendo los problemas”. El que busca trabajo podrá hacer un currículum en las clases de computación, en ajedrez bajan un poco los decibeles, en literatura ponen en marcha la imaginación, igual que en el taller de fotografía.
“Además de tocar, socializamos”, contó Franco, portavoz del taller de música y padre a su vez de Gianfranco, de sólo dos meses. La escuela está en un barrio populoso, lleno de necesidades, y ayer para llegar al río pagaron el colectivo porque no tuvieron éxito las gestiones para viajar gratis. “Por favor si alguien quiere donarnos algún instrumento de música sería muy importante”, pidieron. Quienes puedan hacerlo llamar al 472-9697.
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