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Lo acusan de ser el asesino de dos vendedores de drogas

Los dos iban adelante. Losada al volante del Peugeot y Chamorro a su lado, de acompañante. Apenas detuvieron la marcha, en un camino rural que va al basural de la ciudad de Frontera, el tercero que viajaba atrás ya tenía un arma en cada mano. Apoyó un revólver Smith & Wesson 32 en la cabeza del conductor y una pistola 9 milímetros en la nuca de su compañero. Después disparó. Los cuerpos aparecieron calcinados dentro del auto, en enero de 2015. La Policía dijo que ambos eran oriundos de Santo Tomé e integraban “la banda de los santafesinos”, que se radicó en esa ciudad con la caída del Patrón Gallardo, un narcotraficante a gran escala apresado en 2013.

Esta semana, a dos años y medio del crimen, un pibe de 24 años fue detenido y acusado del doble homicidio. La hipótesis es que el muchacho respondía al Patrón y simuló una “transacción” para quedarse con las dos partes: el dinero y las drogas. La detención de Franco Leonel F. fue ordenada por la Justicia federal que tomó la causa seis meses después, porque todos los indicios apuntaban a una trama narco.

La sospecha de que los asesinatos se cometieron para encubrir un robo le valieron al sospechoso una acusación que, en caso de demostrarse, prevé perpetua. El lunes de la semana pasada, el fiscal de Rafaela Federico Grimm le imputó homicidio agravado por alevosía, criminis causa y abuso de armas ante el juez Miguel Abasolo.

El muchacho se negó a declarar pero pidió que no lo alojen en el penal de Las Flores ni en el de Coronda. Aunque no dijo por qué, los funcionarios intuyeron que temía sufrir represarías por reclusos allegados a las víctimas.

“No estuvo prófugo. Pedimos su detención hace una semana y la concretamos”, aclaró ayer Grimm a El Ciudadano tras reforzar su teoría de que el móvil de los crímenes fue el robo. El fiscal dijo no poder precisar la cantidad pero aseguró que en el botín había cocaína, marihuana y efectivo.

Según esa teoría, Franco era quien la tarde del 19 de enero de 2015 viajaba de acompañante en la parte trasera del Peugeot 307 negro rumbo a un camino rural cercano al basural de Frontera, el lugar elegido para realizar un intercambio de drogas por dinero. Pero al llegar mofificó el plan y ejecutó a Germán Ezequiel Losada, de 33, y Martín Rafael “Pitín” Chamorro, de 27, para quedarse con todo. Según la autopsia, Pitín recibió cinco balazos en el cráneo, dos calibre 9 milímetros y tres de un 32. Sus cadáveres fueron encontrados por operarios de la Empresa Provincial de la Energía (EPE) que realizaban tareas de mantenimiento por la zona y vieron el auto calcinado. Ambos eran oriundos de Santo Tomé y los pesquisas creen que integraban la “banda de los santafesinos”, que intentaba entrar al mercado de esa ciudad para quebrantar la organización de Héctor Gallardo, debilitada por su detención, en 2013. El Patrón está preso desde entonces en el penal de Bouwer como uno de los narcotraficantes más grandes del país, que operaba desde la ciudad de Frontera contactos en las provincias de Córdoba, Misiones, Salta, Santa Fe y Entre Ríos.

La ciudad de Frontera, que limita por una calle con la localidad cordobesa de San Francisco, tiene apenas 12 mil habitantes y se convirtió en los últimos años en uno de los lugares con mayor influencia de narcocriminalidad del país. La venta de drogas se incrementó a la par de los asesinatos.

Del Patrón al crucificado

La ciudad de Frontera tuvo su renombre a nivel nacional por dos hechos policiales recientes. En septiembre del año pasado, Casación federal confirmó el procesamiento de Héctor Argentino “Patrón” Gallardo, acusado desde diciembre de 2013 de liderar una red delictiva internacional, que tenía nexo con actores del narcotráfico colombiano, con sede en San Francisco (Córdoba) y Frontera. Había sido encausado por la Justicia federal cordobesa también por tentativa de homicidio y se lo investiga por lavado, porque se cree que compraba autos, campos y cereales para blanquear los activos. El segundo hecho resonante se conoció en mayo de 2014, cuando Víctor Robledo, de 27 años, denunció a policías de esa ciudad porque habían simulado con él una crucifixión: lo ataron con cinta de embalar a un poste, lo dejaron toda la noche a la intemperie semidesnudo y le colgaron un cartel con la leyenda “No robarás”, del lado de la avenida que es jurisdicción cordobesa. Por el caso una docena de uniformados fue removida de sus cargos y algunos terminaron imputados por graves cargos.

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